“La petit París”: la ciudad junto al río Paraná que tiene uno de los teatros más antiguos del país

Sería de suponer que la ciudad de Goya se llama así por algún general criollo de apellido español. Pero no. Hubo una Gregoria apodada Goya, de apellido Morales, casada con Bernardo Olivera. Tenía un almacén de ramos generales y hacía un queso –“el queso de Goya”– que era furor. Lo vendía en el puerto, que también terminó siendo de ella, y así la ciudad se ganó su nombre sin fecha de fundación oficial. Habitada originalmente por mepenes, creció a fines del siglo XVIII con la llegada de los primeros inmigrantes, la mayoría españoles e italianos. Pero hubo también sirio-libaneses, alemanes, franceses y miembros de la comunidad judía. Muchos apostaron a la ganadería y al tabaco.

Además de doña Goya, la localidad tuvo otras tres mujeres ilustres. La estadounidense Isabel King, que impulsó el Colegio Normal; la apasionada y corajuda Camila O’Gorman, que aquí se radicó con Ladislao Gutiérrez escapando de la persecución de Juan Manuel de Rosas; y Sinforosa Rolón y Rubio, que creó un hogar de ancianos, otro de niños, un hospital y la peculiar iglesia La Rotonda, que se inauguró post mortem, y en rigor se llama parroquia San Roque y San Jacinto.

Si hacemos foco en Camila O’Gorman, está en nuestro imaginario colectivo gracias a la película que protagonizaron Susú Pecoraro e Imanol Arias en 1984. Su historia es la de una joven bonita de la alta sociedad porteña, que tenía 19 años cuando se enamoró del sacerdote Ladislao Gutiérrez, párroco de la iglesia Nuestra Señora del Socorro de Buenos Aires. En pleno régimen de Juan Manuel de Rosas y en peligro por esta relación prohibida, en 1847 escaparon juntos a Goya, donde ella tenía una tía. Con identidades ficticias –Valentina Desan y Máximo Brandier– vivieron tres meses hasta que alguien los reconoció y los delató. Detenidos y enviados a la cárcel de Santos Lugares, fueron fusilados el 18 de agosto de 1848. En Goya se los recuerda sobre la calle Mariano I. Loza, donde estaba el rancho que fue su hogar y refugio.

Al atravesar la Plaza Mitre –que es la principal y también tuvo los nombres de Libertad y 25 de Mayo–, Helga Cheyenne Justiniano, guía de turismo de la ciudad de Goya, me marca que no hay policía ni municipalidad frente a la plaza. Previo saludo con un beso en cada mejilla, agrega que los próceres que figuran en el monumento a la Libertad no tienen demasiado que ver con la localidad; y que lo que muchos creen que es un raro árbol de yerba mate, en realidad, es un ficus. Con ella visitamos la catedral Nuestra Señora del Rosario, cuya torre norte se derrumbó después de un casamiento en 1983, pero se reconstruyó idéntica, con los relojes. Y vemos unos frescos bellísimos de “La Anunciación”. A unas cuadras, lo que fue la casa de Gregorio Araujo en 1845 hoy es la Casa de la Cultura y reúne a tantos goyanos como la Sociedad Italiana, la Sociedad Española y el Club Social.

De todas maneras, el edificio que enorgullece a todos es el Teatro Municipal Solari. Privado, pero gestionado por la intendencia, nació en 1847 como Teatro Club 25 de Mayo y gracias al italiano Tomás Mazzanti. Según muchos es el teatro más antiguo de nuestro país que sigue en funcionamiento y sin haber sido mudado. Sobre la fachada, arruinada por locales comerciales, se lee Teatro Elsa (uno de sus nombres de antaño). Pasó por varios dueños hasta que lo compró el cineasta chileno Santiago Lorenzo Solari y hoy lo tienen sus herederos. Como todo buen teatro, alberga historias de fantasmas de todos los tamaños y colores.

Durante años conocida como “la petit Paris” por sus aires señoriales, Goya es inundable. Las islas entre el riacho y el Paraná funcionan como una muralla que la contienen del avance del río. La Costanera, que cuando la visitamos estaba en obra, es lugar de mate y reposera, como ocurre a lo largo y a lo ancho de la mayoría de nuestros grandes cauces argentinos.

A pocos kilómetros, se encuentra la Reserva Isoró. Cheyenne guía el paseo, con Fabián Fiorito al volante de la lancha. “Aguas que se rompen contra el camalote”, cuenta que significa Isoró. Son 70.000 hectáreas protegidas, de las que esta vez recorremos una parte, alrededor del arroyo del mismo nombre. La sorpresa de la tarde gira alrededor de una serpiente curiyú. Gorda y larga, está enroscada en una rama después de haberse almorzado quien sabe qué. Entre los árboles sobresale el ingá, que aún en otoño tiene frutos. Y se intercala con varios sauces, un sangre de dragón y un timbó. Yacarés y garzas le suman acción a la salida, entre alguna que otra vaca que llegó hasta el arroyo para dolor de cabeza del puestero que la tiene a cargo.

En relación a la Fiesta del Surubí, que se celebra todos los años entre abril y mayo, Fabián cuenta: “1.200 embarcaciones salen por el riacho Goya. Viene gente de Brasil, Paraguay y España, además de Argentina”. Luego agrega: “Todo empieza el miércoles, con los recitales. El concurso se larga el sábado a las tres de la tarde, con las lanchas que van de norte a sur. Les asignan una zona y los fiscales controlan la pesca, que es con devolución. Los pescadores pasan toda la noche en el río. El domingo por la mañana se anuncia al ganador y a la noche se lo premia. Un buen resultado es un surubí de 1,20 metros, que puede pesar entre 20 y 30 kilos. El más grande de la historia data de la década del 90, con 40 kilos”.

Para alojarse, la mejor opción es Posada del Sauce, que está sobre el riacho Goya, un brazo del río Paraná. De la familia Farizano, Manuel la administra. Abierta desde 1994, estuvo unos años cerrada y ahora recobró su esencia en una construcción original de 1870. Entre los antiguos propietarios de la casona figura el ilustre coronel Manuel Obligado (1838-1896), militar y político fundamental para Corrientes, Santa Fe y Chaco. Actualmente, la atención está a cargo de Ignacio Aranda, casero desde los inicios y responsable también del desayuno. La propuesta es con cocina abierta, quincho a nuevo y un comedor para sentirse como en casa, rodeados por los sauces que le dan nombre, mientras un cardenal viudita va de rama en rama y los patos sobrevuelan coordinados.

Datos útiles

Posada del Sauce. Sobre el riacho Goya, cálida casona con 9 habitaciones, pileta y muelle. Quincho a estrenar y cocina abierta para uso de los huéspedes, junto con el comedor y el living. Ideal para sentirse como en casa. Desde $85.000 la doble sin desayuno (opcional con cargo). Menores de tres años, gratis. Consultar descuento por más noches. Entre Ríos 1350, Goya. T: (11) 5491-2136. IG: @laposadadelsauce

Bitácora de Viajes y Turismo. Helga Cheyenne Justiniano es guía de turismo y eficaz coordinadora de actividades. Gran opción para descubrir el casco histórico y la Reserva Natural Isoró. Consultar precios. T: (3777) 50-4015. IG: @_bitacoradeviajesyturismo.goya y @hchjustini

Oficina de Informes Turísticos de Goya. En la rotonda de acceso, orientan sobre actividades y prestadores. Todos los días, de 7 a 22 horas. Av. Tomás Mazzanti y RP 27. T: (3777) 62-7416. IG: @turismogoya

Sativa Bar. De los ingenieros Tato Bessonart y Sebastián Nicolás García, gran patio cervecero junto al río y con mucha onda. Se destacan por la cerveza artesanal. Muy buenas hamburguesas y cervezas. Jueves y viernes a la noche; sábados y domingos, al mediodía. Ejército Argentino 980, Goya. T: (3777) 24-1555. IG: @barsativagoya

Amore Mio. En la bellísima Sociedad Italiana, abrieron hace dos años. Muy buen café, tortas, sándwiches, ensaladas y pastas. Recomendable la torta tres leches, el cheese cake y la torta Amore Mio (bizcochuelo de vainilla cubierto con merengue, frutos rojos y chocolate blanco en mousse). De Belén Borjas, la pastelería está a cargo de su hermana Gabriela y atiende Mercedes, su cuñada. Lunes de 8 a 15; martes a sábados de 8 a 20; y domingos, de 16 a medianoche. Ejército Argentino 442, Goya. T: (3777) 39-3333. IG: @amoremio_club

Comedor Don Eusebio. Frente a la rotonda de acceso, sirven pescados de río, minutas y carnes. Todos los días, de 11 a 14.30 y de 20 a medianoche. RN 12 y Narciso Arévalo, Goya. T: (3777) 66-3576. IG: @comedoreusebio2do



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/revista-lugares/la-petit-paris-la-ciudad-junto-al-rio-parana-que-tiene-uno-de-los-teatros-mas-antiguos-del-pais-nid31072025/

Comentarios

Comentar artículo