La gloria y el grotesco

Hay historias que uno escribe en este oficio que guardan indefectiblemente un lado B. Casi todas, yo diría. Como se dice en términos cinematográficos una secuela, una precuela, un spin-off. Todas palabrejas como excusas para exprimir el cuento un rato más. Hoy me propongo echar mano a ese mismo recurso, rogando me dispensen si el efecto no es el esperado.

Resulta que en una nota reciente reviví la historia de la amistad entre José de San Martín y un escocés llamado James Duff, que tenía el título de IV Conde de Fife. Ambos habían sido camaradas de armas a comienzos del siglo XIX en España, cuando lucharon contra la invasión napoleónica. Entonces, el libertador era capitán del ejército español en el sur del país y hasta allí había llegado su camarada escocés que buscaba darle un sentido a su vida luego de quedar viudo.

La relación que se forjó en los campos de batalla ibéricos duraría para toda la vida. A tal punto que fue el Conde de Fife –que era multimillonario- el que le costeó a su amigo correntino primero el viaje de España a Inglaterra y luego el barco que llevó al militar argentino de Londres al Río de La Plata. Eso fue en 1812. A partir de allí el nacido en Yapeyú comenzaría la gesta libertadora que emancipó del yugo español los territorios de la Argentina, Chile y Perú.

Luego de semejante hazaña, y una vez afincado en Europa, en el año 1824 San Martín y su amigo Duff volverían a encontrarse en la localidad escocesa donde este último vivía y tenía su fastuosa residencia, un pequeño pueblo ubicado en la costa del Mar del Norte llamado Banff. La cosa es que, gracias a la influencia de Duff, San Martín fue recibido en esa comunidad, donde pasó varios días, con todos los honores. Hasta le entregaron oficialmente las llaves de la ciudad.

Es así que la amistad entre el conde de Fife y el general se extendió a esa villa escocesa y se generó una corriente de respeto y cariño entre los pobladores del lugar y nuestro padre de la patria. Tanto que, en 1950, cuando se cumplieron 100 años de la muerte del prócer, el embajador argentino ante el Reino Unido de entonces, Carlos Hogan, visitó Banff. Llevó allí una araucaria para plantar en el pueblo y una réplica del sable corvo del libertador para el museo local, que cuenta hasta hoy con una exposición permanente para el argentino.

Es ahora cuando llega la parte B de esta historia. Porque en su estadía en aquel pueblo escocés, el diplomático argentino realizó una promesa. Anunció a las autoridades locales que, a modo de retribución por el afecto de Banff a San Martín, algún lugar de la Argentina llevaría el nombre de la localidad. Y en efecto, en noviembre de 1952, por decreto municipal, una plaza del oeste de la ciudad de Buenos Aires, pasó a llamarse “Ciudad de Banff”.

Ese espacio verde –ubicado entre las calles Arregui, Roma, Lascano y Lisboa- existía antes de ser rebautizado y llevaba el nombre del barrio porteño en el que se encuentra: Versalles. Pero hay un detalle más para añadir en este punto. Es que en la mismísima plaza Ciudad de Banff se filmaron importantes escenas de ese ícono del cine nacional que es Esperando la carroza.

Sí, en esa locación al aire libre de Versalles empieza y termina ese emblema del grotesco criollo dirigido por Alejandro Doria que acaba de cumplir 40 años desde su estreno. Por los senderos de la plaza camina Mamá Cora (Antonio Gasalla) en la apertura del filme y también al cierre, cuando la acompañan en una caminata desordenada otros adultos mayores que son, a la sazón, vecinos reales del barrio.

En un caminito de la plaza también, sobre la calle Lisboa, Susana (Mónica Villa) le revela a su vanidosa concuñada Nora (Betiana Blum), que sabe que ella tiene un amor clandestino con uno de sus cuñados.

Es así como es posible que se crucen en una misma manzana porteña la memoria de un pueblo europeo que veneró a nuestro Padre de la Patria con escenas de la película que mejor se ríe de nosotros mismos. La gloria y el grotesco. Buenos Aires es inagotable.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/la-gloria-y-el-grotesco-nid08092025/

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