Faustino Oro tuvo un difícil torneo en Wijk ann Zee. Era previsible: en ajedrez, las matemáticas mandan, y el ranking Elo promedio del torneo estaba más de cien puntos por encima de la clasificación de Faustino, que actualmente es de 2447. Esto implica una diferencia de nivel significativa con la mayoría de sus rivales. Al ser trece las partidas totales, la posibilidad de un resultado afortunado era remota. Se trataba de un torneo de aprendizaje. Para colmo, le tocaron partidas largas y complicadas; muchas veces su partida fue la última en terminar. Una exigencia brutal para un chico de once años. Al final, ganó tres partidas, perdió nueve, y un solitario empate, prueba de que no tuvo tregua de parte de sus rivales.
Pero las derrotas son educativas. Como decía José Raúl Capablanca: “He aprendido más de mis derrotas que de mis triunfos”. Así, en su famoso libro “Fundamentos del ajedrez”, el campeón mundial cubano incluye muchas de sus partidas perdidas, a las que analiza con detenimiento. Es que la derrota deja una huella en el ánimo, marcada a fuego, que le recuerda al jugador que no tiene que equivocarse.
Con esta lección recibida, Faustino habrá calibrado cuáles son los aspectos por corregir en su juego. A tener en cuenta es que el prodigio argentino ya es una celebridad mundial del ajedrez. Eso tiene algunas consecuencias, como que lo invitan a participar en torneos de mayor fuerza que la que el propio Faustino tiene ahora. Eso tiene su lado positivo, porque le permitirá asimilar errores y aprender rápido, como lo ha venido haciendo hasta el momento.
Pero también se da una desproporción de niveles, que sería más lógico que no los hubiera. Si a un jugador de Elo 2600, como es más o menos el mejor argentino, lo ponen a jugar un torneo de élite, digamos de un promedio de más de 2700, entonces ese jugador va a perder la mayoría de las partidas, porque está fuera de categoría.
Entonces, una decisión sabia, que le toca más al entorno que al propio Faustino, sería avanzar quemando etapas a la velocidad natural en que esto se produce, y no forzando las cosas hasta chocarse con las paredes. El torneo Challengers, que fue en el que participó Faustino, tuvo un empate final en el primer puesto entre Thai Dai van Nguyen, de República Checa, y el azerí Aydin Suleymanli, ambos con 9,5 puntos; el argentino concluyó en el puesto 12, con 3,5, a la par del indio Divya Deshmukh.
Praggnanandhaa supera a GukeshEl torneo mayor de Wijk ann Zee tuvo una definición emocionante. Durante el desarrollo del mismo, el campeón del mundo, el indio Dommaraju Gukesh, estaba respondiendo con altura al compromiso de su primer torneo como tal. Arriesgando en busca del triunfo en cada partida, se mantuvo, a lo largo del evento, en los puestos de vanguardia. Al llegar a la última ronda compartía el primer lugar con su compatriota, un año mayor que él, pero también gran talento juvenil, Rameshbabu Praggnanandhaa.
Pero lo esperaba una partida trampa. Iba con blancas contra uno de los últimos, su también compatriota, Arjun Erigaisi. Pero Erigaisi, según su ranking (2801), es el cuarto jugador del mundo, incluso por delante del propio Gukesh (el quinto, con 2777). Estaba teniendo un mal torneo, pero en esta cita con su coterráneo jugó en su mejor nivel, y le infligió a Gukesh su primera derrota como campeón del mundo.
A Praggnanandhaa, entonces, le bastaba un empate para lograr el mayor éxito de su carrera. Pero otra vez, la resbaladiza suerte y el alto nivel de los jugadores de élite, el alemán Vincent Keymer en este caso, llevaron a que Pragg también perdiera su partida.
Dado el empate en el primer puesto entre ambos jugadores, el reglamento determinaba un inmediato desempate de dos partidas rápidas al ritmo de tres minutos por jugador, con el agregado de dos segundos por jugada. Gukesh ganó la primera, con lo que parecía que aprovechaba su segunda oportunidad, pero Pragg tuvo resto como para ganar la segunda, con lo que llegaron a la instancia de muerte súbita: el primero que ganara, se llevaba el torneo. En el blitz decisivo, Gukesh obtuvo ventaja; Pragg no se entregó y llegó a una repetición de jugadas, lo que apuntaba a otro empate. Entonces Gukesh, fiel a su estilo, arriesgó jugando a ganar. Praggnanandaa, impertérrito, jugó la mejor defensa a la velocidad del rayo, y se quedó con todo.