PINAMAR (Enviada especial).— A las 20, al supermercado para conseguir las “provisiones”: alcohol, gaseosas o jugos para los tragos, y alguna cena barata -fideos con salsa o arroz con atún- para la vivienda que están alquilando. A las 22, la previa. A la medianoche, la cita es en el cruce de las avenidas del Mar y Bunge: ahí se reúnen miles de jóvenes para definir el “a dónde vamos”. La peregrinación, hacia la izquierda, Kophiphi y UFO Point, y hacia la derecha, Boutique; tres destinos que este verano marcan el pulso de la fiesta. A las 2.30 se ingresa. Así empieza la noche.
Así como Mar del Plata es la ciudad del verano preferida para muchos jóvenes en sus veintes, Pinamar es punto neurálgico de adolescentes menores de edad que suelen viajar con sus familias. Todas las fiestas son, por lo menos, para mayores de 18, aunque algunas pueden ser para más de 21 o 23. La mayoría compra la entrada en la página de Passline y pagan con tarjeta. Al llegar al lugar de la fiesta, deben presentar un código QR que reciben por mail. Otros optan arriesgarse a que el aforo esté completo y solicitar una entrada en el momento.
Martina y Lucía, de 17 años, esperan a sus amigas. “Vamos a Boutique; entran todos con DNI falso. A las 2.30 vamos al boliche y después a la playa”, dice una de ellas. La entrada puede llegar a costar hasta $20.000.
La fiesta más convocante para los menores, no obstante, es Bikini, en el balneario Kophiphi, donde la entrada cuesta $8000. Pasada la 1 ya se nota el descontrol y el caos en el ingreso. De un momento al otro, una aluvión de adolescentes -muchos fumando vape y terminando de tomar los tragos de la previa- entran a la fiesta sin QR y sin entregar DNI, a pesar de que algunos pueden rozar los 14 años de edad. Muchos vienen con sus padres, que los alcanzan con el auto hasta la zona y luego los pasan a buscar.
Las filtraciones de menores de edad o gente sin entrada son comunes. Como muchas fiestas son sobre boliches que están cerca del mar, grupos de personas consiguen entrar a la fuerza por la playa y así luego abrirse paso al parador. Esta situación genera malestar entre los organizadores. “Hacemos lo posible para que no entren adolescentes por la arena (no hay vayas que los contengan), porque si la municipalidad se llega a enterar, no nos dan más la habilitación”, confiesa a LA NACION el dueño de un conocido club de mar.
“Váyanse porque los empiezo a encajar uno por uno”, se escucha decir a un organizador de la fiesta Bikini. Se dirige a uno de los muchos grupos de adolescentes que intentan colarse.
Hay más cautela en Boutique, en el límite con Ostende. La presencia policial se nota y se organiza la entrada. Más adelante, uno de cada dos son rebotados por no tener el QR válido o por presentar un DNI falsos. Esos exiliados pasan el resto de la noche en donde todo empezó, o en la playa, en los juegos o en el samba; todo menos volverse a dormir.
AvalanchasTras el aluvión de adolescentes en Pinamar, los casos de caos y desmadres se multiplican. Un episodio que resonó fue en UFO, un boliche icónico a metros del mar.
“Se mandan por la playa 500 pibes y no los podés controlar. Hoy estamos más tranquilos por la presencia policial. Pero durante los últimos días había fila de chicos para atenderse a la ambulancia, con las cabezas lastimadas”, revela un custodio del boliche.
Según pudo saber LA NACION, menores de edad crearon grupos de WhatsApp integrados por al menos 500 personas para organizar avalanchas y así infiltrarse en UFO y Boutique. Por estos episodios, el intendente de Pinamar, Juan Ibarguren, y en paralelo, la policía de la provincia de Buenos Aires radicaron denuncias a los organizadores.
La Municipalidad pidió en su denuncia que se impulse una acción penal para dar con las identidades de los organizadores de estos grupos de WhatsApp. Así, hace dos días se detuvo a un joven de 21 años por convocar a una avalancha de 2000 personas para “producir daños y disturbios” en los locales nocturnos. Incluso se identificó a al menos ocho menores de edad como cómplices.
“¿Se arranca a las piñas allá al toque o no?”, dice un mensaje del grupo “Colarse a UFO”. La investigación quedó a cargo de la UFI N°5 de Pinamar.
Tras estos reiterados episodios, UFO está calmo. Ahora parece que la operación funciona con normalidad en sus fiestas +21 durante las noches del viernes y del sábado a raíz del aumento de la presencia policial.
Y es que de acuerdo a lo que indicaron fuentes de la Policía bonaerense, se gestó un “reordenamiento” de la presencia policial en el conocido boliche para que se reduzcan los varios intentos de avalanchas que tuvieron lugar los primeros días de la segunda quincena, el momento que más convoca a los jóvenes.
Gesell sufre un éxodo juvenilVilla Gesell supo ser un ícono de la vida nocturna joven. Los boliches más emblemáticos, como Pueblo Límite y Dixit, que en otro tiempo rebosaban de gente, han visto una merma en las últimas temporadas. Le Brique también era un local bailable con mucha convocatoria, pero fue clausurado tras el crimen de Fernando Báez Sosa en enero del 2020 y nunca volvió a abrir. Y esta temporada Dixit decidió cerrar.
Cerca de la gestión de Barrera admiten a LA NACION sobre el éxodo de jóvenes de Villa Gesell, que ahora optan por otros balnearios. También dicen que el caso del joven asesinado por un grupo de jugadores de rugby fue un antes y un después para la vida nocturna en la ciudad. Actualmente, la presencia de familias se nota en las calles y en las playas, que eligen el balneario por ser una opción más económica en la costa atlántica.
En el caso del complejo Pueblo Límite, que antes abría todos los días de enero y con capacidad para 20.000 personas, hoy sólo lo hace los viernes y sábados. La ciudad a las 3 de la madrugada está desierta. Sólo un pequeño puñado de jóvenes ingresan al último local bailable de esta localidad de la costa. Este viernes habilitaron una pista de las tres que hay.
“Desde el asesinato de Fernando, no permiten que funcionen boliches dentro de la ciudad”, describe el custodio de Pueblo Límite. A tan sólo un mes del crimen, la gestión de Gustavo Barrera presentó un proyecto en el Concejo Deliberante para cerrar los boliches bailables de la ciudad y prohibir la habilitación de nuevos locales de este tipo. Si bien no prosperó, ya no se habilitan boliches dentro de la ciudad.
Tres jóvenes de 20 años dicen que eligieron Villa Gesell por descarte. La otra opción era Mar del Plata, pero querían conocer esta ciudad y, al encontrarse con poca convocatoria de grupos de su edad, durante los fines de semana se van a Pinamar. “Acá somos todos mayores de edad. No vinimos a Gesell para salir, cualquier cosa, si queremos hacerlo, tenemos Pinamar”, dice uno de ellos, mientras espera para entrar a Pueblo Límite.
Con este escenario, el municipio pretende generar un ambiente más familiar y una oferta nocturna con estilo relajado, con bares y restaurantes. Sin embargo, la competencia con otros destinos y el envejecimiento de quienes alguna vez hicieron de Gesell su lugar de referencia cambiaron el panorama.