Un libro revela cómo fue el grave deterioro de Biden durante su presidencia y la estrategia por encubrirlo

NUEVA YORK.- En la teología cristiana, el pecado original comienza cuando Adán y Eva comen el fruto prohibido del árbol del conocimiento. Pero el libro Original Sin (“Pecado original”) de Jake Tapper y Alex Thompson narra una caída en desgracia distinta. La imagen de portada es un retrato en blanco y negro de Joe Biden con un par de manos tapándole los ojos. La historia bíblica trata del peligro de la curiosidad inocente; la historia de este nuevo libro trata del peligro de la ignorancia voluntaria.

“El pecado original de la elección 2024 fue la decisión de Biden de postularse a la reelección, seguida de agresivos esfuerzos por ocultar su disminución cognitiva”, escriben Tapper y Thompson.

La noche del 27 de junio de 2024, los votantes demócratas asistieron asombrados y horrorizados al primer debate presidencial: Donald Trump, con la cara colorada, soltó una sarta de disparates audaces, mientras Biden, pálido y con la mandíbula floja, se esforzaba por hilvanar refutaciones inteligibles.

La actuación de Trump en el debate fue similar a la de sus mítines, un revoltijo de divagaciones sin sentido y afirmaciones descabelladas. Pero, para muchos estadounidenses, el grado de fragilidad de Biden resultó chocante.

Para ese entonces, la mayoría de las apariciones del presidente se habían convertido en asuntos estrictamente controlados. Durante al menos un año y medio, los colaboradores de Biden se habían esforzado por ayudar a un presidente octogenario que estaba cada vez más agotado y confundido. Según Original Sin, cuyo subtítulo utiliza la palabra “encubrimiento”, los donantes y políticos alarmados que buscaban información sobre el estado cognitivo de Biden no fueron informados. Otros tenían pruebas diarias del declive de Biden, pero no querían creerlo.

Tapper es presentador de CNN (y también actuó como moderador del debate presidencial); Thompson es corresponsal político nacional de Axios. En una nota, los autores explican que entrevistaron a unas 200 personas, incluidos informantes de alto nivel, “algunos de los cuales quizá nunca reconozcan haber hablado con nosotros, pero todos ellos conocen la verdad de estas páginas”.

El resultado es un relato condenatorio, paso a paso, de cómo las personas más cercanas a un presidente testarudo y envejecido hicieron posible su quijotesca resolución de postularse a un segundo mandato.

Los autores rastrean el diluvio de problemas que se derivaron del pecado original de Biden: la marginación de la vicepresidenta Kamala Harris; los ataques a periodistas (como Thompson) que se dignaron a informar sobre la preocupación por la aparente fatiga y el estado mental de Biden; un público estadounidense que carecía de una comunicación clara por parte del presidente y al que se dejó a la deriva. “Fue una abominación”, dijo una fuente a los autores. “Le robó unas elecciones al Partido Demócrata; se las robó al pueblo estadounidense”.

Esta fulminante acusación se atribuye a “un destacado estratega demócrata” que también “defendió públicamente a Biden”. En Original Sin, las razones aducidas para decir cosas agradables en público sobre el presidente son legión. Algunos demócratas, sobre todo quienes no veían al presidente tan a menudo, confiaban en sus sustitutos para tranquilizarse sobre su estado (“Está bien, está bien, está bien”); otros recelaban de dar munición a la campaña de Trump, advirtiendo que aquel era una amenaza existencial para el país.

Tapper y Thompson desdeñan esos razonamientos: “Para quienes intentaron justificar el comportamiento aquí descrito por la amenaza de un segundo mandato de Trump, esos temores deberían haberles sacudido contra la realidad, no alejarlos de ella”.

Biden anunció que se postularía a la reelección en abril de 2023; había cumplido 80 años el noviembre anterior y ya era el presidente de más edad de la historia. A lo largo de su dilatada vida, había pasado por muchas cosas: la muerte de su esposa y su hija en un accidente automovilístico en 1972; dos operaciones de aneurisma en 1988; la muerte de su hijo Beau en 2015; los aparentemente interminables problemas provocados por su hijo Hunter, un adicto en rehabilitación cuyos problemas legales incluían estar siendo investigado por el Departamento de Justicia.

Sin embargo, Biden siempre se recuperaba. El hecho de que desafiara a los detractores y superara los pronósticos para ganar las elecciones de 2020 fue, para él y para su estrecho círculo de familiares y asesores, una señal de que era especial, y de que se lo subestimaba persistentemente. Mantenían “una fe casi religiosa en la capacidad de Biden para resurgir”, escriben los autores. “Y como con cualquier teología, el escepticismo estaba prohibido”.

Declive

En 2019, cuando Biden anunció su candidatura presidencial, tenía 76 años. Seguía siendo una época en la que “el buen Biden estaba mucho más presente que el viejo Biden”. En 2023, sugieren los autores, esa proporción se había invertido. Parte de su declive era difícil de distinguir de lo que ellos califican como “la Bidenidad”, que incluía su larga reputación de errores, relatos serpenteantes y la costumbre de olvidar los nombres de sus colaboradores.

Pero la gente que no veía a Biden a diario se sorprendía cada vez más cuando por fin lo veía. Comentaban cómo su voz, antes retumbante, se había convertido en un susurro, cómo su paso seguro se había transformado en un arrastrar de pies. Un congresista atónito recuerda que le recordó a su padre, que padecía alzhéimer; otro pensó también en su padre, que murió de Parkinson.

Las personas más cercanas a Biden desarrollaron algunas técnicas para manejar (o disimular) lo que estaba ocurriendo: restringir los asuntos urgentes a las horas comprendidas entre las 10 y las 16; dar instrucciones a sus redactores para que sus discursos fueran breves, de modo que no tuviera que pasar demasiado tiempo de pie; hacer que utilizara las escaleras cortas del Air Force One. Al grabar videos, sus ayudantes a veces filmaban “a cámara lenta para difuminar la realidad de lo despacio que caminaba en realidad”. A finales de 2023, su personal retrasaba todo lo que podía su agenda al mediodía.

Cuando los colaboradores de la Casa Blanca no practicaban una fastidiosa gestión escénica, parecían estar metiendo la cabeza en la arena. Según un libro de Josh Dawsey, Tyler Pager e Isaac Arnsdorf, de próxima publicación, los ayudantes de Biden decidieron que no se sometiera a una prueba cognitiva a principios de 2024. Tapper y Thompson citan a un médico que trabajó como asesor de la Unidad Médica de la Casa Blanca durante los cuatro últimos gobiernos y expresó su consternación ante la idea de ocultar tal información: “Si no hay diagnóstico, no hay nada que revelar”.

Nunca ha quedado del todo claro hasta qué punto este galimatías fue una racionalización desesperada o una maquinación deliberada. Tapper y Thompson identifican dos grupos principales que cerraron filas en torno a Biden: su familia y un grupo de ayudantes cercanos conocido internamente como “el Politburó”, que incluía a su estratega de toda la vida Mike Donilon y a su consejero Steve Ricchetti. La familia fomentó la visión que Biden tenía de sí mismo como figura histórica. El Politburó era demasiado realista políticamente para eso. En cambio, sus miembros señalaron el historial de Biden en el cargo y la gente competente que lo rodeaba. Las siestas, los susurros, el arrastrar de pies… todo eso solo tenía que ver con las partes “performativas” del trabajo.

Tapper y Thompson discrepan vehementemente. Ofrecen un retrato amable de Robert Hur, el abogado especial que investigó el manejo de material clasificado por parte de Biden y que en su informe de febrero de 2024 describió célebremente al presidente como un “hombre mayor, simpático y bienintencionado, con mala memoria”. Biden y su equipo se indignaron e intentaron “calumniar a Hur como un atacante de derecha poco profesional”, pero los autores defienden su célebre frase. Subrayan que corresponde a un abogado especial explicar en detalle cómo se presentaría probablemente ante un jurado el objeto de una investigación, y que lo que Hur escribió sobre Biden era cierto.

A principios de este mes, en lo que parece un intento de adelantarse a la publicación del libro, Biden acudió al programa The View para decir que acepta cierta responsabilidad en la victoria de Trump: “Yo estaba al mando”. Pero se mostró desdeñoso respecto a los informes sobre cualquier deterioro cognitivo. En Original Sin, Tapper y Thompson describen cómo se despertó la mañana siguiente a las elecciones de 2024 pensando que si solo hubiera seguido en la campaña, habría ganado. “Eso es lo que sugerían las encuestas, decía una y otra vez”, escriben los autores. Solo había un problema con su razonamiento: “Sus encuestadores nos dijeron que no existían esas encuestas”.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/estados-unidos/un-libro-revela-como-fue-el-grave-deterioro-de-biden-durante-su-presidencia-y-la-estrategia-por-nid14052025/

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