Milei y la libertad que avanza por el camino de Macri

¿Quién miente? La Ciudad de Buenos Aires, el epicentro de la jugada más ambiciosa de Javier Milei y su joven partido político, se encamina a la renovación de la Legislatura porteña en medio de una campaña electoral signada por esa pregunta inquietante, y sus variantes: ¿quién fue? Desde la caída de Ficha Limpia la semana pasada, la política entró en un espiral todavía más crítico, si es que eso era posible. Bueno, lo es: la saga disparada por el affaire Ficha Limpia suma un componente inédito al modo en que la política erosiona su capacidad de conectar con la gente. ¿Miente el Gobierno? ¿Miente Rovira? ¿Miente el macrismo? ¿Opera el kirchnerismo en las sombras?

El silencio de Cristina Kirchner en medio del desconcierto generado por la derrota de Ficha Limpia dispara suspicacias sobre su rol en el affaire Ficha Limpia. Hay un dato que pasó inadvertido: ni un “Che Milei”, ni uno solo, para fustigar al Presidente. ¿Por qué? ¿Cómo se privó de semejante gusto? La conductora del Partido Justicialista se pudo haber hecho una bacanal de ironía y sarcasmo fácil con la derrota de un proyecto de ley que, según afirma Milei, era suyo, suyo, suyo, una reversión de Menem y su Ferrari aplicada a la cosa pública: “El proyecto que fue al Senado era mío. Yo le puse el cuerpo”, ratificó ayer en una entrevista en Telefé.

¿Por qué Cristina Kirchner dejó pasar esa oportunidad en X? ¿Por qué no dedicó un tsunami de caracteres a enrostrarle la derrota legislativa al Presidente? Su posteo más reciente es del jueves 8, y es sobre el Papa León XIV. El anterior es del miércoles del escándalo de Ficha Limpia, pero nada tiene que ver con esa batalla política que le concierne directamente: en Ficha Limpia se le jugaba a Cristina Kirchner su supervivencia política, nada menos. Ese día crítico para sus expectativas electorales, sólo reposteó un mensaje del Partido Justicialista, escueto: “Hoy más que nunca, recordamos el nacimiento de Eva Perón trabajando para que donde haya una necesidad exista un derecho”.

Desde el miércoles último, la política obliga a los votantes a sopesar indicios de un crimen político y su autoría: el engaño desenfadado y la manipulación lisa y llana de las expectativas ciudadanas. Sin maquillaje y a la vista de todos: un crimen político perpetrado por encargo de su jefe, el exgobernador de Misiones Carlos Rovira, por dos senadores misioneros ignotos pero obedientes que votaron contra su propia palabra empeñada públicamente, sin explicitar en discurso a viva voz su cambio de posición, mientras se escapaban sigilosos y raudos del Senado como quien comete un crimen inconfesable. Desde ese día, todavía no dieron la cara. Se desconoce su paradero.

El problema no es que hayan cambiado de opinión: la democracia incluye a la “rosca” política como parte de su engranaje. Se gobierna con pragmatismo y se hace oposición con lo mismo. El problema llega cuando esa realpolitik antipática para el ciudadano común y corriente pierde el pudor y la autoexigencia de una muestra mínima de legitimidad: al menos la que da sostener el cambio de opinión en público como parte de un debate de proyectos aunque también suele responder a puja de intereses de todo tipo.

En cambio, la operación Ficha Limpia a la que Rovira le puso el moño se hizo con más sigilo que el rescate de los refugiados en la embajada argentina en Venezuela. Para buena parte de la ciudadanía, ese secretismo equivale a una traición. Es un salto cualitativo en la debacle de la representación política.

Hay que compararlo, por ejemplo, con el caso de los jueces Lijo y García Mansilla nombrados por decreto por el Presidente. Fue un proyecto cuestionable, resistido por la mayoría de la oposición dialoguista y gran parte de la gente. Pero en ese caso, no hubo lobos con piel de cordero: los sostenedores de Lijo pagaron el costo de promoverlo abiertamente y con argumentos dudosos, e incluso poco confesables. Lo de Ficha Limpia es distinto.

La escala del terremoto político que se disparó con la defección de los dos senadores de Misiones es una medida clara de la profundidad de una grieta y una herida que se acaba de abrir en la opinión pública: la brecha entre lo que esperaba casi con certeza, la aprobación de Ficha Limpa, y el tamaño de la sorpresa con la que se encontró: el rechazo del proyecto.

Hace casi una semana que la política consiste en pasarse la pelota por esa herida abierta. El juego de la política está atrapado en una retroalimentación desconectada de la realidad del argentino de a pie. Está en riesgo su poder de representación: el bajón de la gente en relación a los que mandan.

Las elecciones legislativas provinciales del domingo pasado mostraron el síntoma. En las cuatro provincias donde se votó, cayó la participación: en Chaco, donde ganó la alianza formada por el oficialismo provincial radical y el oficialismo nacional libertario, apenas llegó al 52,21 por ciento del padrón.

La elección presidencial de 2023 ya había traído un dilema original para los votantes. A la elección entre mal menor a la que se resigna el electorado en los últimos largos años, la elección presidencial de 2023 sumó otra encrucijada: en el balotaje, el votante más independiente se guió por la elección del miedo menor. Para el votante que optó por Massa, el miedo a Milei, a su estilo y sus promesas austríacas aglutinó su decisión. Para el que votó por Milei, el miedo a Massa y a la continuidad del kirchnerismo y al estancamiento argentino bajo su régimen político conceptual cimentó el apoyo al libertario, a pesar de sus peculiaridades. La promesa de una macro razonable minimizó ese miedo. Ahora, el callejón sin salida obliga al electorado a optar entre verdades poco consistentes, o mentiras inconfesables. Esta semana, ha quedado institucionalizada una nueva polarización: verdad versus mentira.

La gobernabilidad de Milei logró lo impensado: encontró el ancla fiscal y cambiaria necesaria para bajar la inflación. Eso que parecía un imposible de la política argentina, Milei lo viene logrando. Pero la Argentina de Milei se topa con una novedad: la imposibilidad absoluta de anclar la verdad política. Ahora la política manipula y miente abiertamente, sin disimulos. Por supuesto que la palabra política funciona bajo otras exigencias: hay una tensión fundacional de verdades versus intereses. El problema es cuando esa tensión se convierte en quiebre total. El kirchnerismo dio un paso grande en ese sentido: la negación de los niveles de corrupción tiene que ver con eso. Los kirchneristas decidieron negar esa verdad jurídica.

Lo de Ficha Libra es distinto: se parece en algo al caso $Libra. Por un lado, se trata de un episodio por lo menos ilegítimo, aunque podría llegar a ser ilegal, perpetrado ante los ojos de todos. Y el poder político, negando lo que sucedió ante los ojos de la opinión pública.

Ayer se sumó otra capa de desconcierto: habló la Misiones de Rovira. El ministro de Hacienda de Misiones, Adolfo Safrán, dio su versión de los hechos en X. Van los argumentos más destacables. Primero, al día siguiente de que el Presidente insistiera con que el proyecto de Ficha Limpia era suyo y no de Lospennato, desde Misiones dicen que era de Mauricio Macri y que los misioneros lo rechazaron para no darle una ventaja electoral a Silvia Lospennato. Se lo atribuye todo a una “operación de Macri” para proscribir a Cristina Kirchner y beneficiar a Pro en CABA. Y lo central, reconoce textualmente que con “la visión estratégica de Carlos Rovira para leer el escenario político real”, se cumplió el objetivo: “dar gobernabilidad al proyecto de Milei”.

En un solo posteo, el emisario de Rovira desmantela el argumento más atendible del Gobierno, que la caída de Ficha Limpia lo perjudicaba o porque la derrota exponía su poca capacidad parlamentaria o por las sospechas que recayeron en el Gobierno. Safrán llevó aguas al molino de esas sospechas. ¿Se le puede creer a Rovira? Tampoco. Y ahí vuelta a empezar la calesita de las sospechas.

En su última entrevista, Milei también responsabilizó a Macri de la caída de la ley, pero fue más lejos que Safrán. Planteó directamente un acuerdo entre Cristina Kirchner y Macri. La existencia de un pacto fue negada por Macri. ¿Se beneficia el macrismo y Lospennato? Es política y un error del adversario siempre aporta, sobre todo en una causa tan cara al votante porteño, pero la existencia de un pacto es una escala diferente. Así la elección porteña termina enredada en una superposición de tres polarizaciones: anti kirchnerismo, anti mileismo y anti macrismo. El Gobierno apuesta al antikirchnerismo para atraer a los macristas que lo apoyaron en el balotaje pero también al anti macrismo para abroquelar todavía más a los naturalmente suyos: así busca consolidar su proyecto de poder y de país. Sin embargo, Macri es un factor central en el camino de La Libertad Avanza.

Por un lado, porque para consolidarse territorialmente, Milei no hace otra cosa que macrismo modelo gestión Cambiemos: es decir, alianzas electorales pragmáticas que minimizan la carga valorativa de sus proyectos, por ejemplo, con los radicales “socialdemócratas” en distritos clave. El Chaco del radical Leandro Zdero es el ejemplo claro: el mileismo haciendo cambiemismo por otros medios, o con otras justificaciones. Le está dando resultado. Por otro lado, para Milei, Macri es otro obstáculo a vencer: es como derrotar al padre del cuadrante de centro derecha competitivo para quedarse con ese espacio. En CABA, ésa es la batalla. Si el domingo próximo lo logra, suma un poder que todavía le es esquivo. Pero si existe la posibilidad de esa sucesión política, es porque el proyecto de Macri, de Pro y por supuesto del extinto Juntos por el Cambio, heredero de Cambiemos, perdió su momentum político. Apenas en 2021 parecía que volvía recargado. No pudo ser.

Los avances de LLA en las elecciones del domingo pasado dan señales positivas sobre el presente libertario: dejaron a pie a Pro y también al kirchnerismo más duro en algunas de esas provincias. Pero el destino actual del macrismo es una lección: el futuro no es necesariamente un horizonte conquistado, ni asegurado. Lo efímero siempre es un riesgo de la política.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/politica/milei-y-la-libertad-que-avanza-por-el-camino-de-macri-nid12052025/

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