A los nueve años, un Túpolev Tu-154 de la línea Aeroflot sacó a Alex Halberstadt, su madre y sus abuelos maternos de la Unión Soviética rumbo a Occidente: “Habíamos renunciado a la ciudadanía soviética y a nuestro pasaporte, y con ellos a la posibilidad de volver al país”. A los treinta y cuatro años, Alex volvió a Rusia para reencontrarse con su padre y sus abuelos paternos y comprender de qué manera lo personal es político, y viceversa. La gesta se narra en Jóvenes héroes de la Unión Soviética, el libro recién publicado acá que el diario The New York Times eligió como uno de los mejores del año y que resalta el valor de la historia individual y colectiva.
Y entonces se dio cuenta de que la Historia, esa que se escribe con mayúsculas, no es la narración ordenada que se lee en los libros sino una aflicción atávica que se traspasa de padre a hijo, de hermano a hermana, de esposo a esposa
“Ganas lo mismo removiendo el pasado que hurgando en un cenicero”, le dijo su padre. Falso. En su viaje de revelación, Halberstadt descubrió que su abuelo paterno fue guardia personal de Stalin, que su familia materna sufrió las persecuciones contra los judíos en la Lituania soviética y que sus padres no aguantaron la vida agobiante de un departamentito en la Moscú de los años 70, donde faltaba de todo y el hallazgo de unos Levi’s de contrabando podía conducir a la delación y la cárcel. “Tuve miedo todos y cada uno de los días”, le dijo su abuelo. Y entonces se dio cuenta de que la Historia, esa que se escribe con mayúsculas, no es la narración ordenada que se lee en los libros sino una aflicción atávica que se traspasa de padre a hijo, de hermano a hermana, de esposo a esposa.
En Moscú o en Buenos Aires, donde tuvimos nuestras propias tragedias, la negación del pasado es inútil para frenar la reacción en cadena
En Jóvenes héroes de la Unión Soviética (el título es calcado del manual escolar de la URSS en el que se resaltaban los actos de valor extraordinarios de pequeños mártires rusos), Halberstadt descubre que aun los hechos más lejanos en el tiempo, como una amenaza vidriosa de Stalin a su abuelo por ejemplo, afectan a todos los que tuvieron relación con él. Así lo demostró el famoso experimento de los ratones. En un estudio científico, unos ratones olían el perfume de la flor del cerezo y después recibían una descarga eléctrica. Al poco tiempo, empezaron a asociar el aroma con el dolor. El eureka sucedió cuando tuvieron crías: sus hijos, y después sus nietos, temblaban de miedo cuando olían la flor aunque nunca recibieron una descarga eléctrica. El experimento parecía mostrar que el trauma sufrido por una generación se traspasa fisiológicamente a la siguiente, y así. La conclusión de Halberstadt es valiosa en una época relativista donde se niega el pasado o se reescribe la Historia: “El pasado vive no sólo en nuestros recuerdos sino también en cada célula de nuestro cuerpo”.
La guerra, las torturas, las purgas, la escasez o el exilio: aunque sucede en Rusia (“un país genial para los acontecimientos históricos pero en el que nunca existirá una vida normal”, como decía Limónov), esta fábula es universal. En Moscú o en Buenos Aires, donde tuvimos nuestras propias tragedias, la negación del pasado es inútil para frenar la reacción en cadena. “Una transmisión intergeneracional de miedo, sospecha, dolor, melancolía y rabia que, con el discurrir del tiempo, cuajó en nuevas calamidades históricas, nuevos traumas que transmitir a los jóvenes”, concluye Halberstadt, un joven héroe fallido. A los nueve años, antes de subir al avión, su mejor amigo de la infancia le dijo, entristecido: “Ya no podrás morir por tu país”.
ABCA.Nacido y criado en Moscú en 1970, Alex Halberstadt abandonó la Unión Soviética a los 9 años y se radicó con su familia en Nueva York.
B.Periodista y escritor, publica sus textos en la revista del diario The New York Times, The New Yorker y GQ, entre otros medios impresos de EE.UU.
C.Su libro de memorias familiares, titulado Jóvenes héroes de la Unión Soviética, explora cómo el pasado se transmite a través de distintas generaciones.