Fredy Villarreal: la reconciliación con Figuretti, su relación con la “droga del éxito” y el amor que lo llena de orgullo

Fredy Villarreal está entusiasmado con el estreno de La función que sale mal, una comedia disparatada que podrá verse en el Multiteatro, a partir del 4 de junio. En estos días los ensayos son más largos y están afinando detalles, entre decorados a medio montar, escaleras y luces que suben y bajan. Pero él no deja que nada lo desconcentre.

En una charla con LA NACION, el actor oriundo de La Plata habla de humor, reconoce que hoy mira a los personajes que hizo en los programas de Marcelo Tinelli con admiración y dice que ya no se castiga tanto. También abre las puertas de su intimidad y habla de la relación con sus hijos Agustín (24) y Jazmín (16), y de su novia Adriana, con quien planea transitar la vejez.

-¿Cuál es el atractivo de La función que sale mal?

-No es una obra cualquiera, tiene muchos efectos a nivel escenográfico. Interpretamos una historia de suspenso, como las de Agatha Christie, que transcurre en una mansión inglesa. Hay un asesinato que pone en vilo a todos, pero está hecha por actores amateurs, quizá un grupo teatral municipal. Y pasan cosas. El humor es tan maravilloso porque no se puede explicar. En esta comedia podría decir “vengan a ver una historia mal contada y mal interpretada porque se van a morir de risa”. Esto se permite solamente en el humor. La obra se está interpretando actualmente en Broadway y también en Inglaterra. Aquí se hizo hace unos años e, insólitamente, se despidió a sala llena para hacer otra obra de los mismos guionistas y productores.

-Esta obra tiene un punto en común con Los mosqueteros, que hiciste durante varias temporadas….

-Muchos puntos en común. Primero el humor, y también el director, Manuel González Gil. Y cuenta una historia donde las cosas no se hacen bien. Terminé Los mosqueteros en la última temporada de verano, y estuve dos meses analizando propuestas, siempre agradecido a quienes me han llamado, y decidí quedarme con este proyecto. Por suerte, trabajo no falta. Quizá faltan propuestas que seduzcan y ahí empezas a hilar fino y te quedás con lo que más te atrae.

-Sin ficción en televisión, ¿los actores se refugian en el teatro?

-Gracias a Dios, porque es hermoso el teatro. Yo siempre tuve buena predisposición para cine, teatro, televisión, radio. E hice todo y voy a seguir, porque me gusta. La televisión no es la misma de antes, y ahora se incorporó el streaming que no es lo que más me gusta porque no te permite libertades que la televisión y la radio si dan, y es apoyatura en música, en videos; ahora el tema de los derechos es difícil y todo es improvisación. Tampoco veo mucha producción y no hay ficciones ni sketches que se vean por streaming. Solo es gente sentada frente a un micrófono, con auriculares. Tengo reparos, pero no digo que no voy a hacerlo alguna vez. Por ahora, mi refugio es el teatro. Aunque cuando se habla de refugio pareciera que se refiere a una trinchera y es todo lo contrario, porque es un paraíso. En el teatro hay una energía especial.

-Hay mucha competencia... ¿Te genera inseguridad?

-¡Qué lindo que haya tantas obras de teatro para ver! Es como tener un negocio de baterías en Warnes… Hay un montón y toda la gente va ahí. En teatro es lo mismo, y hay un público para todos. Sé que hay competencia y a algunos les va mejor que a otros, algunos van a ganar más, otros van a tener más público. Yo le tengo mucha fe a La función que sale mal y vamos a estar a sala llena porque está muy bien rumbeada.

-Tuviste mucha exposición en VideoMatch y ShowMatch y te fuiste a hacer otros proyectos en el momento de más éxito. ¿Fue algo buscado o se dio así?

-El humor siempre fue mi eje, mi punto de anclaje artístico. Y cuando digo humor, no quiere decir que haya rechazado el drama. Porque para hacer reír, primero hay que ser un actor dramático; no se puede sostener el humor sin drama. Si se puede hacer drama sin humor, pero no al revés. Hace poco hice un policial que ya se estrenó y nos fue muy bien, El beso de Judas, y la mayoría del elenco estaba conformado con gente que generalmente hace humor. Entonces, siempre pensé que en la actuación hay que ser todo terreno.

-Pero no cualquiera se baja de un éxito…

-Sí, me fui para apostar a otro estilo de humor con Gerardo Sofovich que fue La peluquería de los Mateos, con Pachu y Pablo. Y después hicimos No hay dos sin tres, que escribimos y produjimos. También nos fuimos porque ShowMatch ya empezaba a ser un programa más de realities y concursos, y no aquel emblemático ciclo de humor. Eso nos alertó y tomamos la decisión de hacer otra cosa. Después hice La risa es bella, como productor, director y actor, y hoy se ve en Volver. ¡Qué viejo estoy! (risas). Siempre estuve vinculado al humor.

-¿Alguna vez trabajaste en otros rubros?

-Sí, claro. Fui mozo, soy locutor nacional, trabajé como técnico electrónico, y como técnico en transmisiones deportivas, hice radio mucho tiempo. Y también tuve un teatro y una escuela de teatro, pero no le dediqué el tiempo que quería y no elegí a la gente correcta para hacerlo, ni el lugar indicado tampoco. Y en casa me gusta arreglar todo y hago de gasista, plomero, lo que venga (risas), porque me gustan las manualidades y estudié en un colegio técnico. Estoy preparado para subsistir.

-Volviendo al humor, ¿qué sentís cuando pensás en Figuretti, o en Fredy el indeciso o en las imitaciones que te hicieron tan popular?

-Siempre me fui adaptando y si hacíamos cámaras ocultas producía, escribía, inventada; nos autogestionábamos. Cuando hubo que pensar en un sketch escribí “Ganga directa”, que era el “Llame ya”; y en una cámara oculta se me ocurrió “Tonto y re tonto” y nos subíamos a un taxi, o “El indeciso”, que no sabía qué papas comprar en una verdulería. Y Figuretti apareció con la idea de un cholulo que quería conocer a las celebridades o saludar a la cámara. Hoy, cuando veo a Figuretti lo disfruto. Hace unos días hablamos de esto con Andy Kusnetzoff, porque en aquel entonces éramos casi archi enemigos; hacíamos algo muy parecido.

-¿Y a qué conclusión llegaron?

-Coincidimos en que hoy, con el tiempo, nos sorprendemos de lo que hicimos. Por ejemplo, que Nelson Mandela se haya arrodillado para besarme la mano y yo haber hecho lo propio con él. O estar en el auto con Michael Schumacher yendo a una carrera. O ir a la habitación de Ron Wood a tomar un ron porque pidió conversar conmigo y hacerlo reír después de verme como Figuretti, o haber estado con Sylvester Stallone y que me haya pegado un tortazo de crema después de dudar si yo quería realmente que lo hiciera. Entonces, lo veo como un espectador más, no me creo que era yo. Por primera vez admiro esa capacidad y no lo digo desde la excentricidad; y me digo, “no puedo ser yo ese” (risas). Y sin embargo lo hice. Y ya no me corrijo tanto; antes no quería verme porque sabía dónde estaban los hilos.

-¿Hoy sos más amoroso con vos mismo?

-Sí, y aparte la edad me ha hecho olvidar cosas (risas). Ya no focalizo en lo que está mal. Lo veo como un espectador y no me castigo tanto. Nicolino Locche decía que la experiencia es un peine que te da la vida cuando te quedás pelado, y yo espero que no sea así porque estoy aplicado la experiencia evolutiva para saber valorar en vida lo que no quiero olvidar nunca.

-¿Te gustaría hacer un programa de humor?

-Sí. Hacerlo o que lo hagan otros. Creo que el último programa de humor en la televisión argentina fue La risa es bella, hace más de quince años. Y tuve la suerte de crearlo. Después no hubo más programas de sketchs. Me gustaría que siempre haya espacio para el humor. Creo que está cambiando la sociedad porque uno de los motivos por los cuales dejaron de existir es porque empezaron a criticar mucho y de forma equivocada. Y los productores tuvieron miedo del ‘qué dirán’; y se focalizaron más en los comentarios que en el producto. Tomaron al humor como un enemigo cuando no necesariamente debieron ponerlo en ese lugar. Creo que hacer humor es una manifestación artística que no puede ser cercenada. Hoy mirás películas en Netflix en donde pasan cosas feas, pero suceden dentro de una ficción, y no sé por qué no permiten eso en el humor. Es un debate mesiánico. Y, por otra parte, es muy costoso hacer un programa de humor. Hoy, en los programas de televisión hay cinco mostradores y panelistas y nada más, y ficciones no se hacen. Y qué productor se anima a invertir en algo que pueda ser cancelado. Bajó mucho el trabajo del humorista. Además, las redes son mucho más corrosivas de lo que pudo haber sido el humor en televisión. Los comentarios sobre la valoración de la vida, las discapacidades son terribles; y son impunes.

-Tuviste mucha exposición en un momento... ¿Cómo te llevás con la popularidad?

-Muy bien. El día que no me saluden me voy a preocupar (risas). Y si llega a pasar también hay que entender que somos generacionales, y en algún momento voy a tener que convivir con el recuerdo de la gente de mi edad. Estoy preparado para eso. No es tan adictiva la droga del éxito para mí; no me pegó por ese lado y no voy a tener abstinencia.

-¿Seguís en contacto con los excompañeros de los programas de Marcelo Tinelli?

-Sí. Con unos más y con otros menos, pero siempre nos cruzamos, especialmente en temporadas teatrales porque todos están trabajando.

-Y seguramente se vieron en la despedida a Toti Ciliberto

-Si, un amigo del alma, y un vecino. Extraordinaria persona. Es triste, pero no somos finitos y hay que convivir también con eso.

-¿Tenés otros proyectos?

-Sí, estoy trabajando en un proyecto personal teatral que estoy escribiendo. Es algo íntimo que tiene que ver con el drama y el humor conviviendo al mismo tiempo; siempre fui entusiasta de hacer reír y llorar. Y tengo el guion de una película que escribí y algún día se va a hacer; es muy ambiciosa y muy cara.

-¿Cómo es Fredy como papá?

-Soy papá de Agustín, de 24 años, , y de Jazmín, de 16, . Agustín trabaja en gastronomía, regentea un restaurante y también produce espectáculos nocturnos y atracciones que tienen que ver con la música y los jóvenes. Y Jazmín es tiktoker y tiene muchos seguidores; a veces graba nuestras conversaciones y las publica sin mi anuencia (risas). Logró tener la misma repercusión que cuando yo hacía tele. Así que ahora me cuido mucho cuando me graba.

-Jazmín usa el apellido de la madre, ¿eso te lastima?

-No tengo problema, que se ponga el apellido que quiera. Lo hizo por una cuestión cacofónica, porque no quería que le dijeran Jazmín Pérez de Villarreal, que es en realidad mi apellido completo.

View this post on Instagram

A post shared by Fredy Villarreal (@fredyoficialok)

-Tenés hijos en etapas muy distintas, ¿qué planes hacés con cada uno?

-Las charlas que tengo con cada uno son totalmente diferentes. Se aman profundamente, se llevan muy bien, hacen planes juntos. Y coinciden en no darme bola en lo que digo (risas). Agustín tiene novia y vienen a comer a casa. Jazmín también tiene novio, y todo el tiempo libre que tiene en casa quiere que venga su novio; y hay que poner límites. Ella vive en casa y en la casa de la mamá, sin respetar los acuerdos originales de cuando nos separamos; mi hija es libre de hacer lo que quiera. No somos estrictos y nos ponemos de acuerdo fácilmente.

-¿Estás en pareja?

-Si, hace tres años que estoy de novio con Adriana que es una persona muy importante en mi vida. Nos comprendemos mucho y me jacto de ser un ejemplo para mi hija, porque me gusta que vea la relación que tengo. En tres años nunca discutimos, excepto una sola vez y por una pavada. Es una persona de mi edad, más o menos, con un bagaje de experiencia parecido a la mía. Todo fluye.

-¿Conviven?

-No, y ese es otro punto importante. Tenemos nuestra independencia, pero en el verano convivimos todos los días, por ejemplo. Ella es contadora, trabaja en vialidad, en una entidad del Estado.

-¿Cómo se conocieron?

-En un evento. Ella también es bailarina y estaba trabajando. Empezamos a vernos y es una persona extraordinaria. Al principio no le di mucho crédito a la relación, y los años fueron pasando y no peleamos, y nos apoyamos, y disfrutamos juntos. La pasamos bien en un viaje al Caribe o mirando una película en casa, comiendo fideos con manteca. Quizá, más adelante, vamos a estar más unidos y vamos a convivir. Me veo pasando nuestra vejez juntos.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/personajes/fredy-villarreal-la-reconciliacion-con-figuretti-su-relacion-con-la-droga-del-exito-y-el-amor-que-lo-nid02062025/

Comentarios

Comentar artículo