Si hay agua, hay aves. Y el agua es lo que más abunda en el Parque Nacional Islas de Santa Fe, que con una superficie de 4096 hectáreas de islas ubicadas en el delta medio del poderoso corredor biológico del río Paraná, se perfila como un destino privilegiado para el turismo de conservación en general y la observación de aves en particular, una actividad que cada año suma fanáticos en todo el mundo.
“Este Parque, que está dentro de uno de los tres sitios Ramsar santafesinos (humedales declarados de importancia internacional) tiene todo para quienes disfrutan de los avistajes: su gran variabilidad de ambientes con bosques, pastizales y paisaje acuático, hace que la cantidad de especies sea enorme. Además, al estar lejos de tierra firme su estado de conservación es ideal” explica Guillermo Lier, guardaparques e Intendente del Islas, uno de los últimos eslabones en sumarse (abrió en agosto de 2023) a la extensa y prestigiosa red de áreas protegidas argentinas (55 en total), dentro de la cual se encuentran los Parques Nacionales, que tienen todo para ofrecer en relación a las experiencias de contacto con la vida silvestre.
Así se destaca en un informe publicado en febrero de este año por la Administración de Parques Nacionales (APN), que dentro de su Plan de Jerarquización de la Oferta Turística tiene como objetivo posicionar ante el mercado turístico nacional e internacional la observación de aves como producto destacado. “El turismo de observación de aves se potenció después de la pandemia y mueve millones de viajeros anuales. Es un segmento turístico que muestra un incremento a nivel mundial, donde Argentina se destaca como una opción especialmente atractiva para la actividad con más de 1000 especies de aves, lo cual lo hace megadiverso”, destaca el trabajo.
El Islas de Santa Fe es uno de esos lugares privilegiados para la actividad con 151 especies registradas en esa porción exuberante y biodiversa del Paraná, donde los marrones y los verdes de sus ocho islas fluviales, moldeadas durante años por los pulsos de creciente y bajante del segundo río más importante de Sudamérica, dominan el paisaje: “Hay citadas especies raras para la zona como la choca listada, que es del norte de nuestro país, pero las más típicas son las relacionadas con el ambiente acuático del delta, como los patos siriríes y algunas migradoras que usan el rio como un corredor biológico”, señala Lier.
Un gran díaEl turismo de naturaleza, y la observación de aves en particular, permite desconectar del ritmo cotidiano, conocer lugares hermosos y bajar 20 velocidades respecto al día a día. Silencio, verde, aire puro y tiempo libre son las llaves que abren las puertas a esta actividad que no para de crecer. Según BirdLife Internacional reúne a unos 78 millones de observadores en todo el mundo, de los cuales 46 millones son de Estados Unidos y 3 millones del Reino Unido. “Es un subsector que genera importantes ingresos económicos, ya que concentra la mayor cantidad de aficionados dentro del ecoturismo”, dice el trabajo de la APN.
Para potenciar y visibilizar aún más este fenómeno, existe el Global Big Day, un evento anual organizado por la Universidad de Cornell, de Estados Unidos, en el cual observadores de aves de todo el mundo se juntan para registrar la mayor cantidad de especies posibles en un solo día, generalmente el segundo sábado de mayo. Este año se hará el próximo sábado 10 de mayo y uno de los lugares elegidos es el Islas de Santa Fe: “comenzamos a hacerlo en 2022, incluso antes de abrir al público. Nos ayuda mucho el registro de especies, ya que somos un Parque nuevo y aún en desarrollo y sabemos que hay más de las que hemos podido registrar” detalló el guardaparques, que agregó que es un tipo de turismo que el Islas “quiere potenciar”. Según contó Lier, el diseño de los dos senderos que recorren diferentes parcelas de ese Parque se hizo “pensando en recorrer los distintos ambientes, para conocer las diferentes especies que habitan el lugar”.
A eso se sumaron capacitaciones internas para el personal, tanto para poder registrar nuevas especies como para poder acompañar salidas de personas que van al lugar específicamente por la observación de aves. “En un futuro proyectamos la construcción de observatorios específicos para la actividad, y fortalecer así el perfil del Parque en este sentido”.
Patricio Carugatti, coordinador del área de Comunicación del Parque, destacó que se trata de un “paraíso virginal para los observadores”, ya que es aún un Parque poco visitado “que predispone al silencio y a escuchar el sonido de los pájaros”. “Llegar hasta acá -hay que navegar unos 30 kilómetros- ya es una aventura hermosa”, agregó. Por su lado Paula Frassón, licenciada en Recursos Naturales y técnica del Área de Conservación del Parque, destacó que las aves más características son las que se asocian a los cuerpos de agua como las garzas (mora, bruja, azulada, blanca y chiflón) y otras como el chajá, las cigüeñas y la espátula rosada. “En los bosques se refugian el anambé negro, la mosqueta ojo dorado, el burlisto pico canela, junto a seis especies de carpinteros, por citar algunos. También la presencia de especies migradoras, como las golondrinas y los pitotoy, y de los patos reales (una especie amenazada) refuerza la importancia del Parque Nacional como refugio de biodiversidad”.
Un sistema sólido¿Cuán preparado está el sistema de Parques Nacionales argentinos para potenciar el avistaje de aves como actividad turística? Según el informe que la propia APN publicó hace pocos meses, del cual participaron el 73% de las 55 áreas protegidas (AP) administradas por la ANP, existen fundamentos sólidos para potenciar la observación de aves en Argentina: el 74% de las 43 AP relevadas tiene al menos un especialista en aves, lo que representa “una gran capacidad de capital humano”.
En relación con la infraestructura, más la mitad de estas áreas protegidas (el 53%) ya cuenta con algún tipo de recurso específico: el 67% tienen miradores en alturas o torre de avistamiento, el 57% tiene zonas de descanso con bancos, el 33% tiene pasarelas, el 29% algún tipo de plataformas y el 14% dispone de los llamados “refugios ciegos”. Además, el 64% ya ha construido senderos: el 48% posee entre 1 y 4 senderos, el 9% entre 5 y 8 senderos, y el 7% tiene más de 9 senderos.
Consultadas sobre la existencia de equipamiento, sea binoculares y/o monoculares, entre las áreas protegidas que participaron del relevamiento el 60% ya tiene (37,5% binoculares y 22,5% monoculares). Por otra parte, el 57% no cuenta con cartelería referida a aves, mientras que el 43% si posee. El 43% de la AP cuenta también con folletería y/o guía, con contenidos actualizados en su gran mayoría.
Finalmente, casi todas las áreas protegidas (88%) ya participan en actividades relacionadas con aves: el 91% del Global Big Day y el 29% en ferias, congresos y encuentros. A eso se suman las alianzas estratégicas con otros actores como Aves Argentinas, instituciones educativas, el sector público y Cámaras y Federaciones empresariales locales. “Se destaca como una gran fortaleza el personal especializado y la gran capacidad de capital humano, tanto en cantidad como calidad, que posee la APN”, concluye el informe, que recomienda “fortalecer y promover el nexo con los actores privados” para potenciar la actividad.
Esta producción fue realizada con el apoyo de Aves Argentinas