La música de un eslabón perdido

Pobre Robert… Creía que el espíritu de Mendelssohn le dictaba desde la eternidad una melodía sublime. La última de su vida, llena de dulzura y consuelo. En realidad, aunque no las recordaba, él mismo había escrito esas notas cuyo asombroso destino relato.

En 1853, poco antes de su internación en el hospital para enfermos mentales donde terminó sus días, Robert Schumann compuso una obra dedicada a su amigo húngaro Joseph Joachim, uno de los violinistas más famosos de la historia: el concierto para violín en re menor, el único que concibió para el instrumento. Joachim nunca lo estrenó en público. Solo dio un par de ejecuciones privadas sin pena ni gloria. Clara (la esposa) y Brahms (el discípulo) juzgaron que la pieza no era digna del genio schumanniano y por lo tanto tampoco merecía un lugar en el catálogo que recopilaban juntos. Clara procuró que Joachim revisara pasajes, mejorara fraseos y digitaciones. Cosa que el violinista nunca hizo porque estaba abocado a una composición propia. Brahms por su parte se concentraba en la edición de las obras completas de Robert, en su primer concierto para piano y en poner en orden los sentimientos conflictivos que Clara había desatado en su corazón. Al tiempo devino el colapso, un intento de suicidio y la internación en el manicomio donde el 29 de julio de 1856, Robert Schumann murió.

La muerte de un hombre obstinado: leyó al menos 3599 libros y ahora cualquiera puede ver su lista

Mientras tanto, el manuscrito cayó en el olvido. Y medio siglo más tarde, cuando Clara y Brahms y todo lo que había formado el universo de los Schumann ya no estaba en este mundo, Joachim murió dejando en su testamento la partitura autografiada, todavía inédita, y la indicación de no tocarla hasta transcurrido un siglo. El hijo la vendió a la Biblioteca prusiana en Berlín y otra vez, más de lo mismo: incomprensión e indiferencia. Hasta que un día de 1933, las premoniciones que Robert oía en su locura se hicieron realidad: la sobrina nieta de Joachim, la célebre violinista Jelly D’Arányi, afirmó que, en una sesión de espiritismo en Londres, “la voz de Schumann” le pidió que rescatara su música. La misión de toda una vida, redimir la obra maestra. Pero ¿dónde encontrar el manuscrito? En otra conexión espiritista, ahora con el médium de Joachim, el tío-abuelo, revelando la ubicación en Berlín.

El anuncio del hallazgo, propiciado por apariciones tan extrañas, causó revuelo no sólo en la escena clásica sino también la política. Jelly reclamó como autora del descubrimiento el derecho al estreno mundial, mientras la legendaria casa editora Schott le enviaba a un violinista joven de prometedor futuro una copia de la partitura que bautizó como “el eslabón perdido en la literatura para violín entre Beethoven y Brahms.”

El violinista joven era Yehudi Menuhin y en Alemania gobernaba Hitler. De modo que los nazis, pronto rechazaron la ejecución de una obra de jerarquía nacional a manos tanto de Jelly, una húngara que hablaba con fantasmas y era objeto de burlas, como menos de Menuhin, un judío de origen ruso nacido en New York. El Ministerio de Propaganda con intervención de Goebbels tomó cartas en el asunto y en noviembre de 1937 –ochenta y cuatro años después de su composición–, la Filarmónica de Berlín estrenaba el concierto de Schumann con un elenco “ario”: el controvertido Karl Böhm en la batuta y un tal Kulenkampff como solista. A Menuhin le quedó el estreno norteamericano. Y a Jelly, los espíritus, la anécdota y el debut británico.

La anécdota viene a cuento de una función inolvidable del Mozarteum Argentino, con la violinista Antje Weithaas y el ensamble de cuerdas del Concertgebouw interpretando el concierto en re menor de Mendelssohn y la Tzigane que Ravel le dedicó a Jelly D’Arány. Y porque a fin de cuentas, algo de sensatez había en las visiones de Robert, el soplo de un ángel en ese segundo movimiento que repetía en variaciones como un delirio. El último destello de poesía al que se aferraba su mente.ß



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/la-musica-de-un-eslabon-perdido-nid01082025/

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