Tomás Borovinsky: “Para algunos, la inteligencia artificial contiene tendencias comunistas que pueden llevar a una economía planificada”

Por izquierda, muchos plantean: queremos un comunismo de inteligencia artificial”, dice. “Y por derecha, otros señalan que hay que evitar ese universo por ser peligroso porque significa hipercontrol”, señala. “Hay una ambigüedad en relación a la inteligencia artificial entre los tecno millonarios”, resume. “Elon Musk fue woke hasta la pandemia”, subraya. “Peter Thiel es el más interesante de los tecos millonarios”, precisa. “Todos, como Elon Musk y el propio Peter Thiel o Alex Karp, el CEO de Palantir, plantean que vamos demasiado lento en todo, excepto en las ciencias computacionales”, explica. “La idea de Thiel es que si fuéramos a la misma velocidad en las ciencias materiales que en las ciencias computacionales, estaríamos experimentando la vida eterna”, desarrolla. “Thiel plantea un desfasaje entre los átomos y los bits”, dice. “No aceleramos porque la burocracia, porque el Estado y también porque la democracia no nos lo permite”, sigue. “China acelera. China demostró que se puede crecer hasta ser superpotencia y bajar la pobreza sin la democracia liberal”, alerta y agrega: “China acelera porque tiene una especie de ventaja: no tiene que rendir cuentas”. “Argentina es un mundo que se está desordenando, o reordenando”, afirma y sigue: “Tiene el desafío de integrarse a un mundo que se está transformando, algo que no conseguimos cuando estaba más ordenado”. “Pero hay un cierto alivio porque por lo menos desde lo económico, para conectarnos a algo nuevo, no tenemos que desarmar algo que funcionó”, destaca. “A diferencia de otros países, no vamos a tener nostalgia de un pasado en el que estuvimos integrados. Es un tercer factor que se suma a la paz religiosa y a la lejanía nuclear. La Argentina es un país muy nostálgico, pero al menos, en lo económico, no tenemos razones para serlo”, concluye.

El original pensador Tomás Borovinsky, especialista en teoría política y social y pensamiento contemporáneo, estuvo en La Repregunta. Borovinsky es investigador del Conicet y del Instituto de Altos Estudios Sociales de la UNSAM, donde es profesor. Es editor de la colección Interferencias y de Supernova, la revista dominical de Panamá Revista. Es doctor en Ciencias Sociales y licenciado en Sociología por la UBA. Es autor y compilador de ¿Hay algo que no esté en crisis? Arte y pensamiento en la era del cambio acelerado y sin fin, de reciente lanzamiento.

¿Cómo entender el nuevo orden o desorden mundial? “Aceleración” y “aceleracionismo”, del capitalismo y la democracia a la tecnología. Los tecno multimillonarios intelectuales, de Thiel a Land. ¿Por China es el epicentro de la acelaración capitalista? Democracia vs. regímenes centralizados, ¿cuál tiene ventajas competitivas en el futuro del aceleracionismo? ¿Hay lugar para la Argentina en el futuro acelerado? ¿Refugio antinuclear y anticonflicto civilizatorio? Borovinsky hizo su análisis.

Aquí, la entrevista completa.

Tiempos modernos, ¿hay algo que no esté en crisis?

-Está instalada la palabra “crisis” y esta gran pregunta: ¿hay algo que no está en crisis? ¿“Crisis” es el paraguas conceptual que permite empezar a concebir y conceptualizar este momento histórico?

-Sí, la palabra crisis, junto a otras como “orden”, “caos” y “aceleración” son palabras ordenadoras. Vivimos un momento de grandes cambios globales donde se está replanteando parte del mundo que vimos nacer después de la Segunda Guerra Mundial desde el punto de vista del ordenamiento internacional, de determinados consensos. Es un ciclo muy largo desde el 45, desde que termina la Segunda Guerra, hasta hoy. Y dentro de ese período hubo épocas distintas, distintos ciclos políticos y económicos en distintas zonas del mundo. Pero éste es un momento de grandes cambios y de crisis. Los que venimos de la vieja época lo podemos percibir como un caos. Pero quizás también hay algo de este mundo nuevo que es también un nuevo orden.

“Hay una ambigüedad en relación a la inteligencia artificial entre los tecno millonarios”

-Se refiere a los que venimos del siglo XX. El fin de la Segunda Guerra Mundial queda en la primera mitad del siglo XX y estamos en la primera mitad del siglo XXI. Además, pasó la pandemia. ¿Hay algo específico de los últimos cinco años? Porque hoy se habla de inteligencia artificial, o de tecnocapitalismo o de crisis de la democracia, de un reordenamiento global como no se hablaba antes. ¿Dónde está el gran quiebre? ¿Cómo caracterizar este último gran quiebre y dónde datarlo?

-Del 45 a hoy pasaron muchas cosas. Se puede pensar por un lado, la economía y por otro lado, la política, y sus distintas épocas. Desde el punto de vista de la democracia, muchos politólogos tradicionales hablan de distintas oleadas de la democracia. Termina la Segunda Guerra Mundial y vuelve la democracia a parte de Europa occidental, que estaba ocupada o asediada por el nazismo y el fascismo: Francia, Alemania Federal, Italia. Después, en los 70, hay otra oleada con las democracias del sur de Europa: Grecia, España, donde muere Franco, Portugal. En los 80, entra América Latina con nuestras primaveras democráticas. En los 90, es la oleada de los países que pertenecieron al Pacto de Varsovia, los ex países comunistas, donde llega la democracia, como República Checa, Checoslovaquia

¿Por qué Donald Trump modelo 2016 es el momento de quiebre? Democracia liberal y economía, ¿crisis?

-Entra a jugar también una idea de la democracia liberal como el punto culminante de la historia: la idea de que hay un mundo posible ordenado por los valores de la democracia liberal que se expande como reguero de pólvora junto con el capitalismo. Pero eso es lo que está en crisis hoy.

-Exacto. Esas son las oleadas de la democracia que llegan a su techo en 2005, cuando empieza una especie de estancamiento.

-¿Qué pasó en ese 2005?

-Empiezan a resquebrajarse los ciclos económicos y políticos que garantizaban eso. Desde el punto de vista político, es un ciclo que arranca en el ’89 con la caída del Muro y el momento Fukuyama, con su interpretación de que el fin de la historia es el triunfo de la democracia liberal y que es el gran referente hacia el que todos tenemos que ir, el gran modelo, que hoy también está en crisis. El otro ciclo que falta es el económico, que va del 73 a 2008, un gran ciclo económico global hasta la crisis de la sub-prime. Desde la crisis del 73 se reordena todo y va hasta 2008, cuando se da una crisis económica muy fuerte en el mundo. Nosotros la vivimos con nuestra propia crisis doméstica, que fue la crisis del campo. Pero en ese mismo año, en el mundo se vivió una crisis global y la interpretación de ese año es muy diferente en el mundo. La crisis económica de 2008 en el mundo recién llega a la política, pasa de la estructura a la superestructura y se traduce en política en 2016. Ahí hay un gran quiebre. En 2016, gana Donald Trump y se da el Brexit y el quiebre empieza a ser más claro. Se reinterpreta el 2008 y empieza a cerrarse el 89 de Fukuyama. Y la pandemia termina de acelerar ese cierre.

-Me interesa mucho esa conexión entre 2008 y 2016. Desde afuera, desde el epicentro del capitalismo global, 2008 es visto como una crisis de ese orden global financiero que muestra un techo, y a partir de ahí hay que reestructurar algo. Usted plantea algo muy interesante: como un coletazo o un efecto mariposa que decanta políticamente en 2016. ¿Qué representa Trump 2016 y el Brexit en términos de cambio de régimen o de quiebre de una continuidad?

-De 2008 a 2016, incluso un poquito después de 2016 dependiendo de cómo uno interpretara a Trump, si como un paréntesis o como el principio de algo, se podía pensar razonablemente que esa crisis se podía arreglar con las herramientas disponibles. La lógica era: podemos volver a crecer a partir de la innovación tecnológica. En parte ocurrió porque hubo grandes innovaciones tecnológicas como la inteligencia artificial y una serie de cuestiones que venían desarrollándose y que se encuentran con un proceso de aceleración de las empresas tecnológicas. Pero visto desde hoy y con la pandemia en el medio como un acelerador de procesos muy fuerte, 2016 es el gran umbral.

“La idea de Thiel es que si fuéramos a la misma velocidad en las ciencias materiales que en las ciencias computacionales, estaríamos experimentando la vida eterna"

Capitalismo y “aceleracionismo”, ¿está en su naturaleza? De Marx a Thiel y Nick Land

-Hay que detenerse en esa palabra, “acelerador” y “aceleración”. En el pensamiento político y en el cruce entre el pensamiento político y el capitalismo y la tecnología, ¿qué explica la palabra “acelerador” o “aceleración”?

-El aceleracionismo es una filosofía contemporánea, sobre todo proveniente del mundo anglosajón. Nick Land es su sumo pontífice.

-¿Quién es y en qué momento forma sus ideas?

-Land es un filósofo inglés. Era profesor de la Universidad de Warwick, un profesor de teoría medio posmoderna, de teoría crítica. Es un profesor muy excéntrico de un centro de investigaciones muy raro, una universidad particular de Inglaterra, un lugar dentro del primer mundo, pero un lugar bastante lateral. Tuvo grandes discípulos por izquierda como Mark Fisher, que en la Argentina es bastante leído, es un fenómeno editorial importante, y por derecha como el propio Land. Es una mezcla entre marxismo, deleuzianismo de derecha y música electrónica. Tuvo cosas muy heterodoxas y teológicas. Plantea que el capitalismo tiene que acelerar. Land dice que el capitalismo es una inteligencia artificial, que es la inteligencia artificial contemporánea porque hay una coordinación y cooperación colectiva. Es el gran pensador de la idea de que lo que tenemos que hacer no es ir más lento sino ir más rápido.

-¿Cuándo se instalan estas ideas en la conversación del mundo más académico y cuándo saltan al mundo de la divulgación?

-En el mundo académico, empezó con interpretaciones raras incluso del marxismo. En el propio Marx hay una idea de la aceleración. Para Marx, el capitalismo es el modo de producción más revolucionario de la historia hasta el momento.

-En el Manifiesto comunista de Marx, de 1848, está esta famosa frase: “todo lo sólido se desvanece en el aire”, que retoma después Marshall Berman en un libro, Todo lo sólido se desvanece en el aire, de finales de los 70, principios de los 80. Esa idea de que el capitalismo es un acelerador de los procesos históricos ya está en Marx y continúa en adelante. ¿Por qué el aceleracionismo de Land es tan diferencial?

-Muchos de ellos venían de la izquierda. Después, esto impacta en el mundo de los emprendedores tecnológicos. Pero por izquierda, hay una idea de que después de la caída del Muro, especialmente el marxismo y parte de la izquierda que no se había hecho socialdemócrata había quedado como una especie de izquierda folk, como una cosa folclórica, nostálgica. No veían que lo revolucionario es acelerar. Eso está en el marxismo y en estos intérpretes heréticos y raros: la importancia de la aceleración y de la transformación y no la nostalgia. Este desarrollo de ideas es en los 90, después de la caída del Muro. Después Land termina renunciando y se va de Warwick. Se va a vivir al lugar donde están pasando las cosas a alta velocidad, que ya no es Londres ni Nueva York sino Shanghai. Vive, escribe y edita desde China.

Silicon Valley vs. Shanghai. ¿Por qué China es el modelo de “aceleracionismo” sin democracia?

-Pensé que me iba a decir que se va a Silicon Valley. ¿Pudo haber sido Silicon Valley? ¿Por qué cree que Shanghai es el epicentro de esa aceleración y no Silicon Valley?

-Es muy interesante. Después es leído en Silicon Valley. Él vive en Shanghái. Silicon Valley es otro lugar súper revolucionario desde esta perspectiva. Pero China es la potencia emergente y la potencia de la aceleración. Land se mudó a China en el momento en el que China está acelerando su propio ascenso. Estamos hablando de fines de los 90, principios de 2000, no es que Land llega a la China actual o de hace unos años. Land empieza a recibir interpretaciones de los aceleracionistas de izquierda. Acá en la Argentina, Alejandro Galliano es un gran analista de ese universo y del aceleracionismo de izquierda. Tiene un libro sobre el tema.

-¿Cuál es el título de ese libro?

-La máquina ingobernable. ¿Por qué el capitalismo puede soñar y nosotros no? Es decir, por qué el capitalismo se vuelve revolucionario y nosotros no, se plantea él desde una izquierda imaginaria. Por qué si el marxismo y la izquierda se planteaban como revolucionarios, la idea que está en el libro de Marshall Berman o en Sloterdijk, que la izquierda tiene que ver con la aceleración, con hacer las cosas livianas, con ir a alta velocidad. Ése era el planteo del marxismo en su fase original y en gran parte de sus intérpretes. Pero bueno, ¿por qué Land no va a Silicon Valley? Land es muy crítico del wokismo y de toda una serie de cuestiones culturales que eran muy clásicas hasta hace poco en Silicon Valley. Desde hace muchos años, Land es un gran francotirador contra todo ese universo, más allá de su origen más de izquierda.

-Cuando la globalización se instala como el gran proceso mundial, China fue pensada como el país que, de la mano de un capitalismo impensado para China, no llega nunca a la democracia. Ahí empieza a producirse un distanciamiento entre la democracia liberal y el capitalismo: se puede ser capitalista sin ser democrático. ¿Eso implica algún tipo de viraje en este universo de ideas de la aceleración y el aceleracionismo?

-Sí, sin dudas. Está la cuestión de la aceleración y la cuestión del horizonte de referencia. En el ´89, con la caída del Muro y el fin de la historia de Fukuyama, estaba esta idea de que todos nosotros, la Argentina y el sur del mundo, sabíamos hacia dónde había que ir: había un referente claro. ¿Por qué? En parte, porque la democracia demostró que funciona mejor, que como régimen político puede ser mejor porque hay más libertades, libertades liberales como esas a las que nosotros estamos acostumbrados. Pero además es el régimen que mejor funciona: una de las razones por las que Estados Unidos y Occidente triunfaron en la Guerra Fría es porque funcionaba mejor desde el punto de vista económico. Hoy eso está en jaque por partida doble: China está demostrando que se puede acelerar y se puede crecer como una superpotencia, que se puede bajar la pobreza, y eso, sin nuestra democracia liberal. China defiende su régimen planteando que es diferente. Desde nuestra perspectiva, para quienes creíamos que la democracia como referente estaba fuera de discusión, ahí hay un problema y empieza esta discusión, al menos desde el punto de vista del prestigio y del funcionamiento. Es un tema que tiene consecuencia por derecha y por izquierda. Parte también del aceleracionismo y del mundo tecnológico, yendo de China a Silicon Valley en un segundo, es esta mirada de la necesidad de la innovación tecnológica que está en alguno de los recuperadores de Land y en muchos empresarios, algunos que son pensadores y empresarios como Peter Thiel, que cofundó PayPal con Elon Musk; que después hizo posible Facebook, porque es quien le da inversión ángel a Mark Zuckerberg como lo muestra la película, donde hay una escena en la que Zuckerberg se junta con un señor y dice “Peter Thiel nos está dando el primer medio millón de dólares”.

Peter Thiel, ¿el tecno multimillonario arquetípico, más que Elon Musk?

-Hagamos un recorrido por este álbum de tecno multimillonarios que además se meten con las ideas blandas, las ideas políticas, sociológicas, filosóficas y se arrogan el derecho y la capacidad de pensar un mundo en ese sentido. Ya no son sólo los cultores y hacedores del capitalismo. Peter Thiel estuvo en la Argentina a principios de 2024 y visitó a Milei ni bien asumió. ¿Thiel es un nodo central de ese mapa y por qué?

-Sí, Thiel es el río Nilo de ese mapa, la columna. Atraviesa a muchos de ellos; está vinculado a muchos de este mapa y está en tensión con otros. Es clave además porque es un pensador. Estudió filosofía. Tiene distintas fundaciones y financia “droppers”, o sea, incentiva que los chicos y las chicas dejen la universidad para emprender. Tiene una mirada muy crítica de la universidad. Estudió en Stanford, en los mejor lugares pero tiene una mirada muy crítica

-¿Apunta a “droppers” que muestren potencial o incentiva el “dropping out”, abandonar la universidad, en general?

-Incentiva la idea de abandonar la universidad para emprender. No regala dinero.

-Al estilo Steve Jobs y Bill Gates que abandonaron la universidad.

-O Zuckerberg, todos ellos son “droppers”. Thiel financia el mundo del arte. Es un gran lector de Carl Schmitt, de Leo Strauss. Como él dice, es un cristiano heterodoxo.

-En el mapa conceptual, es conservador.

-Es conservador, es republicano. En 2016 dio un discurso muy importante en la Convención republicana. Nació en Alemania, vivió en Sudáfrica de joven y después, en Estados Unidos. En ese discurso dice: “soy orgullosamente republicano, soy orgullosamente gay y apoyo a Donald Trump”. Participó en el equipo de transición de Obama a Trump. Es quien le acerca a Trump muchos de los grandes empresarios tecnológicos en un momento donde todavía esos empresarios eran todos demócratas, incluso woke.

-Elon Musk, por ejemplo.

-Elon Musk fue woke hasta la pandemia.

-¿Thiel no da el salto a la gestión política como sí lo hizo Elon Musk en esta gestión de Trump?

-No, es más cauto, piensa más en frío a diferencia de Musk, de Zuckerberg y otros, incluso de Bezos, si uno ve todos los movimientos que se dieron en el Washington Post, que por primera vez no hizo un endorsement a un demócrata, algo muy común en Post. ¿Por qué Thiel es tan interesante para mí? Primero, porque Thiel escribe aunque no tiene grandes libros. Tiene artículos interesantes donde mezcla lo tecnológico, lo religioso y pensadores como Schmitt, Strauss, René Girard, el antropólogo, con quien tuvo vínculos interesantes cuando llegó a Stanford.

-¿Qué lugar tiene en esa mirada la inteligencia artificial?

-Hay una cierta ambigüedad. A diferencia de Zuckerberg y otros, Thiel mantiene ideas conservadoras desde siempre. Eso es muy importante para caracterizarlo. Tiene una constancia en sus ideas políticas desde hace treinta años.

-¿Qué quiere decir “conservador” en boca de Peter Thiel?

-Tiene una mirada política del mundo conservadora, de derecha, incluso en el sentido de una mirada jerárquica. Si la igualdad es un valor más de izquierda, la jerarquía es un valor más conservador.

-¿Pero podría defender el valor de la familia, el valor de la fe religiosa, algún tipo de religión, condena a la legalización del aborto, ese tipo de temas muy tradicionales del mundo conservador?

-Desde los años 90, tiene una mirada muy crítica de la diversidad, del multiculturalismo.

-Thiel es un reconocido y orgulloso gay. ¿Cómo se concilia eso?

-Contengo multitudes, dice Whitman: éste es otro caso de que contengo multitudes. Es un republicano histórico y lo digo sin juicio de valor: es un republicano más de derecha, más conservador, con todas las especies internas que tienen esos universos.

-¿Es nacionalista en medio de esta tecnocracia global?

-Sí, es crítico de la idea de fin de la historia porque para Fukuyama era el fin de los grandes conflictos con la democracia como sinónimo de administración, lo que hoy llamaríamos “globalismo”. Thiel es contrario a esa idea de un mundo global pacificado, de un Estado mundial.

-La gobernanza internacional, Naciones Unidas, por ejemplo.

-Ni Thiel ni ninguno de los que son más ortodoxos son globalistas. Consideran que el mundo es violento y que hay que tomar medidas frente a un mundo violento. Desde una mirada más progresista, diría que los hombres son buenos y lo que nos hace malos es la desigualdad social. Para Peter Thiel, el mundo es violento y peligroso. Es una mirada más trágica. Y ahí entra la cuestión de la innovación tecnológica y la idea de que venimos demasiado lento, como dice Land: tenemos que acelerar.

Inteligencia artificial, ¿riesgo de una economía planificada y de hipercontrol?

-¿Hacia dónde acelerar?

-Hacia la innovación tecnológica, algo que Thiel dice una y mil veces. Thiel también financia políticos, por ejemplo, J.D. Vance. Hay grandes discursos de Vance en los que cita frases de Peter Thiel: hace poco, Vance apareció diciendo que hay dos grandes tecnologías contemporáneas, una más libertaria y otra más comunista: la libertaria, el cripto; la comunista es la inteligencia artificial porque tiene tendencias más comunistas porque hay posibilidades de que pueda tener éxito, hipotéticamente, una economía planificada. Se relaciona con eso que algunos dicen de que la Unión Soviética cayó porque no había Excel: una humorada.

-Un poder centralizado que ordena el mundo económico…

-Un mundo que, quizás con más tecnología no hubiera caído. Por izquierda, muchos plantean: queremos un comunismo de inteligencia artificial. Y por derecha, otros señalan que hay que evitar ese universo porque es peligroso porque significa hiper control. Por eso digo que también hay una ambigüedad en relación a la inteligencia artificial porque hay mucho desarrollo… pero por otro lado, Elon Musk también planteaba regularlo. Hay una tensión entre tengamos cuidado con esto y al mismo tiempo, lo necesitamos.

-Había un debate Elon Musk versus Sam Altman, de OpenAI, con Altman subidísimo a una aceleración de la inteligencia artificial casi sin límites y Musk haciendo advertencias. ¿Ahí había mucho más que una lucha de egos: según usted plantea, había algo mucho más importante?

-Los grandes especialistas en inteligencia artificial decían que hay que tener cuidado, por ejemplo, con soltarla en la sociedad, que es lo que hicimos porque si se empieza a alimentar libremente, podríamos llegar a un problema. Pero al mismo tiempo todos, Elon Musk y el propio Thiel o Alex Karp, el CEO de Palantir, la otra empresa de Peter Thiel co fundada con Karp, compañero de estudios de Thiel, que después se fue a doctor a Alemania con Habermas en teoría social, y después se peleó con Habermas y se hizo CEO de Palantir, todos ellos plantean que vamos demasiado lento porque las últimas grandes innovaciones del mundo de los átomos, de lo material, fue la bomba atómica en los 40 y después, la llegada del hombre a la Luna. Dicen que vamos demasiado lento en todo, excepto en las ciencias computacionales. Por eso todos ellos invierten en ese sector. La idea de Thiel es que si fuéramos a la misma velocidad en las ciencias materiales que en las ciencias computacionales, estaríamos experimentando la vida eterna con esa aceleración exponencial. Thiel repite muchas veces esto: en el 73, Nixon le declaró la guerra al cáncer. Pasaron cincuenta años. ¿Quién viene ganando? El cáncer.

-Hay una especie de desfasaje entre las autopistas posibles del progreso.

-Exacto, Thiel plantea un desfasaje entre los átomos y los bits. Por eso dice que hay que acelerar. ¿Por qué no estamos acelerando? ¿Qué es lo que plantean hoy? No aceleramos porque la burocracia, porque el Estado y muchas veces, también porque la democracia no nos lo permite. Volvemos a lo que planteabas con China: China acelera. Nuestra guerra fría es con China. China no es una democracia en el sentido liberal y aceleran porque en ese punto tiene una especie de ventaja: no tiene que rendir cuentas.

“China acelera. China demostró que se puede crecer hasta ser superpotencia y bajar la pobreza sin la democracia liberal”

-¿Hay un coqueteo de esos tecno multimillonarios con un gobierno muy centralizado como el de China como una herramienta de aceleración mucho más efectiva? Por un lado le dicen no a la inteligencia artificial porque podría ser muy woke y se corre el riesgo de ir hacia una planificación centralizada pero al mismo tiempo Curtis Yarvin, por ejemplo, habla de una especie de monarquía. ¿Hay un coqueteo con esos regímenes?

-Sí, hay un coqueteo pero no con el modelo chino, porque lo ven como la gran Némesis. Plantean una especie de Guerra Fría con China: es su gran adversario aunque no tengan una mirada globalista que podría molestarse con China o cualquier otro país porque están infringiendo los derechos humanos. No cuestionan a China a partir de una mirada liberal globalista; es más una mirada entre nacionalista y más aislacionistas. Es la preocupación por la hegemonía. Algunos más neo conservadores o liberales con la idea del siglo americano. Curtis Yavin es otro personaje de esta constelación, vinculado a Nick Land. De hecho, Land lo recupera bastante conceptualmente, y ha recibido financiamiento de Yarvin para algunos de sus emprendimientos. Yarvin también viene de las ciencias computacionales pero con un pensamiento propio. Sus referencias culturales son muy interesantes. También fue financiado en algunos emprendimientos por Peter Thiel. Por eso Till es como una red más que un nodo: es nodo y también es red, porque conecta a muchos de estos individuos.

La Argentina y Sudamérica, ¿el no-lugar de un futuro de aceleracionismo?

-Última pregunta, una nota al pie sobre América Latina. América Latina tiene deudas históricas pero en medio de estas nuevas características de la conflictividad global, América Latina, sobre todo Sudamérica, sobre todo Argentina, es vista como refugio ante cualquier episodio nuclear, por ejemplo. Estamos lejos de todo eso y la radioactividad llegaría más tarde que a otros lugares: es la nueva conversación. Y la otra cuestión, la región queda fuera de los encontronazos migratorios y civilizatorios que se están dando en Europa e inclusive en Estados Unidos, con sus propios problemas migratorios. ¿Qué rol tiene la región y la Argentina esta idea de un futuro acelerado?

-Primero, con esa misma idea de lo nuclear y de una Argentina o un cono sur alejados, Peter Thiel adquirió la nacionalidad neozelandesa y construyó su propio búnker anti apocalipsis en Nueva Zelandia con esta lógica que vos planteás, que está alejado. Otros están planteando que el lugar es Argentina, Mendoza puntualmente: Martín Varsavsky, el empresario argentino que vive en España, emprendedor del mundo tecnológico, promocionó mucho la idea de ir a Mendoza y construir este tipo de búnker. Conecta con la idea del orden que se está desarmando, pero también la posibilidad de un apocalipsis nuclear o de la forma que sea. Al mismo tiempo, la Argentina, Sudamérica, está muy alejada de alguno de estos grandes conflictos étnicos, religiosos, migratorios. En Argentina, son temas que no existen ni desde el punto de vista material ni político ni de la opinión: no está ese problema. Al mismo tiempo, en el marco de esta idea de los ciclos del mundo, la Argentina es un mundo que se está desordenando o reordenando. Dentro de ese ciclo de cincuenta años que empezó en el 73, hay momentos exitosos desde el punto de vista político, democrático e institucional, con los cuarenta años de democracia, pero esos cincuenta años también fueron un gran fracaso desde el punto de vista económico y del desarrollo después de probar con todas las fórmulas: Perón, dictaduras, democracias más estatistas, menos estatistas. Nada funcionó. Y al mismo tiempo el mundo y países parecidos a la Argentina, a su modo, le encontraron bastante bien la vuelta a ese ciclo de cincuenta años. En ese mismo período, países que nos rodean bajaron la pobreza.

-Uruguay, Chile…

-Y países en Asia. Explican porqué la pobreza en el mundo bajó, porque se integraron al mundo. Por un lado, la Argentina tiene el desafío de integrarse a un mundo que se está transformando, algo desafiante, que no lo conseguimos cuando estaba más ordenado. Pero hay una parte optimista, el hecho de estar alejados del conflicto nuclear, de los conflictos étnicos, religiosos porque en la Argentina tenés todas las religiones y no hay conflictos internos sobre esos temas. Y también hay una cierta alivio porque por lo menos, a diferencia de otros, para conectarnos a algo nuevo, no tenemos que desarmar algo que funcionó. Lo que teníamos desde el punto de vista económico, probando de todas las formas, no funcionó. Lo bueno es que a diferencia de otros países, no vamos a tener nostalgia de cómo estuvimos agarrados a ese mundo porque otros lo aprovecharon y la Argentina no lo supo aprovechar. Es un tercer factor que se suma a la paz religiosa y a la lejanía nuclear. La Argentina es un país muy melancólico y nostálgico pero al menos, en ese punto económico no tenemos razones para ser nostálgicos porque no nos funcionó.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/tomas-borovinsky-para-algunos-la-inteligencia-artificial-contiene-tendencias-comunistas-que-pueden-nid07092025/

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