Iván Hochman: su vida después del boom de la serie de Fito Páez, su famoso padre y el sueño que cumple a oscuras

Tras el éxito de El amor después del amor (2023), la serie de Netflix en la que deslumbró no solo por su talento actoral sino también por su increíble parecido físico con Fito Páez, Iván Hochman (31) se volcó a la escritura y a las tablas. Republicó su primera novela, ¿Por qué te vas?, con un sello editorial más grande (Alfaguara), y está escribiendo su segundo libro de ficción. Además estrenó en El Picadero Yo también me llamo Hokusai, donde hizo gala de su arco interpretativo, su carisma e histrionismo, y ahora debutó en el Teatro San Martín como un soldado franquista en La piedra oscura, pieza del autor español Alberto Conejero inspirada en la relación de Federico García Lorca y Rafael Rodríguez Rapún.

-¿Sentís que debutar en el Teatro San Martín tiene un condimento especial?

-Me pasó algo muy lindo y es que mi papá trabajó mucho acá en el San Martín en los 90 y los 2000. De hecho, abajo hay unos pósters de obras suyas, y en estos dos meses desde que empezamos con los ensayos me encontré con gente que se enteraba que yo era su hijo y me abrazaba, se emocionaba y me decía: ‘Yo te veía caminar por estos pasillos cuando eras un piojito con rulitos’. Este hall lo caminé desde muy chiquito. Entonces, aunque es mi primera vez en el San Martín, es como un viaje en el tiempo muy especial.

-La obra indaga en la memoria como espacio de justicia y la necesidad de redención. ¿Qué significan para vos esos conceptos?

-Es fuerte lo que me preguntás porque creo que son esos conceptos los que hacen que esta obra sea urgente o necesaria en este momento, en un sentido social, político y reflexivo. Uno de los grandes conceptos que tracciona la obra, que está situada en 1937 durante la Guerra Civil Española, es que, hacia el final, uno de los personajes dice que cuando por fin encuentren el cuerpo de Lorca, lo saquen de esa fosa y lo entierren donde se merece, todo esto tendrá un sentido; el país tendrá un futuro y podremos seguir mirando hacia adelante y construyendo. Bueno, primero que eso todavía no pasó, lo cual es fuertísimo, muy desgarrador. El autor es muy inteligente en haberlo escrito tanto tiempo después y hacer imaginar a ese personaje que eso iba a pasar en el tiempo corto, porque no pasó.

“En Argentina, la identidad de los desaparecidos y la importancia de recuperar esa memoria y mantenerla viva era un debate que ya estaba zanjado. Pero hoy es muy evidente el nivel de atraso con el desfinanciamiento de los organismos de memoria, de cultura y de justicia del Estado. Es como discutir cosas de la Segunda Guerra Mundial o de la Guerra Civil. Justo ayer escuchaba a Sbaraglia que decía: ‘No está en peligro el cine argentino, está en peligro la Argentina’. A mí lo que me resulta desolador es que realmente siento que están desarmando todo lo que nos constituye como país. Creo que la cultura, que fue muy atacada desde el principio, es una gran amenaza para el planteamiento de derecha porque trae memoria, identidad, dignidad, y por eso se la agarran siempre con los referentes artísticos y con los aparatos que financian el arte en este país. Me preocupa ver cómo podemos salir adelante y entender que se requiere otro tipo de respuesta colectiva, comunitaria, de encuentro“, sostiene el actor.

-A nivel actoral, ¿qué te atrajo de este proyecto?

-El proyecto me llegó directamente por Alejandro Giles, el director. Yo estaba en un momento bastante recluido, terminando de escribir mi segunda novela. Justo el otro día un amigo de la primaria me dijo: “Nunca te voy a preguntar cómo estás y me vas a decir ‘tranqui’. Siempre tenés el proyecto de ahora, el que viene y los tres proyectos por si algo se pausa”. Y es cierto, tiene razón. Por eso me pregunté bastante si hacer esta obra. Y lo que más me atrajo fue el punto de vista del director sobre la actuación, como, por ejemplo, la agilidad mental y la inclusión del pensamiento para actuar.

-¿Pusiste en pausa la novela que estabas escribiendo?

-Venía escribiendo oculto en mi casa muchas horas desde muy temprano, 7, 8, 9 horas todos los días, y después frenaba para dar un taller de escritura creativa. Entonces, me estaba costando mucho aprender el texto de la obra porque no tenía el foco puesto en eso. Me angustiaba y me sentía culpable hasta que en un momento dije: “Esto no da para más”. Pausé la novela y en cuatro días aprendí el guion. Ahora espero volver a sentarme por las mañanas a terminar la novela.

-Además del teatro y tu novela, ¿qué otros proyectos te tienen tan ocupado?

-Este año quiero dirigir, sea lo que sea. Con Ulises Ulloa, mi excuñado y amigo, estamos escribiendo tres proyectos para dirigir cortos este año. También estoy escribiendo series y películas; algunas están más desarrolladas que otras y estamos contactando productoras de acá y de afuera para darles curso.

-Ya pasaron dos años del estreno de El amor después del amor. ¿Cómo ves hoy ese cambio en tu vida por el furor de la serie?

-Hay algo de verme con gente y saludar que es natural para mí porque tengo amigos por todos lados. También, como mi papá es director de circo y artista, siempre estuve en espacios artísticos, con elencos, compartiendo con otras personas. En ese sentido, mi vida no cambió nada. Y a la vez, al momento del estreno cambió absolutamente todo, sobre todo en términos de intimidad. Hubo algo que se perdió y se volvió extremo, como que mi intimidad pasó a ser pública.

-¿Te costaba el reconocimiento en la calle?

-Es un cambio muy fuerte en el día a día. Te sentís un poco más observado, pero no mucho más que eso. Tal vez, al principio era un poco más invasivo, y eso lo puede incorporar con humor a la obra Hokusai, pero hay algo muy lindo del encuentro con la gente. Cuando te dicen “me conmovieron y me hicieron pensar en mi historia, en mi vida”, uno lo agradece porque no está hablando de la fama en sí, sino de un proyecto artístico.

-¿Te molesta el concepto alrededor de la fama?

-Justo ayer escuchaba a Alan Sutton, que es un amigo músico, y decía: “Para mí, la fama no es un fin sino un medio en sí mismo”. Y en este momento estoy pensando mucho en eso. La fama es una idea, pero esto de la repercusión, de la llegada, ¿para qué lo usamos? Hoy, para mí, tiene que ver con la conciencia sobre el uso perjudicial del celular, sobre la importancia de los lazos, de encontrar cada uno un sentido en sí mismo que haga que la existencia sea suficiente y grata, de encontrarnos, de la honestidad, de la alegría. Son cosas que estoy intentando incorporar a mis proyectos artísticos.

-Hablás del uso perjudicial del celular. ¿Es algo que te afectó con el boom de la serie?

-Yo no tenía Instagram y lo abrí cerca del tiempo en el que salió la serie. Y me llevó tiempo identificar que el solo hecho de tener esa cuenta traía aparejado un sufrimiento inherente. Por eso, en el último año tengo casi siempre el celular apagado y lo prendo solo para hacer algo puntual, que anoto previamente, e intento salir lo más rápido posible porque sé que el tiempo ahí es un infierno. Y no es solo el tiempo que estás con el celular sino también el tiempo que estás fuera, pensando en el teléfono. Eso, creo, fue muy fuerte para mí en el sentido de que explotó el celular, explotó el Instagram, explotó la cosa pública.

-En alguna nota dijiste que, quizás, veías como un sueño más lejano y “medio loco” tener una banda de rock. ¿Eso es real?

-La música me parece lo más lindo del mundo. En mi familia son todos melómanos, tengo una tía abuela que es violinista y desde chico toco el piano. Cuando digo que es un sueño es porque no paro de soñar, me encantaría hacer eso como otras millones de cosas. No soy músico, no sé leer partituras. Me paso horas en mi casa tocando el piano en total oscuridad, improvisando y jugando. De ahí a que mi sueño sea eso... Ya fui músico haciendo a Fito .

-¿Fue difícil sacarte al Fito personaje de encima?

-Las primeras semanas creo que había gestos residuales. Pero cuando terminó el rodaje, estábamos en Colombia, me empezó a doler mucho la panza y al día siguiente estuve todo el día vomitando. Mis compañeros me cargaban diciendo que estaba vomitando al personaje y todo lo que había incorporado. Para mí, eso fue una limpieza importante, y al toque me corté el pelo y tomé sol después de mucho tiempo.

-¿Seguiste en contacto con él o hablaron solo durante la preparación para la serie?

-Cuando se estrenó la serie me mandó un mensaje muy hermoso agradeciendo y felicitándome por cómo había encarado con tanta responsabilidad un trabajo tan grande. Me dijo que lo había hecho muy bien, con mucho talento y corazón. Para mí eso fue un regalo. Después tuvimos algunos intercambios y le recomendé libros para el cumple de su hija Margarita , pero no mucho más.

-Actoralmente, ¿tenías miedo a quedar pegado a ese personaje? En tu obra, Hokusai, mencionabas los casos de Daniel Radcliffe y Elijah Wood a diferencia de Robert Pattinson, que logró despegarse.

-Robert Pattinson es un gran ejemplo porque él habla pésimo de Crepúsculo, dice que era horrible y lo odiaba. Y es un caso muy distinto al mío porque para mí fue una gran experiencia, aprendí mucho y me gustó el resultado final. Pero es notable cómo él armó una carrera de un actor autor que elige sus proyectos y tiene algunas películas no muy vistas, como High Life, de Claire Denis, que son joyas del cine. Algo de eso es interesante, creo que se trata de tener calma y confiar. En proyectos como este del San Martín hago algo muy distinto que me pone en otro registro, pero tampoco me preocupa mucho salir a demostrar que puedo hacer otras cosas. Con el tiempo se va a dar.

Para agendar

La piedra oscura, con Martín Urbaneja, Iván Hochman y Milagros Almeida. Sala: Cunill Cabanellas del Teatro San Martín (Corrientes 1530). Funciones: miércoles a domingos, a las 19.30, hasta el 31 de agosto.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/ivan-hochman-su-vida-despues-del-boom-de-la-serie-de-fito-paez-su-famoso-padre-y-el-sueno-que-cumple-nid01082025/

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