“El remolcador humano”: llevó a nado una balsa con 15 marinos para salvarles la vida bajo un ataque japonés en la II Guerra Mundial

Pocos minutos después de la una de la mañana del 5 de septiembre de 1942, el destructor USS Gregory de la armada estadounidense se hundió en las aguas del Pacífico Sur, en algún lugar del archipiélago de las Islas Salomón. La embarcación había sido descubierta y atacada con ferocidad por barcos japoneses, en el contexto de la llamada batalla del Guadalcanal, donde se enfrentaron nipones y norteamericanos durante la Segunda Guerra Mundial.

En la densa oscuridad de la noche, en medio de la desolación y entre los tripulantes de la nave hundida que flotaban en el mar mientras los enemigos no paraban de disparar, surgió un héroe llamado Charles Jackson French. Era un ayudante de cocina negro de 23 años que salvó a una quincena de sus compatriotas, muchos de ellos heridos, al subirlos a una balsa inflable y trasladarlos luego a nado, tirando de una cuerda, por unas aguas atestadas de tiburones. Cuando uno de los marinos le recomendó desde el bote que se les uniera para evitar a estos peligrosos escualos, el heroico camarero contestó: “Les tengo más miedo a los japoneses que a los tiburones”.

Pese a su enorme acto de coraje que permitió la supervivencia de muchos hombres, la marina estadounidense le otorgó como todo reconocimiento apenas una carta de recomendación de un superior. Esto fue denunciado entonces por los medios destinados a la comunidad afroamericana de los Estados Unidos.

French en la marina

French nació en Foreman, Arkansas, el 25 de septiembre de 1919. Tras la muerte de sus padres, se mudo de estado para ir a vivir con una hermana, en Nebraska. En 1937, decidió alistarse en la marina. Lo destinaron al buque USS Houston, que recorrió diversos puntos del Pacífico, como Hawai, las Filipinas o la ciudad de Shangai. Su función era la de ayudante de comedor de tercera clase, donde debía servir comida a la tripulación, limpiar las mesas y mantener el comedor ordenado.

En aquel tiempo, ese era el único puesto al que podía aspirar un negro en la Marina de su país. En 1941, French dejó la vida como marino para retornar a su hogar en Nebraska, pero decidió volver a la armada luego del ataque de los japoneses en Pearl Harbor. Entonces fue cuando se unió a la tripulación del USS Gregory. Era el mes de marzo de 1942 y el marinero era ahora ayudante de cocina de primera clase. Ahora atendía el comedor de los oficiales y limpiaba sus camarotes.

El Gregory fue destinado a patrullar las aguas del pacífico sur durante la llamada batalla o campaña del Guadalcanal. El nombre se corresponde a la isla principal de las que forman el archipiélago de Salomón, que era un territorio disputado entre japoneses y estadounidenses, al igual que el resto de las ínsulas del lugar. Si bien esta contienda se extendió entre el 7 de agosto de 1942 y el 9 de febrero de 1943, el USS Gregory no llegaría hasta el final del conflicto. Su noche final sería la que va del 4 al 5 de septiembre de 1942.

El hundimiento del USS Gregory

El destructor donde viajaba French venía de desembarcar a unos marines en la isla de Savo y navegaba entre esta y Guadalcanal en una noche que, pese a la espesa neblina, parecía mansa. Junto al USS Gregory navegaba otro destructor connacional, el USS Little. Contra las apariencias, de mansa aquella jornada nocturna no tendría nada. A la distancia aparecieron tres destructores japoneses, el Yudachi, el Hatsuyuki y el Murkumo, con la intención de atacar posiciones de los norteamericanos en tierra.

Cuando desde el Gregory y el Little vieron los destellos de los disparos de los barcos enemigos, comenzaron a dudar entre entrar en combate o escapar de la zona en el máximo de los silencios. Eso estaban dilucidando los capitanes de ambas embarcaciones cuando un avión de la marina estadounidense que sobrevolaba la zona también vio los destellos de las naves japonesas y, creyendo que se trataba de submarinos, arrojó cinco bengalas lumínicas para poder desentrañar su posición.

La mala suerte quiso que las luces arrojadas por el avión no revelaran la existencia de submarinos sino que iluminaron las siluetas de los barcos norteamericanos, que fueron así descubiertos por los barcos nipones. Ahí comenzaron un ataque feroz y expeditivo hacia ellos. Como resultado, el Gregory fue impactado, explotaron sus calderas y pocos minutos más tarde fue devorado, entre llamas, acabando con buena parte de sus 141 tripulantes. Un destino similar correría el USS Little.

Fue Robert Adrian, alférez en el USS Gregory quien registraría mejor que nadie la catástrofe de la nave y el colosal acto de heroísmo del ayudante de cocina. Este marino, oriundo de Oregón, perdió un rato la conciencia y recibió heridas en las piernas a consecuencia del impacto de los proyectiles en la embarcación. Cuando volvió en sí, apenas tuvo tiempo de eyectarse del barco que se hundía y quedó flotando gracias al chaleco que llevaba puesto.

En medio del caos, emerge un héroe

Aquí y allá los sobrevivientes se aferraban a lo que sea que flotara para no sucumbir al agotamiento. Además, lejos de haberse tranquilizado, los japoneses continuaban atacando a sus enemigos, ahora apuntando con reflectores y disparando contra los hombres que se mantenían en la superficie acuática.

En ese estado desesperante, apareció French. Con su metro setenta de altura y sus 75 kilos, una contextura nada hercúlea, de alguna manera se las arregló para encontrar en la debacle una balsa salvavidas y trasladarla para ir subiendo en ella a los marinos que encontraba heridos. Así dio con Adrian, a quien también ayudó a subirse al bote salvador.

Cuando todos estaban sobre la pequeña embarcación -las crónicas hablan de unos 15 marineros, todos blancos-, Adrian notó que la corriente los estaba llevando hacia la posición enemiga, y así se lo hizo saber al ayudante de cocina. Sin dudar un segundo, French se ofreció para llevar la balsa, a nado, lejos de los japoneses. Aseveró que era un buen nadador y de inmediato se anudó una cuerda a la cintura.

Antes de que el negro se lanzara al agua, el alférez trató de disuadirlo, advirtiéndole que el agua estaba llena de tiburones, pero el valiente hombre le respondió: “Les tengo más miedo a los japoneses que los tiburones”. Y a continuación, le dijo a su compañero de bote: “Usted solamente dígame si voy por el camino correcto”.

French nadó entre seis y ocho horas acarreando la balsa con los hombres heridos. Al amanecer, aviones de reconocimiento aliados los divisaron y pronto enviaron una lancha de desembarco para recogerlos y ponerlos a salvo. La enorme hazaña de Charles Jackson French se había llevado a cabo: los hombres habían sobrevivido a los japoneses y a los tiburones.

“El remolcador humano”

Poco tiempo después, el 21 de octubre de 1942, el alférez Adrian asesoró una recreación radial de lo que había sucedido en las aguas del Pacífico. Fue en el programa radial de la NBC llamado It Happened in the Service. En aquel momento, él solo sabía que a quien le había salvado la vida le decían “French”, pero no tenía idea de su nombre y tampoco estaba seguro de que ese fuera su apellido. Sin embargo, en ese programa radial el marino se mostró absolutamente agradecido al ayudante de cocina y aseveró: “Y puedo asegurarle que todos los hombres de esa balsa están agradecidos al ayudante de comedor French por su valiente acción frente al Guadacanal aquella noche”.

La agencia AP se hizo eco de la noticia y pronto, aún sin saberse el nombre completo del héroe, una compañía de chicles, la War Gum Trding Card Company, que vendía estas golosinas con tarjetas o postales que retrataban acontecimientos heroicos de la Segunda Guerra, publicó una ilustración de la hazaña de French. Allí se veía en una imagen a todo color la figura del ayudante del comedor en las aguas con una soga que tiraba de una balsa cargada de hombres heridos y, en otro sector de la imagen, sobresalían de la superficie dos aletas de tiburones. La imagen solo tenía la siguiente leyenda: “Nadador negro arrastra sobrevivientes”.

La NBC finalmente dio con la historia de vida y el nombre de French que, una vez descubierta su identidad, fue llamado “el remolcador humano”. También tomó esta noticia el Pittsburgh Courier, uno de los periódicos más importante para la comunidad afro en los Estados Unidos. En un vehemente editorial, este medio ponderó el heroísmo de French y se quejó a su vez del hecho de que los negros solo pudieran ocuparse de la cocina y otras tareas de servicio o limpieza en los buques de la armada.

“Fue despreciado y luego admirado”

“No hay muchas oportunidades de heroísmo en la cocina de un barco o en la sala de oficiales -decía el comentario editorial-. Pero todos los hombres de un barco están en peligro en tiempo de batalla, independientemente de dónde presten servicio o de cuál sea el pigmento de su piel. Aunque el ayudante de comedor Charles Jackson French, de Arkansas, no tenía un trabajo heroico, él lo convirtió en heroico. Él, que había sido despreciado como un hombre de casta y congelado en su estatus, de repente fue admirado como un salvador”.

Como sea, y pese a las protestas de este diario, el ayudante de cocina no recibió un reconocimiento por su grandiosa gesta. Algunos de sus compañeros lo recomendaron para la Cruz de la Marina, la segunda condecoración más alta debajo de la Medalla de Honor del Congreso, pero eso no prosperó. French solo recibió una carta de recomendación del Almirante William F. Halsey Jr., comandante de la Flota del Pacífico Sur “por su meritoria conducta”.

Pero el texto del reconocimiento escrito por el Almirante contenía un error considerable: decía que French había nadado “durante más de dos horas sin descanso, intentando así remolcar la balsa”, cuando en realidad, el ayudante de cocina había estado entre seis y ocho horas braceando con el bote en el otro extremo de la cuerda.

French continuó por un tiempo en la marina, siempre en tareas de servicio y después se supo poco de su vida. Pero el escritor Chester Wright tuvo la oportunidad de cruzárselo en San Diego, California, donde lo escuchó contar su experiencia. Wright escribió este relato en su libro Hombres negros en aguas azules, y allí registra que el ayudante de cocina contaba risueño que estuvo a punto de orinarse cuando sintió a los tiburones rozarle los pies, pero que luego pensó: “No van a tener ganas de comer a un negro asustado”.

Un reconocimiento póstumo

En otra parte del repaso de su experiencia, recuerda el escritor, el bueno de French se puso verdaderamente furioso. Fue cuando recordó que, luego de haber salvado a todos esos compañeros, cuando llegaron a un campo de descanso, las autoridades quisieron separarlo de sus camaradas simplemente porque él era negro. Por suerte, los blancos se negaron a esta separación, diciendo que estaban dispuestos a irse a las manos con tal de que no los separaran del ayudante de cocina.

Wright remata su historia sobre French escribiendo que era muy probable que el negro hubiera regresado con estrés postraumático de la guerra por todo lo que había vivido y que también era posible que lo dieran de baja por problemas mentales. Otros cronistas dicen que French se volcó al alcoholismo. Lo cierto es que, abandonado a su suerte, este héroe falleció el 7 de noviembre de 1956 y sus restos descansan en el Cementerio Nacional de Fort Rosecrans, en San Diego.

La gran paradoja es que French era un excelente nadador en tiempos en los que casi todas las playas públicas y piletas estaban prohibidas para los hombres llamados eufemísticamente “de color”. Los que escribieron acerca de su historia aventuran que aprendió en el Little Red River y en las canteras de piedra cerca de Foreman, su ciudad natal, en Arkansas.

Para terminar con una buena noticia esta historia de valentía vale decir que la armada de los Estados Unidos tiene planeado el diseño de un destructor de clase Arleigh Burkle, que será bautizado USS Charles J. French, en honor al heroico marino. Al menos así lo anunció en enero de 2024 Carlos del Toro, el Secretario de la Armada de los Estados Unidos en la gestión del presidente Joe Biden.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/el-remolcador-humano-llevo-a-nado-una-balsa-con-15-marinos-para-salvarles-la-vida-bajo-un-ataque-nid26022025/

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