De no creer | Bajo protesta: quiero al león, no al gatito
¿Qué le han hecho a mi Javi, eh, eh? ¿Quién le lavó la cabeza? ¿Lo hechizaron en una macumba, pasó por el tarot de Karina? Qué triste y subversiva imagen la de la ...
¿Qué le han hecho a mi Javi, eh, eh? ¿Quién le lavó la cabeza? ¿Lo hechizaron en una macumba, pasó por el tarot de Karina? Qué triste y subversiva imagen la de la cadena nacional de anoche, tan controlado, tan modocito, tan espantosamente correcto; digámoslo: tan poco Javi. Me cuentan que le pidió a su estilista personal, la diputada Lili Lemoine, que esta vez no lo despeinara, que quería lucir prolijo, acicalado. Un horror. El outfit –traje gris tonalidad crisis, corbata en las fronteras del negro, camisa celeste estándar empleado público– venía a acompañar esa escenografía explícita de que el horno no está para bollos. Casi, casi, Zelenski anunciando la invasión rusa. Nada del loco lindo cuya fama dio la vuelta al mundo. Seré sincero: yo no voté a un dirigente de la franja del medio, sino a un marginal, un irreverente, el más malo del barrio. Me ilusioné con que tornillos desajustados y una cabeza sin muebles eran la condición indispensable para animarse a poner el país patas para arriba. Y me encuentro, a la vuelta de unas elecciones de concejos deliberantes y consejeros escolares, que se llevaron al León y nos dejaron un presidente. Que me devuelvan la guita de la entrada.
Dirán que el Pelu es un notable intérprete de libretos escritos por otros, o por otro –básicamente, Santi Caputo, Caputín–, y que entonces corresponde llevar el reclamo a esa oficina. Minga. Caputín no tiene Dios, ni patria, ni bandera, y hoy te hace insultar y tirar minas antipersonales en las redes, y mañana te llama a recato, a vestirte de velorio y hablar 15 minutos en modo lectura de tesis doctoral. Me niego a dirigirme a ese sujeto, al que no me cuesta nada imaginar como asesor de Massita. Cuando trabajaba para Durán Barba, de día pergeñaba estrategias con el presidente Macri, principal cliente de la consultora, y de noche con nombre cambiado tuiteaba barbaridades sobre Macri; le dieron la cana y terminó de patitas en la calle. Yo quiero entenderme directamente con Javi. Javi: un discurso por cadena de un cuarto de hora, leído, sin gritos, sin mandriles ni ensobrados, sin ratas ni degenerados fiscales, sin el santo y seña de “¡Viva la libertad, carajo!, no es, disculpame, un discurso tuyo. Amo las charlas TED, pero vos estás para prender fuego. Tu encanto es fingir enojo y demencia, disfrazarte de justiciero. ¿Ya no tenés enemigos? ¿Ya nada que reclamarle a la herencia kuka, al enano comunista, a la presa de la calle San José? ¿Ya te parece suficiente el nivel de odio a los periodistas? Please, mirá la cadena de anteanoche y comparala con tu stand up en el Luna Park, en mayo del año pasado: te lavaron, plancharon y almidonaron. Te robaron el alma. Qué desalmados.
Me pongo en la piel de un ciudadano cualquiera. Estábamos inmersos en un agudo proceso de reculturización en el que aprendimos a desconfiar de los discapacitados y de las universidades, a enojarnos con los vagos del Garrahan, a asimilar como necesario que los abuelos pasaran hambre, a pedir pena de muerte para los gobernadores. Y, de pronto, el Presi aparece una noche, formalote y circunspecto, y nos dice que habrá aumento para jubilados, universidades y pensiones por discapacidad, y que quiere trabajar “codo a codo” con los gobernadores. OK, comprendido el mensaje: la realidad es dinámica. Me pregunto qué otras cosas nos tocará ahora desaprender. Acaso el discurso dominante será que en política se trata de dialogar y negociar, que las víctimas del ajuste merecen ser atendidas, que no conviene seguir cavando grietas, que la casta forma parte del paisaje y, si se la mira bien, no es tan perversa. Ufa, cómo me va a costar el cambio de vestuario. Pelu, ¿me prestás el traje gris?
A no protestar, porque a nadie se le debería hacer más cuesta arriba el nuevo mensaje que al propio Presi. Él, tan guionado para la guerra, se ha puesto al frente de la cruzada de solidaridad, e incluso arma mesas para reunirse con los de la costa de enfrente. No estaría mal una mesa sostén espiritual de Javi, con psicólogos, psiquiatras, terapeutas ocupacionales y curas. A mí no me gusta nada haber perdido al anterior, pero él insiste con la reencarnación. Sábado antes de las urnas, león; domingo a la noche, gatito; ayer, paloma de la paz.
Un lince.
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