Duro documento de un exministro sobre el dólar, el PBI y el pago de la deuda en 2026
El proyecto de presupuesto 2026 que el presidente Javier Milei presentó anoche y ya giró al Congreso, según la mirada del exministro de Economía, Hernán Lacunza, presagia nada más y nada meno...
El proyecto de presupuesto 2026 que el presidente Javier Milei presentó anoche y ya giró al Congreso, según la mirada del exministro de Economía, Hernán Lacunza, presagia nada más y nada menos que el “fin de la motosierra”. Arrancará, cree, con una negociación en “terreno árido”, y presenta -según el titular de Empiria- previsiones “optimistas” e “irreales”. El gran desafío, como estima el mercado, será la deuda.
El informe de la consultora, que dirige Lacunza, destaca que luego de dos años sin presupuesto nacional -se prorrogó el previo- el proyecto de presupuesto para 2026 llega "en plena tensión política y financiera preelectoral" y en una dinámica en el que la oposición y los gobernadores “empezaron a desafiar la viga maestra del programa con leyes que amenazaban el equilibrio fiscal y obligaron a sendos vetos”.
El equipo del exministro, luego de la cadena nacional en la que Milei presentó el proyecto, prevé que “el Ejecutivo se mostraría más flexible y pragmático en la negociación política, con objeto de darle mayor consenso político al marco fiscal”. Sin embargo, los especialistas de la consultora creen que es “difícil que avance antes de las elecciones, e inclusive hasta el cambio de las cámaras el próximo 10 de diciembre”. En ese contexto, le será difícil al oficialismo escapar al “regateo político”.
Para los técnicos de Empiria, el proyecto de presupuesto 2026 del equipo del ministro de Economía, Luis Caputo, sentó previsiones entre “optimistas” e “irreales” para ese año. “Ilusionismo macroeconómico”, fue la descripción que hicieron en esa consultora sobre las estimaciones vinculadas al producto bruto interno (PBI) o al valor que tendrá el dólar.
“El punto de partida oficial ya luce optimista”, estimaron en la consultora y luego enumeraron: para el cierre de 2025, el proyecto que se debatirá en el Congreso postula un crecimiento del 5,4% (Empiria 3,7%), “que exigiría un imposible aumento del 1% mensual (sin estacionalidad) en el segundo semestre (viene cayendo desde febrero); una inflación de 40,3% punta a punta (Empiria 33%), que supone un 1% promedio mensual hasta fin de año, y un tipo de cambio de cierre en ($1325 en diciembre versus Empiria $1674) inferior al actual ($1465)”.
Según la proyección oficial en la letra chica del presupuesto 2026, el PBI crecería 5%, mientras que para Empiria, 3,4%. Es “un pronóstico optimista teniendo en cuenta la tendencia actual y los ajustes pendientes (tipo de cambio), motorizado por el 4,9% del consumo privado (Empiria 2,2%) y el 10,6% de las exportaciones (Empiria 6,3%) y 11,1% de las importaciones, en línea con la apertura comercial”.
“En cuanto a las variables nominales, postula una inflación promedio de 13,9% (0,8% promedio mensual) y un tipo de cambio de apenas $1423 para el fin del período (Empiria $1836), 3% inferior al cierre de ayer (no va a pasar)”, estimaron desde la consultora que dirige Lacunza.
¿El fin de la motosierra?Empiria destacó que en 2026 se prevé un resultado fiscal primario de 1,5% del PBI -igual al de 2025 y muy por debajo del 2,2% planteado en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional-, con un superávit financiero de 0,3%. “Tiene implícito un crecimiento real de los ingresos del 6% de la Administración Nacional, consistente con el crecimiento del PIB del 5,4%”, indicaron. Los tributos que aportarían mayor crecimiento real son Combustibles (+51% real), como consecuencia de la actualización real de la alícuota postergada en los últimos meses, Derechos de Importación (+13% real) y Ganancias (+9% real).
“Las proyecciones de recursos sugieren que el Gobierno no proyecta un recorte de impuestos para 2026″, señaló la consultora privada.
Con el margen que permiten los mayores ingresos, indicaron en la consultora privada, el gasto total del sector público nacional aumentaría un 0,2 puntos porcentuales (p.p.), con un alza de 0,1 p.p. del gasto corriente y 0,1 p.p. del gasto de capital (obras e inversiones).
“El gasto en seguridad social aumenta 5% en términos reales y pasaría de 6,4% a 6,5% del PBI, en línea con la desinflación estimada (dado que la fórmula actualiza por la inflación 2 meses previos). Las transferencias a universidades se estima estarán constantes en torno al 0,5% del PBI. El gasto en Salud crece 17% en términos reales, y el de Educación crece 8% real. Del otro lado, los subsidios se reducen en 0,2 pp del PBI.
Los intereses pagados se mantendrían constantes en términos del PBI en torno al 1,2% del PBI, un nivel históricamente bajo -téngase en cuenta que la deuda con intereses capitalizables omite la contabilización de los servicios en el déficit-”, estimó el documento de Empiria.
“La sostenida suba del riesgo país y las tensiones cambiarias (idealmente postergables hasta después de las elecciones) siembran dudas respecto a la capacidad de completar el acceso al mercado voluntario de crédito para atender las obligaciones de capital e intereses, en pesos y dólares, para 2026: en dólares unos US$18.000 millones en total (unos US$10.000 millones con privados, el primer vencimiento de US$4500 millones en enero) y en pesos unos $128 billones (11,2% del PBI)”, estimó el exministro sobre una duda que comienza a verificarse en el precio de los bonos y la suba del riesgo país.
Según Empiria, en el proyecto, el Gobierno prevé un financiamiento neto de 0,3% del Fondo y otros organismos internacionales (pagos de capital versus desembolsos), y proyecta seguir utilizando como principal fuente de financiamiento a la deuda interna en pesos capitalizable (por 5,2% del PBI, unos $ 57 billones), “cuyos intereses no se registran en el resultado fiscal publicado, y por ende permiten mostrar un resultado financiero superavitario con un esfuerzo fiscal primario menor”.
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