Las cinco respuestas que generan malos entendidos en WhatsApp
Vivimos inmersos en la ...
Vivimos inmersos en la cultura de la inmediatez, donde contestar al instante los mensajes que llegan al celular parece casi una obligación. Sin embargo, esa rapidez al responder una notificación de WhatsApp puede dar lugar a malentendidos y conflictos innecesarios. En este contexto, Sonia Díaz Rois, coach, mentora y especialista en gestión de la ira y desarrollo emocional, dio a conocer cuáles son las cinco respuestas más comunes que, lejos de acercarnos, pueden generar tensión en nuestras conversaciones digitales.
La primera respuesta que suele generar malos entendidos está vinculada al doble check azul o doble tilde de WhatsApp. Muchas personas interpretan que, si su mensaje fue leído y no se responde de inmediato, significa desinterés o falta de importancia, según relató en Semana. En realidad, el otro puede estar ocupado o preferir contestar con calma. Esta interpretación errónea surge de la cultura en la que se asume que todos deben estar siempre disponibles, lo que puede generar ansiedad y conflictos innecesarios.
La segunda es aquella que se da en medio de la ira, la ansiedad o la frustración. Cuando una persona responde enojada, lo hace sin filtrar ni ordenar sus emociones, lo que suele derivar en mensajes cargados de tensión, reproches o palabras mal elegidas. El problema no solo radica en el contenido, sino también en el tono que el receptor interpreta, ya que en un chat escrito no existen matices de voz ni expresiones faciales que puedan suavizar la comunicación. Muchas veces, lo que en realidad era una molestia momentánea termina escalando a un conflicto mayor solo por no esperar a que la emoción se calme antes de responder.
Otra es el uso de frases acompañadas de puntos suspensivos, como “ok…”, “ya…” o “veremos…”. Aunque para quien las envía pueden parecer expresiones neutras o informales, para quien las recibe se convierten en un espacio abierto a la interpretación. Ese vacío genera la sensación de que hay algo implícito que no se dice: una crítica, una ironía, una señal de enfado o incluso un desinterés disimulado. Así, un simple signo de puntuación puede alterar por completo el sentido de una conversación, despertar inseguridades o generar tensión innecesaria. La falta de claridad en este tipo de respuestas hace que lo que pretendía ser un comentario breve termine provocando malestar y distancia en la comunicación.
Los emojis también forman parte de las respuestas que, lejos de aclarar, pueden complicar la comunicación. Aunque se convirtieron en un recurso universal, no siempre transmiten lo mismo para todas las personas. Un mismo emoji puede interpretarse como ironía, cariño, burla o desinterés, ya que depende del vínculo entre los interlocutores y del estado de ánimo de quien lo recibe. De esta manera, lo que para una persona puede ser un gesto simpático o una forma de suavizar el mensaje, para otra puede resultar ofensivo o generar dudas sobre la verdadera intención.
Por último, otra respuesta que tiende a crear tensiones es el uso de mayúsculas en todo el mensaje. En la comunicación digital, las mayúsculas son interpretadas como un grito, una advertencia o un tono agresivo, aunque esa no haya sido la intención de quien escribe. El receptor puede sentirse atacado o presionado, lo que condiciona negativamente la interacción. Incluso en contextos informales, ver un mensaje en mayúsculas activa una sensación de urgencia que rompe con la naturalidad de la conversación. Por eso, este recurso, que a veces se utiliza simplemente para resaltar una idea o captar atención, suele provocar el efecto contrario: alejar, generar incomodidad y predisponer a la defensiva a la otra persona.
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