Pina Bausch: ecos de la gran bailarina y coreógrafa alemana, a 45 años de su primera vez en Buenos Aires
Hace 45 años, ...
Hace 45 años, Pina Bausch y su compañía Tanztheater Wupperta presentaron en la sala Martín Coronado del Teatro San Martín un programa integrado por la obras Consagración de la primavera, La segunda primavera y Café Müller (uno de sus trabajos más emblemáticos) y Patio de contacto. Fue la primera vez que el público argentino tomó contacto directo con esta bailarina, coreógrafa y directora alemana de fama mundial, fallecida en 2009.
Fue tal el impacto que generó aquello, que superó ampliamente la frontera de la danza contemporánea. De hecho, hace pocas semanas, cuando los integrantes fundadores del grupo El Periférico de Objetos, colectivo clave en el mapa del teatro objeto, presentaron en la muestra/instalación “Máquina Teatro” en el Museo de Arte Moderno, se refirieron tanto a su influencia como a la del director polaco Tadeusz Kantor, que años después también pasó por el San Martín. En aquellas funciones en la Martín Coronado, que estuvieron siempre repletas de público, también estuvo el artista plástico Guillermo Kuitka. Aquello lo perturbó tanto que, al año siguiente y con apenas 19 años, viajó a Alemania para conocerla. Efecto Pina.
“Cuando comienza Café Müller -música de Henry Purcell, colmado el escenario de mesas y sillas vienesas- los seres que allí aparecen son casi objetos, desmañados en un camino que no saben cómo transitar. No puede darse explicación a lo que acontece, captar en palabras un desarrollo, porque la descripción traduce la enorme, infinita incomunicación de lo que solo se explica a través del amor. La torpeza y ceguera de quienes no saben como aprisionar el amor, como entregárselo, como pedirlo, cómo sentirlo, vagando a tumbos en un mundo que no parece tener consistencia ni solución”, sostuvo una crítica de LA NACION, del 25 de julio de 1980.
A tanto de aquello, desde el miércoles 17 de septiembre en el mismo Teatro San Martín se inician las Jornadas Pina Bausch, organizadas por el Centro de Documentación de Teatro y Danza Ana Itelman (Cedoc). Ese mismo día, a las 20.30, se proyectará en la sala Leopoldo Lugones la película Pina, del director germano Wim Wenders en cuyo afiche se leía: “Dance, dance, dance. Otherwise, we are lost” (bailemos, bailemos, bailemos; de lo contrario, estamos perdidos). La genial película permite a iniciados y profanos acercarse la obra de la gran coreógrafa alemana, fallecida cuando estaba a punto de comenzar el film de ballet cuya dirección compartiría con su amigo Wenders. Fue justamente la insistencia de los bailarines del Tanztheater Wuppertal, su compañía, la que logró que el realizador alemán retomara el proyecto. Claro que, en el camino, dejó de ser un film sobre Pina, y se volvió uno para Pina.
“No tengo una concepción del teatro-danza. Cada espectáculo es distinto. No proyecto nada de antemano, sino que voy armando todo a medida que se gesta un espectáculo con mis artistas. Pienso siempre en el ser humano, no tengo conceptos a priori. A la hora de crear una obra no tengo un plan previsto, pero sí mucho material. Voy al revés: en lugar de comenzar de un punto a desarrollar el todo, empiezo del todo hasta concentrarlo en aquello que me pareció más atractivo, y pongo las partes juntas como en un rompecabezas”, le dijo al diario Clarín en aquella primera visita, durante la cual tomó contacto con bailarines locales, visitó sitios de tango y no dejó de caminar por la ciudad, con un cigarrillo siempre encendido.
La coreógrafa/directora regresó al San Martín con su compañía en 1994. En esa oportunidad presentó su obra Bandoneón, montaje que había nacido en un recorrido que la creadora realizó por La Boca y Dock Sud en su viaje anterior. “Vi esos barcos exilados, esa atmósfera de la ciudad de los tangos, y me emocionó profundamente”, recordó en un documental filmado en esos días. Tanto Bandoneón como Café Müller transcurren en escenarios vacíos, austeros, con mesas y sillas desparramadas por ahí. Ese mismo escenario que ocupa la primera secuencias de la película Todo sobre mi madre, de Pedro Almodóvar (otro de sus grandes admiradores), en la que aparecía la misma Pina.
CronogramaEn lo que hace a las jornadas del Cedoc, el jueves 18, a las 18, reflexionará su legado un panel integrado Susana Tambutti, coreógrafa e investigadora; Andrés Neumann, productor de Pina Bausch en Europa y Constanza Bertolini, periodista cultural y crítica de danza en LA NACION. De la mesa del viernes, también a las 18, participarán Diana Szeinblum, quien bailó junto con la compañía de Pina Bausch en Alemania y que hace unos pocos años estrenó Obra del demonio, basada en el legado de esta gran creadora; Andrea Chinetti, directora del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín y Pablo Rotemberg, coreógrafo y músico.
“Es la creadora de una nueva orden religiosa”, dijo alguna Federico Fellini sobre esta señora de mirada intensa. Una orden religiosa que, a 45 años de haber pisado por primera vez estas tierras, sus fieles siguen adorando.
Para agendarPina, de Wim Wenders. Miércoles 17 de septiembre, a las 20.30, en la sala Leopoldo Lugones (Corrientes 1539).
Mesas redondas. Jueves 18 y viernes 19 de septiembre, a las 18; en el Cedoc del Teatro San Martín (Corrientes 1530, 4to piso).
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