Jueves, 18 de septiembre
Bonaerenses

Argentina tiene la base para el Mundial 2026, aunque Scaloni tomó nota de las derrotas en casa ajena

GUAYAQUIL, Ecuador (Enviado especial).- El pitazo final de Wilmar Roldán en Guayaquil encontró a la Argentina en silencio. En las tribunas, el ruido era ensordecedor: las cornetas, parecidas a aq...

GUAYAQUIL, Ecuador (Enviado especial).- El pitazo final de Wilmar Roldán en Guayaquil encontró a la Argentina en silencio. En las tribunas, el ruido era ensordecedor: las cornetas, parecidas a aquellas vuvuzelas del Mundial de Sudáfrica, no paraban un segundo y los ecuatorianos celebraban la despedida de Enner Valencia, su máximo goleador, que no volverá a jugar las eliminatorias. Del otro lado, los jugadores argentinos se desplomaban en el césped, agotados por el calor y la humedad, como si no quedara energía. Algunos caminaban lento, con la mirada perdida. No había puntos en juego porque la clasificación estaba asegurada, pero el partido se vivió con la tensión de una final, y a eso se sumaba el desgaste del viaje que ya había pasado y el que todavía restaba hacia los distintos destinos. Fue el cierre de un torneo clasificatorio que se hizo demasiado largo para la selección, y que deja un panorama distinto: varios meses sin competencia real y una lista de futbolistas casi armada, aunque nunca del todo cerrada, camino al Mundial.

El contexto de Guayaquil no ayudó. El clima en la cancha fue pesado y el equipo tuvo que hacer un esfuerzo extra para intentar dar vuelta el resultado. Encima, la expulsión de Nicolás Otamendi dejó al equipo con un jugador menos en un tramo clave, en el que Ecuador sacó la ventaja. Por eso, luego del partido, los futbolistas hablaron más de lo que había significado el proceso que de la caída en sí. No hubo expresiones de derrota. La sensación general fue que todos necesitaban un descanso. En conferencia, Scaloni fue breve en sus respuestas: analizó el partido, lamentó la roja al capitán y destacó la actuación de Ecuador, aunque no fue consultado sobre el futuro. Igual, antes de viajar a Guayaquil ya había dejado algunas definiciones y anticipó que tiene en la cabeza la base del equipo que llevará al Mundial.

Paradójicamente, la selección enfrentará un momento difícil justo ahora, cuando no tiene grandes partidos por delante: Scaloni dispondrá poco tiempo con los jugadores y Argentina pasará más horas en hoteles y aeropuertos que trabajando en Ezeiza, lo que complica la preparación de cara a lo que viene. En octubre habrá una gira por Estados Unidos, con partidos frente a Venezuela y Puerto Rico, dos selecciones que no estarán en el Mundial. En noviembre, la agenda marca viajes a Angola y a la India, todavía con rivales por confirmar. La Finalissima ante España está programada para marzo, aunque Scaloni ya avisó que preferiría no jugarla tan cerca del Mundial. Y en junio, como siempre, se organizarán dos amistosos antes del torneo. Ninguno de esos compromisos tendrá la exigencia de unas eliminatorias: el desafío será mantener a los jugadores concentrados y con ritmo competitivo.

Scaloni también aprovechará este tiempo para repasar errores y ajustar detalles, aun sin tener a los jugadores en el día a día. En los últimos meses se notó una merma del equipo fuera de casa. Más allá de los triunfos en fila ante Uruguay y Chile, hubo señales de alerta en partidos hostiles: la caída 2-1 en Barranquilla frente a Colombia bajo un calor extremo, el empate en Maturín en una cancha arruinada por la lluvia, la caída con Paraguay en Asunción y ahora la derrota en Guayaquil. Escenarios que pueden repetirse en un Mundial y que obligan a pensar alternativas.

El tema central, más allá de los viajes y del análisis interno, es la lista. A simple vista, los nombres parecen estar claros. La base está formada por los jugadores que estuvieron en Qatar, aunque el antecedente de 2022 muestra que siempre puede haber imprevistos: Nicolás González y Joaquín Correa fueron desafectados sobre la hora por lesión, y Giovani Lo Celso, que pintaba para titular, quedó al margen por el mismo motivo. Esos huecos abrieron la puerta a jugadores como Enzo Fernández o Alexis Mac Allister, que terminaron siendo piezas clave. Scaloni aprendió de esa situación y siempre mantiene apuntados a varios futbolistas más allá de los convocados, porque cualquier imprevisto puede cambiar todo.

El margen de sorpresa es hoy más reducido. Sin competencia oficial de por medio, resulta difícil que alguien se gane un lugar de cero. Pero pueden aparecer situaciones excepcionales. También habrá que ver qué pasa con los lesionados: Lisandro Martínez está en recuperación de la rodilla, y Otamendi, por la roja en Ecuador, en principio se perdería el debut en el Mundial, salvo que haya amnistía. Esa baja, por ejemplo, podría empujar a Scaloni a sumar otro central y prescindir de un jugador en otra posición. Lo más probable es que solo dos o tres puestos sigan abiertos hasta el final. Y que la definición pase más por el rendimiento en los clubes que por los amistosos de la selección. En ese sentido, el calendario ayuda poco: habrá pocas posibilidades para probar de verdad. La prioridad del técnico, entonces, será darle continuidad al grupo y mantenerlo unido.

Los campeones, está claro, reciben un trato especial del cuerpo técnico. Se vio en las últimas convocatorias: algunos futbolistas no estaban en su mejor nivel, pero forman parte de la columna vertebral del equipo, que trasciende lo que sucede en la cancha. En el filo de una competencia tan importante, los técnicos suelen evitar cambios que alteren la armonía del plantel, más aún después de todo lo que este grupo de jugadores vivió y demostró juntos, con liderazgos bien definidos y jóvenes que de a poco van haciendo sus primeras armas, pero respetando los rangos.

La selección entra ahora en una etapa distinta. No habrá eliminatorias ni Copas en el medio. Habrá giras, amistosos y mucha espera. El desafío será sostener el fuego interno sin la presión de los puntos y llegar a la cita mundialista con la misma energía que en Qatar. En Guayaquil quedó claro lo costoso que puede resultar un partido aun cuando se juega por el honor. Más allá de la caída con Ecuador, el proceso no acepta demasiadas críticas, aunque Argentina se ganó el derecho a ser exigida siempre, y en esa búsqueda Scaloni ya empezó a pensar en lo que viene.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/deportes/futbol/argentina-tiene-la-base-para-el-mundial-2026-aunque-scaloni-tomo-nota-de-las-derrotas-en-casa-ajena-nid10092025/
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