La casona azul de San isidro y su patio, con parra de 1920, fue restaurado con estilo griego y marroquí para crear un espacio gastronómico

Sillas y mesas azuladas, cerámicas en los mismos tonos, una fuente antigua y una parra centenaria que es testigo del paso del tiempo; si pudiera hablar, sin dudas contaría parte de esta historia. La escena podría ser griega o marroquí, pero ocurre en una tranquila callecita en pleno barrio de San Isidro. Hay aroma a café recién molido, pan fresco y a los primeros indicios de la primavera. Pronto, el patio comenzará a florecer y volverá a estar bien verde, en su máximo esplendor. Así te recibe “Patio Terrero”, un multiespacio que combina gastronomía con sabores del Mediterráneo, diseño, arte y un pintoresco mercado a la calle que abastece a los vecinos de la zona.

En plena crisis se animó a cambiar de rubro

En una mesa, cerca de la cocina, Juan Reynoso Vizcaíno, envía mails con su tablet, pero cada vez que ingresa un nuevo cliente levanta la mirada y los saluda muy amablemente. A los que llegan por primera vez no duda en acercarse a conversar. Juan nació en La Habana, Cuba. Es hijo de un padre argentino y una madre cubana. A los doce años llegó a Buenos Aires y aquí echó raíces. “He viajado mucho y viví en varias partes del mundo como en Haití, sin embargo, me gustó mucho Argentina para criar a mis cuatro hijos”, relata, quien trabajó durante años en el mundo corporativo (bancos, editoriales hasta en los ferrocarriles). Como siempre fue un apasionado de la arquitectura y el diseño y en el 2001, en plena crisis, arrancó un nuevo camino como emprendedor. Un año más tarde, junto a un grupo de amigos montó su primer restaurante en una antigua casona histórica de Belgrano. Él se encargó de ponerla en valor. “Fue un lindo desafío. Después vinieron varios locales más y los mismos clientes comenzaron a encargarme de rediseñar sus casas. Desde entonces, me dedico a reformas, ampliaciones y puesta en valor de casas antiguas y loft en edificios históricos”, cuenta entusiasmado quien se instaló en San Isidro en el 2010.

El arquitecto gastronómico

Todo marchaba bien hasta que en marzo del 2020 llegó la inesperada Pandemia y las obras de Juan quedaron en suspenso. “Todo se paralizó” rememora. Un día mientras salía a caminar para despejarse, a pocas cuadras de su casa, descubrió una antigua casona en estado de abandono. “Me quedé horas en la vereda imaginando restaurar ese patio hermoso con un potencial e historia increíbles”, confiesa. Al día siguiente contactó a su propietaria, Estela, y comenzó a planificar un nuevo proyecto. “La casona y su patio se construyeron en 1920. Pertenecía a DeMaría, un vareador de caballos del Hipódromo de San Isidro. La parra es de 1935. Le propuse abrirlo como un espacio para los vecinos del barrio”, dice.

Meses más tarde aquella visión se volvió realidad: Juan se puso manos a la obra. Para la decoración se inspiró en sus viajes y en su amor por el Mediterráneo. Hay un poco de Grecia y otros aires de Chefchaouen, el llamado pueblito azul en Marruecos. Al espacio lo bautizó “Patio Terrero”. El nombre también es representativo. “La calle del patio es Obispo Terrero al 3022, lo que ayudaba a que el público lo ubique, pero en la arquitectura del Caribe y parte de España, una casa terrero o terrera se denomina a las casas bajas de una sola planta como esta. En el Río de la Plata las llamamos casas chorizo”, asegura.

Primero llegó la inauguración de su estudio de diseño y una pintoresca tienda de arte y decoración. Este está ubicado en el local del fondo, donde el abuelo de Estela tenía el establo para los caballos. Un año más tarde llegó el esperado café bistró que pronto se volvió el alma del lugar con sus mesitas debajo de la parra histórica. El menú ofrece desayunos con pan de masa madre y jugos frescos, huevos benedictinos, tostones con palta y huevo poché, medialunas calentitas con rico café, entre otras tentadoras propuestas. Para almorzar hay ensaladas con aires del mediterráneo, crepes con lomito y algunos platos del día. Por las tardes, las reinas son las tortas caseras: desfilan cheesecakes, brownies, crepes dulces de frutilla y banana acompañados con infusiones y licuados.

Un mercado para el barrio

En el 2024 fue por más y sumó la última gran propuesta: El Mercado con variedad de productos naturales, panes, frutas, verduras, hortalizas, vinos, entre otros. “Cerró este concepto de que lo que consuman en el bistró lo proveemos de nuestro propio mercado. Funciona además como la tienda de cercanía del barrio: el vecino de San Isidro realiza sus compras aquí para abastecer sus hogares”, detalla el emprendedor, que dos veces por semana abastece su despensa en el mercado de abasto de Beccar.

En poco tiempo Patio Terrero se convirtió en un lugar de encuentro en donde convive el arte, la naturaleza y rica gastronomía. El público no es solamente local, en los últimos meses también llegan muchos clientes desde lejos fanatizados con “la casona azul de San Isidro”. Todos se sienten de viaje por un rato y aseguran que el tiempo pasa más lento debajo de la parra. “Me genera mucha satisfacción cuando se acercan clientes y nos felicitan por la reforma. Es un oficio que me apasiona. La gente disfruta mucho de todos los rincones de la casa”, confiesa, quien a sus 67 años sigue soñando proyectos, rodeado de clientes que ya son amigos, sus nietos y la ilusión de convertirse en bisabuelo. “Emprender en Argentina es un desafío, pero lograr un espacio como este es un privilegio y un orgullo personal. Un adulto creativo es un niño que ha sobrevivido”, concluye y se acerca a saludar a una pareja habitué.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/la-casona-azul-de-san-isidro-y-su-patio-con-parra-de-1920-restaurado-con-estilo-griego-y-marroqui-nid09092025/

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