La ansiedad es una respuesta reactiva a una amenaza o una situación de estrés que no solo afecta el estado emocional, sino que también repercute en el cuerpo. Abordar esta condición de manera adecuada permite mejorar la calidad de vida, aumentar la productividad y mantener relaciones sociales más estables. En este contexto, el psicoterapeuta cognitivo Donald Robertson, junto con el filósofo Simon Drew, aseguró que desde el enfoque estoico se pueden encontrar las claves para manejar ese sentimiento de la mejor manera.
El enfoque estoico frente a la ansiedad y el peligro de “luchar contra lo incontrolable”La filosofía estoica ha sido objeto de análisis dentro del campo de la psicología. Profesionales como Simon Drew, conductor del podcast The Walled Garden Philosophical Society en California, Estados Unidos, subrayan que tanto este campo como la terapia cognitivo-conductual coinciden en un principio básico: distinguir entre aquello que está bajo control de la persona y lo que no lo está.
La dificultad surge porque quienes tienen ansiedad suelen intentar modificar síntomas físicos que son involuntarios, como el temblor, la sudoración o la rigidez muscular. Ese esfuerzo, lejos de resolver el problema, genera más tensión y un círculo vicioso de estrés.
Por su parte, Donald Robertson, nacido en Escocia, explicó: “Un estoico diría que estas sensaciones no son ni buenas ni malas, sino simplemente cosas que están sucediendo. La clave es aceptarlas con una especie de desapego doloroso, viéndolas como naturales, inevitables e indiferentes, y abstenerse de quejarse o molestarse por ellas”.
En esa misma línea, agregó: “Luchar contra lo incontrolable a menudo empeora los síntomas, como echar gasolina al fuego”.
Los tres consejos estoicos para manejar la ansiedadA partir de estas distinciones, Robertson explicó que la tradición estoica ofrece tres orientaciones prácticas para quienes buscan reducir la ansiedad:
Aceptar los síntomas fisiológicos: reconocer que la sudoración, el dolor o el temblor son respuestas involuntarias del cuerpo. No deben interpretarse como señales de debilidad ni intentar suprimirlos. “Uno no debería caer en la trampa de enfadarse con ellas o de tenerles miedo porque no son tan importantes en la vida”, explicó.Asumir responsabilidad sobre los pensamientos: identificar que la preocupación es un proceso voluntario y que es posible regularlo. Esto incluye aplazar pensamientos en momentos donde interfieren con actividades esenciales, como el descanso. Sin embargo, hay muchas personas que creen que no son capaces de dejarlos para otro momento y que incluso “sería peligroso hacerlo”, pero aclaró que “están equivocadas”.Reorientar la atención hacia las acciones: en lugar de enfocar la energía en controlar resultados inciertos, dirigirla hacia lo que está bajo dominio directo, como las decisiones cotidianas y las conductas observables. En ese sentido, remarcó que es clave diferenciar entre “entre las cosas sobre las que tenemos control voluntario y todo lo demás”.La propuesta estoica no busca eliminar la ansiedad, sino modificar la relación que se tiene con ella. Al dejar de luchar contra lo incontrolable y asumir la responsabilidad sobre los pensamientos, se genera un cambio en la percepción y en la forma de enfrentar el estrés.
“La importancia fundamental de redirigir la atención y asumir la responsabilidad sobre lo controlable tiene un impacto transformador y rápido en el manejo de la ansiedad”, enfatizó Robertson.
La ansiedad y su manejo desde el enfoque estoicoLos estoicos de la antigüedad desarrollaron 18 prácticas psicológicas orientadas al manejo de las emociones, según detalla el psicoterapeuta cognitivo a Simon Drew. Entre ellas, la distinción entre lo controlable y lo incontrolable ocupa un lugar central. Los expertos enfatizan que el error más común consiste en intentar manejar lo involuntario y descuidar lo que sí está bajo dominio propio: los pensamientos y las acciones.
La ansiedad se manifiesta con síntomas físicos como dolores de cabeza, tensión muscular o alteraciones digestivas. Estos efectos, al ser automáticos, no se pueden modificar directamente. Según la visión estoica, no deben considerarse positivos ni negativos, sino fenómenos naturales que acompañan a la experiencia humana. El desafío está en dejar de luchar contra ellos y en aprender a observarlos con neutralidad.
Por otro lado, la preocupación como estilo de pensamiento sí depende de la elección personal. Aunque muchas personas creen lo contrario, decidir alimentar pensamientos repetitivos o prolongarlos en el tiempo es un acto voluntario. Los estoicos señalan que asumir responsabilidad sobre este aspecto es clave para transformar la relación con la ansiedad.
Antecedentes históricos de la filosofía estoicaEl estoicismo surgió en el siglo III a. C. en Atenas y se expandió posteriormente por Roma. Entre sus principales representantes se encuentran Epicteto, Séneca y el emperador Marco Aurelio. De acuerdo al Instituto Americano del Estrés, su propuesta filosófica buscaba enseñar cómo mantener la estabilidad interior a pesar de las circunstancias externas, mediante el desarrollo del autocontrol y la claridad en el pensamiento.
Una de las ideas más conocidas de Marco Aurelio fue que las cosas externas no pueden afectar directamente el juicio humano, salvo que la persona les otorgue ese poder. Esta visión refuerza la idea de que los pensamientos voluntarios constituyen la esfera más importante de control.