Werther para los sub 30: risas, selfies y la búsqueda de una nueva audiencia para la ópera del Teatro Colón

La promoción de entradas con descuento para menores de determinada edad no es una novedad en la boletería del Teatro Colón; la particularidad de la última función que se ofreció de ese modo es que la propuesta estuvo orientada de manera exclusiva a ese público. Es decir: no se pusieron a la venta una determinada cantidad de entradas para los menores de 30 años, sino que todo el aforo estuvo destinado a este segmento etario.

¿Funcionó? Sí, funcionó. Hubo una gran respuesta de público y, puertas adentro, el teatro cumplió con lo que se había propuesto: seguir apuntando a generar nuevas audiencias, tan necesarias para la subsistencia de lo que se conoce como “el mundo de la música clásica y la ópera”.

Más allá de que había algunos blancos en platea y poca gente en los pisos superiores, el “casi lleno” fue un buen augurio para que este tipo de promociones se extiendan a más títulos de la temporada o a las temporadas venideras. Porque, seguramente, la idea no se limita a buscar esos ojos que observa el majestuoso Colón por primera vez, sino a una reincidencia. A aquellos que, a futuro, puedan ser los potenciales compradores de los abonos de la temporada lírica, o, incluso, de otras como la serie de conciertos anuales que ofrece la Filarmónica de Buenos Aires.

Lo curioso de esta propuesta es que haya sido con Werther, ópera de con música de Jules Massenet y libreto en francés de Édouard Blau, Paul Milliet y Georges Hartmann que está basada en la novela epistolar Las penas del joven Werther, de Goethe.

En tiempos de citas concertadas a través de una app, meterse en el tono romántico de esta obra es un gesto verdaderamente extemporáneo. Y mucho más si en tiempos de brevedades y “short videos” se asumen el viaje por cuatro actos y dos intervalos, que arriban a más de tres horas de travesía. Por otro lado, no está mal ese contraste de usos y costumbres. Y si bien la ópera contemporánea maneja otros códigos (a veces más cercanos, otras veces absolutamente inaccesibles para novatos), en títulos de las últimas décadas del siglo XIX hay una buena variedad dentro de su vasto catálogo. Y lo que aquí hay que pensar es si el público sub 30 se tiene que acercar a la ópera o la ópera se tiene que acercar a ese segmento de millennials y centennials. Si la opción es la segunda, serán bienvenidas todas las actitudes y reacciones, desde el registro en redes hasta los aplausos que suena cada vez que el corazón diga que así debe ser.

Por un lado, la necesidad de registrar todo en los teléfonos, en los pasillos y escaleras de acceso, para que luego eso termine publicado y alimente la urgencia de las redes (incluso las selfies de aquellos -los menos- que llegaron con outfits súper producidos). Por otro, el aplauso que ya aparece al finalizar la obertura, cuando todavía no hay escena, las risas que provocan situaciones trágicas (quizá porque no entran dentro de los cánones del tipo de escenificación teatral a la que la mayoría del público está acostumbrado) y la ovación sostenida al final de un aria que (como debe ser y debería ser siempre) representa el agradecimiento más inmediato, la paga, que se le puede hacer a cantantes que nos conmueven durante un par de minutos, aunque sus modos nos parezcan... extemporáneos. Porque quizás eso sea lo más valioso.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/espectaculos/musica/werther-para-los-sub-30-risas-selfies-y-la-busqueda-de-una-nueva-audiencia-para-la-opera-del-teatro-nid04092025/

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