El triángulo invertido en educación

Desde los inicios de nuestra democracia los expertos en temas educativos venimos marcando la crisis de la educación media. Hoy en día ese diagnóstico es compartido no solo por los estudiosos, sino también por cualquier observador atento a los aprendizajes que genera en sus alumnos, el interés intelectual que en ellos despierta y en general el grado de insatisfacción con sus resultados que experimenta el conjunto de la sociedad.

Las razones que cada uno esgrime para explicar el origen de los males educativos son distintas, y estas diferencias atraviesan tanto el campo nacional como el internacional. Hay un considerable grupo, en el que se encuentran entre otros los países europeos de exitosa tradición educativa, que están empeñados en llevar adelante una batalla contra la invasión bárbara de las nuevas tecnologías y, con ella, rescatar la primacía de la cultura. Una buena parte de nuestra inteligencia está enrolada en ese campo y nos advierte diariamente de los peligros de la digitalización y nos convoca a la resistencia activa en nuestro campo de acción.

Otra parte del mundo comprende que no puede eludir la tecnología digital y la piensa como un agregado o un intermediario casi neutral en el proceso de enseñanza y aprendizaje. Desde esta postura lo que hay que hacer es alfabetizar digitalmente a docentes y alumnos para que puedan hacer un uso técnico de las computadoras sin que esto modifique los modos tradicionales de la enseñanza. En estos grupos la aparición de la inteligencia artificial está haciendo estragos, ya que les resulta imposible compatibilizar su utilización con su definición de lo que es saber basado en la capacidad de explicitar contenidos.

La crisis de la escuela media proviene de la asimetría existente entre las referencias culturales y científicas de esta institución y aquellas que organizan hoy el mundo digital. Toda la propuesta pedagógica se asienta en la idea de la existencia de un triángulo compuesto por el docente, el alumno y un conjunto de contenidos, ordenados por disciplinas, que deben ser enseñados por uno y aprendidos por el otro. El docente es el encargado de que esta incorporación se realice. En esta operación, lo que se transfiere es un contenido elaborado por un científico de cada una de las materias que se cursan. No se analiza la realidad, sino que se incorpora un saber registrado en los libros y/ o explicado por el profesor.

La revolución científica que sucedió en la primera mitad del siglo pasado a partir del desarrollo de la física cuántica, la teoría de los juegos y posteriormente la ciencia de la computación, que hoy nos sorprende con la invención de la inteligencia artificial, recuperó la complejidad para abordar la realidad, superando la fragmentación epistemológica que impuso la modernidad.

La realidad a la que hoy tenemos acceso a partir de estas tecnologías viene tejida junta, es una trama en la que todas las partes se suponen e influyen y nos obligan a considerar al mismo tiempo todos los hilos que la tejen.

Cuando nos interrogamos sobre cualquier aspecto de nuestro mundo actual o pasado, cercano o lejano, no lo hacemos a partir de conceptualizaciones disciplinares, sino de preguntas cuya explicación exige poner en juego los conocimientos cualquiera sea su origen en el mapa de la ciencia moderna. Así es como se aprende hoy a partir de nuestra nueva realidad tecnológica. Así están aprendiendo las nuevas y no tan nuevas generaciones en un diálogo en el que participan su interés y aquello que la humanidad ha acumulado en forma de saber, a través de los siglos. Así deberían enseñar las escuelas para poder mantener su relevancia en un mundo donde todo el conocimiento está atesorado en una computadora.

El triángulo se invierte, hay un sujeto que interroga, un docente que enseña los secretos de este interrogatorio y un saber que se construye para dar respuesta a las preguntas iniciales. No hay un alumno que recibe aquello que la sociedad (o quienes sean) definió, sino un alumno que problematiza la realidad y busca respuestas que puede obtener a través de internet, la IA y las múltiples plataformas disponibles. La escuela deberá tener un plan maestro para guiar técnica y conceptualmente la actividad de docentes y alumnos.

Claro que llevar adelante un programa de esta naturaleza en las escuelas exige modificar muchas cosas. Es necesario construir un mapa de los conocimientos que deben adquirir los alumnos explicitado a través de problemas y proyectos a llevar adelante, una preparación técnica y conceptual de los docentes para poder aportar a esta construcción, una identificación de las destrezas intelectuales y emocionales que es necesario desarrollar en los alumnos, una organización escolar acorde con este plan y un acompañamiento de la institución a partir del diálogo cercano entre instituciones, especialistas y personal de gobierno.

De la misma manera en que se organizó la escuela moderna en base a la tecnología disponible en el momento de su creación, el paradigma científico y cultural de la época (la ciencia newtoniana y la cultura ilustrada), el recorte de conocimientos y los patrones de socialización que imponían la primera etapa del capitalismo y los modos de organizar el poder, hoy debemos adoptar los recursos disponibles en esta época para que todos los niños y jóvenes accedan al conocimiento del modo que les propone la nueva realidad.

Tal vez el futuro nos depare otros modos de organizar la incorporación de las nuevas generaciones al conocimiento; por el momento, la escuela sigue siendo la institución encargada de ese proceso y de albergar y custodiar a los niños y jóvenes. Para hacer fructífero el tiempo de la escolarización es necesario adoptar estas nuevas formas de conocer y abandonar el propósito de hacer de la escuela un reservorio de la cultura pasada.

El esfuerzo educativo no es asimilar el cambio para que nada cambie, sino pensar todo de nuevo para ser parte de lo que ya cambió.

Miembro de la Coalición por la Educación y del Club Político Argentino



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/el-triangulo-invertido-en-educacion-nid17052025/

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