Actividades sin nombre en la era de la IA

Hay actividades que todavía no tienen nombre. Una persona sube a un auto y maneja durante horas, sola, mientras tiene un diálogo con un chatbot. El agente virtual conversa sobre cualquier tema que el conductor elija, comenta los hitos geográficos que van atravesando, lo mantiene despierto, lo ayuda a elegir el camino, le lee las noticias ¿Cómo se llama esta actividad?

Otro ejemplo: hacer copy-paste de un párrafo, pero que cuando lo peguemos no sea una copia exacta sino que aparezca mejorado de acuerdo al contexto. Otro: un lector y un chatbot leen juntos, al mismo tiempo. El lector le pide al bot su opinión sobre un segmento, que busque información sobre algún tema, o le explique algo que no entendió. Es como un club de lectura o un grupo de estudio, donde los libros se discuten entre varios, solo que en este caso hay un solo humano y la lectura compartida es en tiempo real.

Cuando se popularizó el auto no sólo nos permitió movernos más rápido de un punto al otro, sino que reconfiguró las ciudades, habilitó la vida en los suburbios y dio impulso al turismo familiar

La inteligencia artificial generativa está creando estas nuevas actividades y muchas más. No es solo que hagamos lo mismo más rápido o con menos esfuerzo, Son nuevas categorías de tareas, situaciones que hasta ahora no existían.

Las nuevas tecnologías suelen acarrear este tipo de innovaciones sociales. Es obvio cuando miramos los cambios que produjeron algunos inventos. Cuando se popularizó el auto no sólo nos permitió movernos más rápido de un punto al otro, sino que reconfiguró las ciudades, habilitó la vida en los suburbios y dio impulso al turismo familiar. La televisión no sólo sumó una forma de entretenimiento, creó la costumbre de la reunión familiar alrededor de la pantalla y le dio un nuevo uso al living. Lo mismo empieza a pasar con la IA.

La sociología tiene un título para este fenómeno: domesticación de la tecnología. El concepto fue desarrollado por Roger Silverstone, autor de un libro famoso de los 90 titulado Televisión y vida cotidiana. Silverstone describió cómo las personas integran tecnologías emergentes a su vida cotidiana: le asignan un tiempo, la asocian a un espacio físico, la muestran a otros. Alrededor de esta idea surgió una catarata de estudios etnográficos sobre cómo los medios digitales –computadoras, consolas de juego, y bastante más adelante los teléfonos inteligentes– se metieron en nuestras casas, encontraron un lugar entre nuestras costumbres y crearon nuevos hábitos. La investigadora de Microsoft Nancy Baym describió un camino de tres etapas: euforia, pánico moral, y finalmente domesticación. Lo curioso de la IA es que todo pasa al mismo tiempo. Conviven el entusiasmo, los temores y la propagación. ChatGPT llegó a 100 millones de usuarios en solo dos meses, la adopción más rápida de la historia. Si bien el uso en organizaciones no va tan rápido, son las personas las que crean rutinas y las socializan.

ChatGPT llegó a 100 millones de usuarios en solo dos meses, la adopción más rápida de la historia. Si bien el uso en organizaciones no va tan rápido, son las personas las que crean rutinas y las socializan

Algunas actividades no son nuevas, pero se transforman tanto que lo parecen. Uno de los ejemplos más citados es el de los viajes, no solo por actividades obvias como pedirle a un chat que busque y compare vuelos, sino por otras ideas que van surgiendo. Una colega en Sociopúblico me contó que le saca una foto a su valija y le pregunta a un bot si le falta algo, considerando el destino, la cantidad de días y el clima. Recibió recomendaciones inesperadas como sacar algún ítem y comprarlo directamente en destino. Algo parecido pasa en los supermercados: hay gente que le saca una foto a su lista de compras y le pide a un bot que la organice en el orden de las góndolas de su supermercado. Después, sacan una foto al changuito a ver si les falta algo.

¿Estas nuevas tareas llegaron para quedarse? Lo más probable es que se sigan transformando, hasta que se asienten y se vuelvan la forma obvia de hacer las cosas. Ahí sí seguramente le pongamos un nombre y nos vayamos olvidando de cómo se llamaban las cosas que hacíamos antes.

La autora es directora de Sociopúblico



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/actividades-sin-nombre-en-la-era-de-la-ia-nid10082025/

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