“Los actores siempre estamos preparando algo”, dice Sandra Sandrini que tiene unos cuantos proyectos entre manos, aunque todavía verdes. Mientras tanto, conduce Voces y estrellas en Radio Cultura, todos los lunes a las 23, y prepara una muestra del documental basado en la vida de su padre, que ya estrenó pero el año que viene volverá al Palacio Libertad.
Hija de Luis Sandrini y Malvina Pastorino, Sandra creció entre bambalinas y debutó con su papá en teatro. En diálogo con LA NACION, la actriz recuerda su infancia, cuenta los pro y los contra de ser hija de dos actores muy populares y queridos por varias generaciones, y dice que tiene una escuela de astrología online junto con su hija Roberta.
-¿Sos astróloga?
-Sí, desde hace muchos años. Es algo que desarrollé muy íntimamente. Tengo una escuela de astrología que se llama Cielo Tierra y desde pandemia funciona online; doy clases con una de mis hijas. Por otra parte, hablar de astrología en la radio me resulta algo muy lindo, porque además lo uní con poesía, música, y otros aspectos del arte. La astrología a veces se difunde de una forma un poco más efectista, y no digo que sea ni malo ni bueno, pero es un lenguaje muy profundo que nos hace observar la vida desde otro lugar y propone la integración de las personas en todos sus aspectos.
-¿Cuándo empezó a interesarte?
-Hace muchos años. Estudié en Casa 11, me recibí en el ’98 y empecé un camino propio, haciendo cartas natales, observando la astrología en la vida cotidiana. Porque la lectura de la astrología tiene que ver con cómo nos sentimos, qué nos sucede, cómo nos relacionamos con la experiencia. Es la manifestación de todas las energías que traemos, nuestro interior y nuestro exterior. Fue una búsqueda de vida para mí, y lo sigue siendo. Terminé de escribir mi primer libro de astrología y todavía lo estoy corrigiendo. También escribo guiones y empecé a trabajar en la gestión de mis guiones, que es muy difícil.
-Y decías que unís la astrología con la música porque es otra de tus pasiones…
-Me gusta toda manifestación artística, la música también. Aprendí a tocar piano cuando era chica y aunque estudié algo, sacaba todo de oído. En mi familia hay muchas manifestaciones artísticas de personas que se han dedicado al arte, pero no son tan conocidas. Me gustan también la pintura, la literatura, el cine. Afortunadamente pude realizar un documental sobre la vida de mi papá que se estrenó en el 2023 en el Cine Gaumont y ahora estoy trabajando para difundirlo el año que viene en el Palacio Libertad.
-Hiciste el documental con tus hijas, que también heredaron la vocación actoral…
-Sí. Carla es actriz y música y Roberta escribe y dibuja; hizo toda la animación del documental.
-¿Cómo fue crecer en esta familia de artistas?
-Nací en una familia de artistas, es verdad… Mi abuelo paterno también era actor. Y sentí la actuación también del lado de mi mamá, que era una actriz muy interesante. Mi papá se configuró como un ídolo popular, como una leyenda, y eso trasciende la labor actoral. Mi viejo transmitió mucha sensibilidad, por eso la gente me sigue escribiendo, se emociona. Le siguen respondiendo con su cariño porque tocó una fibra muy sensible. Eso es lo que pude observar, y analizar en la obra de mi papá para hacer documental. Fue como un antihéroe que gana perdiendo… Configuró una sensación de que es posible hacer o tener algo que está bastante lejano en un mundo tan fuerte, tan competitivo, tan violento como el que vivimos. Y el público lo amó 50 años, y lo sigue amando todavía.
-¿Y tu mamá?
-Mi mamá era una actriz muy potente, muy intensa, que trabajó mucho con mi papá, pero había hecho varias cosas antes de conocerlo. Porque mis padres hicieron su familia de grandes, sobre todo para la época. Nacer en una familia donde se siente esa intensidad tan grande, es algo muy especial. También es muy abrumador… Porque es muy abrumadora la constante devolución del público desde un lugar de tanta emoción. Recuerdo que íbamos por la calle y se agolpaba la gente, y se emocionaban, lloraban. Era extraño… Y, de alguna manera, te lleva a buscar qué cosa es real y qué no. También es una bendición.
-¿Cómo eran en la intimidad con esos dos ídolos populares?
-Ellos intentaron una vida muy ordenada cuando nacimos nosotras y crearon una casa hermosa. Un hogar con cierto orden, con belleza, con rica comida, con horarios. Mi papá trabajó tanto, porque a veces hacía televisión, cine, teatro, pero no lo viví como un padre ausente. Fue un padre especial que no emitía juicios de valor porque tenía una mirada vasta, y se conmovía mucho frente a la necesidad de las personas. Era un tipo muy generoso y respetuoso de su público. Era muy callado, tenía su taller de carpintería y hacía cosas en la casa, algunos arreglos. Y también era muy espiritual. Mi mamá era intensa, venía de una familia compleja. Recuerdo que nos contaba muchas historias y nos leía cuentos.
-Debutaste en teatro con tu papá, ¿cómo se dio?
-Me dieron la posibilidad de hacerlo porque quería expresarme. Hice una temporada en Mar del Plata y después trabajé en la película Así es la vida, interpretando a la nieta de mi viejo. De muy chica quería ser maestra, y de hecho soy docente, pero de astrología (risas). Y ya un poquito más grande sentí que quería actuar. En mi casa la actuación era algo corriente.
-A pesar de que hiciste teatro, cine y televisión, tuviste largos períodos sin trabajo, ¿por qué?
-Me alejé a veces porque la vida me fue llevando y también por una cuestión interior… Necesité estabilizar algo. Pero nunca se alejó de mí la necesidad de vibrar, ya sea actuando o escribiendo. Fueron tiempos de reflexión, de crecimiento intelectual. A veces siento como si hubiera tenido dos vidas, no sé cómo explicarlo. La actuación siempre volvió. Tengo mis rituales, cuido mi voz, me conecto. En los últimos años también tuve un momento muy lindo cuando hice la película La cama.
-Tener dos apellidos con tanto peso en el mundo del espectáculo, ¿te ayudó o te complicó?
-En un lugar te ayuda y en otro te inhibe un poco. Hay una resonancia que no te pertenece. Te ayuda por el hecho de que alguien puede recibirte y hay una puerta que se abre, pero hay que sostenerse. Me costó mucho definir una identidad porque venía de cosas muy grandes, de vivencias a través de mis padres. La verdad es que tardé y tardo como mucho tiempo en las etapas de la vida. Creo que tiene que ver con mi origen, por esa figura tan grande, tan sensible que fue mi viejo y su trabajo. Uno hace su camino como puede y como quiere; creo que el querer y el poder están muy ligados. Tengo experiencias actorales que quizá no trascendieron, pero que han sido muy grandes para mí.