Bella como pocas, con una figura tallada por los dioses, de espíritu inquieto y una energía inagotable, Emilia Attias (38) está disfrutando de uno de los momentos más intensos de su vida, que le llegó cargado de desafíos personales y profesionales: nuevo amor tras más de veinte años en pareja con Julio Mario Sibara, el Turco Naím, con quien tuvo a su hija Gina (8), streaming, película, música… Lanzada, Emilia –actriz, modelo, conductora, DJ– se entusiasma con las novedades y las encara como hace con todo: mucho trabajo, concentración, estudio y disciplina. Aunque de este presente pleno de satisfacciones nada la hace más feliz que ver crecer a su hija, su máxima prioridad, su alegría, y compartir cada buena noticia y cada emoción con Guillermo Freire –economista de muy bajo perfil–, el dueño de su corazón.
–Te separaste del Turco Naím después de más de veinte años y tenés una nueva relación. ¿En algún momento pensaste en tener otro hijo?
–Aunque hace ya un tiempito que estamos juntos con Guillermo, nos estamos conociendo y construyendo algo lindo, sin apurarnos. Lleva un tiempo estar lo suficientemente ensamblado como para tener un hijo, o por lo menos yo lo creo así: para pensar en tener un hijo, me gusta que la relación esté en ese estadio. También siento que ya soy mamá y soy muy feliz con mi hija, pero no me cierro a esa posibilidad, no sé qué puede pasar en el futuro.
–¿Qué dirías de tu presente?
–Estoy muy bien, muy bien con mi relación y con la vida que tengo. Y la quiero disfrutar, quiero disfrutar de la felicidad que siento. Además, me estoy terminando de acomodar en otras cosas. Me separé hace un año, que es poco tiempo si pensás lo larga que fue la relación.
–¿Te costó rearmarte después de la separación?
–Sí. Hay un tiempo para rearmarte y para mí, es importante respetarlo y que fluya. Estoy acomodándome a mi nueva vida con mi hijita y tengo muchos proyectos laborales. Es un presente muy feliz, pero que me demanda mucho.
–¿En quién te apoyás en los malos momentos?
–En general, cuando me pasan cosas malas, me cuesta abrirme. Soy más introvertida y prefiero dejar ese espacio de conversación para mis terapias. Pero lo que sí hago, porque tampoco soy de hierro, es estar en contacto con personas que me hagan bien. Esas personas por ahí no se dan cuenta, porque no lo demuestro, pero busco ese contacto, lo necesito. Con mi hija, mis hermanos, mis padres, mis amigos… También busco el contacto con la naturaleza, trato de viajar… busco cosas que me hacen bien.
–¿Te cuesta hablar de vos?
–A veces siento que, si hablo mucho las cosas, me desarmo. Como que hay algo del anclaje que se me va. Por supuesto que necesito esa descarga, pero elijo hacerlo con mis terapeutas, o por ahí con mis hermanas, que son las personas de mi círculo más cercano con las que más puedo llegar a hablar de lo que me pasa.
–¿Por qué “terapias”, en plural?
–Es que, así como soy muy fuego, muy de ir a la acción y de tener todo bajo control, también soy espiritual, profunda y estoy conectada conmigo, con mi sensibilidad. Mi registro de mis emociones es muy alto, tengo un caudal ahí que siempre necesité trabajar, y que es lo que me hizo crecer un montón, evolucionar, sanarme, ser una persona más luminosa. Y lo logré a partir del trabajo en varias terapias: la tradicional por un lado y, por otro, la biodecodificación, las constelaciones familiares y otras terapias más alternativas. Siempre estoy buscando por ahí. Creo que dialogan desde lugares distintos y que eso es muy nutritivo.
–El papá de tu hija vive afuera, en Ecuador. ¿Cómo se organizan para que pueda verla?
–Él se fue por un tiempo, ya está volviendo a Argentina. Y en el tiempo que estuvo afuera vino a verla, después ella viajó y pasaron el verano juntos, y él volvió a verla en marzo. Aunque fue desafiante la distancia, pudimos organizarnos y coordinar como para que él venga y ella vaya y así pudiesen verse.
–Ahora que Gina es más grande, ¿qué ves tuyo en ella?
–Creo que todos somos un poco como la mamá, otro poco como el papá, y otro tanto, bastante, uno. De mí tiene la actitud de mujer fuerte, de personalidad sólida y segura. También es alegre y disciplinada, metódica y comprometida con lo que quiere hacer, como yo: lo que quiere hacer lo quiere hacer bien. Y le gusta disfrutar la vida como a mí. Las dos somos relajadas, cariñosas y divertidas.
–¿Qué actividades comparten?
–Nos gusta acompañarnos en nuestras distintas actividades. A mí me encanta que esté acá conmigo durante la producción, que vea mi trabajo. A las dos nos gusta la naturaleza, ir a los parques a jugar, andar en skate, en patines, irnos de viaje solas, algo que solemos hacer seguido, e ir juntas al spa. También salimos a comer… comida italiana o sushi vegetariano, vamos de compras, a recitales, al teatro y, cuando viajamos, a los museos. A Gina le gusta bastante el arte.
–¿Cómo es la relación con tu cuerpo?
–Me llevo muy bien con mi cuerpo, como me llevo bien conmigo. Me gusta cómo soy y cómo me cuido.
–¿Tenés consciencia de cómo te ve la gente?
–Creo que no. Debe ser porque desde chica tengo un estilo de vida muy sano, que es el que me hace feliz a mí. Soy disciplinada, el deporte me encanta, como me gusta entrenar, salir a correr, bailar, hacer yoga. Hasta cuando me voy de vacaciones salgo a correr, porque me hace bien. También practico snowboard, surf, patino… y todo esto lo hago desde mis 18 años. También tengo una genética muy buena y como supersano, pero me doy todos los gustos: pasta, chocolate, vino, helado… pero sé compensar. Además, al no comer nada industrial, no tengo un residual que el cuerpo tenga que hacer detox para eliminar. Y cocino yo.
–¿Te gusta cocinar?
–Me encanta. Me gusta hacerlo cuando estoy relajada, tomándome un vinito. Me gusta cocinar elaborado, amasar, hacer una buena salsa, y siempre lo hago escuchando música, cantando y bailando.
–¿Impulsiva o cerebral?
–Creo que soy un mix de las dos cosas. Por un lado, soy valiente, me animo a las cosas que quiero, pero por otro soy sensible, voy captando los riesgos y eso me hace centrada. Les pongo cabeza a las cosas, siempre sé lo que estoy haciendo y las consecuencias que pueden acarrear. Me animo a cosas grandes y a cambiar.
–¿Cuál es tu estrategia cuando vas por las grandes cosas?
–Puedo ser muy caprichosa también, en el buen sentido de que quiero algo y voy por eso, y tuve que hacerme cargo de ese rasgo de mi personalidad. ¿Qué implica eso? Que si voy a ir detrás de algo que quiero también me voy a formar, voy a tener actitud para lograrlo y no me va a importar el “no”. Soy muy segura, avanzo con todo y hay pocas cosas que me puedan parar.
–¿Cómo te llevás con tus hermanos?
–Tengo tres hermanas y un hermano, que son las patas de mi mesa: yo soy la tabla y ellos, las patas. Mis hermanos fueron y son mis primeros amigos. Atravesamos muchas cosas juntos, algunas maravillosas y otras durísimas, pero eso nos hizo muy unidos. Y siento que son testigos de mi historia, como yo de la de ellos. Son las primeras personas a las que recurro cuando me pasa algo. No sé, no puedo describirlo mejor, es mirar para el costado y que estén ahí.
–Si tuvieras que enumerar tus virtudes y defectos, ¿qué dirías?
–Puedo ser muy necia, pero no sé si lo pondría como un defecto, porque eso me ha llevado a mejores escenarios. A veces soy un poco intolerante e impaciente, y también soy tan de tirar para adelante, tan de tirar para adelante que me pierdo cosas del hoy. Todavía tengo que aprender a leer cuándo parar un poquito, porque pierdo el registro del presente por estar siempre produciendo el futuro. Quisiera trabajar en tener un estilo de vida un poco más lento. En las virtudes anotaría que soy una persona muy valiosa, porque me criaron así, porque mi espíritu es lindo y luminoso. Soy alegre, leal, fiel, honesta, incondicional… Contagio alegría, dulzura y siempre estoy lista para disfrutar la vida. Transmito fuerza y pilas. Y soy exigente con los demás, en el sentido en que sólo quiero tener gente así al lado mío, porque sé todo lo que doy cuando amo. Vivo en una vibración de amor y trato de ser buena gente con los que me rodean, pero soy muy brava cuando alguien me falta el respeto, me lastima o me traiciona.
–Actriz, modelo, conductora, DJ, influencer… ¿Hay algo que quieras hacer y todavía no hiciste?
–Voy a desarrollar más la faceta musical, siento que es lo que me falta. Tengo un proyecto relacionado con eso, que voy a ir largando a lo largo del año. La música me gusta mucho y exploré poco todavía para lo que me gusta. Por supuesto que voy a seguir actuando, conduciendo y modelando, pero la música es a lo que quiero darle más espacio: la música es lo que más me entusiasma.
–¿Sos feliz?
–Sí. Siempre tuve mucho compromiso con ser feliz y con ser verdadera con la vida. He tenido momentos de atravesar cosas fuertes y, en lugar de escaparme, permanecí, elegí atravesar todo eso porque al final, te volvés más sabia, más fuerte, más entera. ¡Y fue todo un trabajo, eh! Cuando era más chica, era mucho más exigente conmigo misma. Y también más castigadora, más dura. Hasta que en un momento me di cuenta de que me había disociado de mí, que me trataba mal. Y entendí que tenía que ser mi mejor amiga. Así fue como aprendí a mirarme con más amor y contemplación, aprendí que está bien equivocarse y animarse igual, aprendí que si las cosas no salen como uno quiere, no es tan grave, se puede hacer otra cosa. Por todo esto, desde hace tiempo, tengo una relación muy buena conmigo y me gestiono una vida feliz.
Producción: Jorge León. Peinado: Eli Bressan para Vardø Management. Maquillaje: Belén Frías Silva para Estudio Frumboli. Agradecimiento: Tomás Olguín, Piel Studio, Joti Arriague, The Ann Wagners, Biensur y Ricky Sarkany.