En un silencioso barrio arbolado, una casa de estilo inglés se conserva intacta en una esquina del pueblo de La Cumbre (Córdoba) desde que fue construida, alrededor de 1940. “Esta es la casa de mi infancia” cuenta Magdalena Ochoa Rolotti (43), la anfitriona de la posada La Diamela. “Estaba viviendo en el exterior, primero en Barcelona y luego en Miami, cuando mi madre me sugiere volver a La Cumbre para comenzar con un proyecto concreto: transformar la vivienda familiar en una posada”, agrega.
Por motivos de la vida, la casa donde creció Magda y sus hermanos había quedado deshabitada. “Teníamos muy claro que esta casa la queríamos rescatar, y la única manera era transformándola en un lugar así; por lo que decidí volver a Argentina y utilizar todos mis ahorros para adaptar los espacios a los requerimientos de una casa de huéspedes”, explica.
Con la ayuda de su mamá (Gabriela Rolotti), la joven comenzó a darle forma a este proyecto orientado a la hospitalidad, algo que disfruta mucho: “Primero fue la instalación de un buen sistema de calefacción (por radiadores), y luego por etapas fuimos mejorando los espacios, incluso con la meta de que cada cuarto tenga su propio baño. Todo de a poquito, desde lo genuino”, dice.
Sentirse como en casaLa Diamela es una casa llena de detalles donde en cada espacio se refleja la dedicación y el amor de su dueña por la decoración. Está rodeada de un bellísimo jardín con enredaderas, muebles heredados y otros rescatados de anticuarios, objetos de diseñadores locales, mullidas camas, plantas y flores frescas. Además, hay obras de artistas que combinan a la perfección con el mobiliario, incluso una serie de cuadros pintados por el abuelo de Magda, que muestran distintos paisajes con colores.
Son cuatro las habitaciones, elegantes y sobrias, todas con baño privado. El baño principal de la casa conserva muchos elementos de la época y está en una de las habitaciones. En el comedor se lucen los manteles y bordados que sus abuelas atesoraron durante años.
La cocina del lugar tiene una heladera y una pava eléctrica siempre disponibles para que los huéspedes puedan prepararse un té o llenar el termo para el mate. Todas las noches Magda pone a hornear pan que sirve en el desayuno junto a mermeladas caseras, budines, scons, café, jugo de naranja exprimido, yogur casero, frutas frescas y granola. Los huéspedes disfrutan de este rico desayuno en el comedor o en la galería cerrada con vidrio repartido donde se filtra el sol cada mañana.
Magda es una anfitriona atenta a todos los detalles y dispuesta a hacer sentir cómodos a sus invitados. Ella es quien se encarga de las reservas y recibe a los huéspedes con toda su calidez. Vive en una pequeña casa que construyó en la parte de atrás, pero sin invadir. “Durante 3 años estuve completamente sola atendiendo la posada. Recibía a los huéspedes, preparaba los desayunos, limpiaba los cuartos… yo igual siempre fui de hacer todo. Tengo una cultura del trabajo muy arraigada”, relata. Ahora está Cintia, quien la acompaña para las tareas más importantes de la casa.
La calidez humana de La Diamela también se percibe en las charlas. Magda comparte historias y los secretos del lugar con entusiasmo. Ella nació en La Cumbre y conoce como nadie el lugar. “Me encanta poder brindar lo que uno sabe del pueblo. A la gente le gusta mucho conocer historias, y al haber nacido acá me permite contarlo”, sostiene y concluye: “esa es una de las cosas por la que tan feliz me hace trabajar en el rubro de la hospitalidad”.
Datos útiles9 de Julio 490, La Cumbre.
@posadaladiamela
Desde $85.000 la habitación doble con desayuno.
Posada La Diamela se encuentra en un barrio residencial a 5 minutos a pie del centro comercial de La Cumbre. Tiene 4 habitaciones con baño privado, cocina, comedor, galería y jardín.