Cuando finalizó el secundario, Valeria Fidalgo tenía claro que quería estudiar y vivir de algo que no le resultara rutinario. Quería que su profesión le propusiera desafíos constantes y le permitiera hacer cosas diferentes. Entonces, en marzo de 1.999 se decidió por Publicidad y Marketing, dos palabras que para ese entonces no tenían la magnitud que tienen en la actualidad ya que, entre otras cosas, no existían las redes sociales.
“Fui muy afortunada de haber podido desarrollar mi carrera desde agencias de comunicación y grandes multinacionales, con grandes mentores, compañeros y equipos que me dedicaron tiempo, me acompañaron y me enseñaron todo lo que hoy sé y, sobre todo, que me ayudaron a crecer y a hacer un trabajo que durante muchos años me resultó apasionante”.
Durante muchos años trabajando en este rubro, Valeria aprendió sobre la construcción de marcas, estrategia, desarrollo de productos, ventas, distribución, producción, escuchar a los consumidores, finanzas y liderazgo, entre otras cosas. Pero llegó un momento, cuenta, en el que sentía que el crecimiento que venía no la entusiasmaba tanto y que se empezaba a volver monótono y, cada vez, el trabajo se adueñaba más de su vida.
“Esto se sumó a cambios que estaban pasando en mi vida personal y en conjunto generaron la tormenta perfecta para darme cuenta que necesitaba un cambio”.
Un viaje que cambiaría su destinoY fue en 2018, a los 37 años, después de comenzar terapia que se animó a hacer algo que siempre había soñado, pero nunca había intentado: irse a surfear. De esa forma planificó con una amiga su “aventura” a Costa Rica, donde se encontró con el deporte que le iba a cambiar la vida.
El surf y el mar, dice, le mostraron una parte de esa Valeria que en algún momento iba a salir a la superficie. Una mujer llena de ganas de realizar cambios, de darle un giro a su vida. Incluso, de volver a empezar. Si bien en la teoría lo tenía bastante claro, todavía era muy temprano para poder visualizarse en ese otro lugar nuevo que tanto anhelaba. Había muchas olas que todavía debía surfear.
“Ya no me interesaba tanto mi carrera laboral en una empresa y en una reunión de planes, cuando uno de mis jefes preguntó qué queríamos para el próximo año, mi cerebro en lo único que pensó fue en estar más cerca del mar. Y ahí fue cuando realmente me di cuenta que tenía que hacer un cambio, que quería otro estilo de vida. Y ahí arranque, llena de miedos y dudas a reorganizar mi cabeza, mis prioridades y mi forma de vivir”.
Para ese entonces, prácticamente el surf se había apoderado de su vida: entrenaba enfocada en mejorar su técnica y físico, viajaba todos los meses a Mar del Plata para seguir aprendiendo, conocer personas que también surfeaban. Y en ese contexto decidió renunciar a su trabajo, vender el auto y alquilar su casa para irse a surfear otra vez a Costa Rica.
El proyecto comienza a tomar formaLas vueltas de la vida, cuenta, la trajeron nuevamente a Buenos Aires. Y fue en ese momento donde se enfrentó con la realidad de estar sin trabajo. Fueron momentos de achicarse, de pensar, de dudar si era el camino correcto, de tener más miedo a ese cambio que parecía tan cerca, pero a la vez muy lejano.
“Fue recién durante la pandemia que las cosas empezaron a tomar de a poco otro camino. Cuando mi pareja en ese momento y actual socio, un amante y apasionado del surf, me planteó la idea de que armáramos algo juntos para poder vivir de esto. La idea me parecía increíble, pero no estaba segura si era el camino correcto para mí. De a poco, el proyecto fue tomando forma y empezamos a construir la propuesta”.
En ese proceso de transformación fue fundamental la ayuda de Anita Olmedo, psicóloga, mentora y especialista en Desarrollo Personal y Profesional. “Ella logró que me diera cuenta de que con mi profesión y todos los años trabajando en multinacionales enormes tenía un rol muy claro para aportar al proyecto, podía manejar la organización, estrategia de negocio y comunicación, procesos y ejecución”.
“Logramos el sueño de conectar nuestro trabajo con nuestra pasión”Y así fue como en 2021, junto a Rodrigo Garcia Bassetto, Valeria abrió Surfing Baires, una escuela y centro de entrenamiento para surfistas que viven lejos del mar.
“Nuestro objetivo es acompañar, entrenar y ayudar a cada surfista de Buenos Aires a mantener vivo el surf en sus vidas. Con mucho corazón, trabajo y esfuerzo logramos nuestro sueño de conectar nuestro trabajo con nuestra pasión”.
En la escuela realizan entrenamientos físicos y técnicos en pileta y gimnasio, encuentros de surf skate, clínicas de surf y eventos para la comunidad, entre otras actividades.
A tres años de la inauguración seguimos siempre buscando mejorar y hacer crecer nuestra propuesta. Sumamos a nuestro proyecto WaveSeekers, en donde buscamos ofrecer a nuestra comunidad y otros surfistas viajes a diferentes destinos con las mejores olas para seguir disfrutando y entrenando su surf. Y esto recién está empezando, sé que para adelante hay más para seguir trabajando, creando y aportando a este hermoso deporte”, se ilusiona Valeria.
¿Cómo te sentís haciendo esto que tanto te apasiona?
Cuando me detengo y lo pienso, me siento orgullosa y feliz. Realmente el emprender no es un camino fácil y mucho menos estable. Pero hoy sé que todo lo que construimos es algo por lo que cada día vale la pena esforzarse y seguir jugándosela.
¿Cómo influye esto en tu salud física y mental?
Realmente tuve que reaprender muchas cosas en este camino de emprender. Fue un desafío grande e implicó arriesgarse más de lo que uno aprende en un trabajo en relación de dependencia. Pero al final del día me siento tranquila porque sé que todo lo que hago es para mi proyecto, todo lo que arriesgo es para mejorar algo propio.
¿Qué le dirías a las personas que no se animan a dar ese salto que vos diste?
Mi mayor aprendizaje en todos estos años fue que las cosas pueden armarse y desarmarse cuando uno quiera y tantas veces como se necesite hasta encontrar eso que te hace bien.
Quizás, antes pensaba que las cosas eran más permanentes y que cuando tomaba una decisión era importante no equivocarme. Pero con el tiempo me di cuenta que el que se equivoca es el que hace, el que lo intenta, el que prueba, el que se arriesga. Y que es eso lo que te acerca a tus sueños.
Así que si es algo que querés o soñaste, intentalo siempre. Nunca te quedes con las dudas ni con las ganas.