Murió el artista Juan Lecouna, figura clave de la pintura en el retorno democrático

Ayer por la tarde falleció Juan Lecuona (Buenos Aires, 30 de julio de 1956), artista fundamental en la escena pictórica argentina desde los años ochenta. Días antes había sido trasladado desde San Pablo, ciudad en la que residía, e internado en el CEMIC, donde le diagnosticaron una enfermedad terminal.

Su repentina muerte enluta al arte argentino y resignifica, en una inesperada de despedida, la exhibición sobre su obra que inaugura la próxima semana.

Lecuona vivía en San Pablo, pero conservaba casa y taller en Buenos Aires, donde viajaba frecuentemente para trabajar en el espacio Central Park. Formó parte de la generación que a comienzos de los años ochenta reivindicó la pintura y en 1985 fue cofundador del Grupo Babel. En 1994 obtuvo un subsidio a la creación otorgado por la Fundación Antorchas, que en 2000 le otorgó además una beca. En 2003 realizó una residencia de artista en Brasil, becado por la Sacatar Foundation.

Con la pintura gestual de los primeros años de la vuelta de la democracia, Lecuona creó y expuso a ritmo vertiginoso obras con sello del expresionismo abstracto y, al tiempo, una imagen muy personal. Su ojo avezado transformó despojadas moles de cemento en luz fulgurante. Desde muy joven, se insertó en el mundo del arte local y también en galerías de Venezuela, Colombia, Ecuador y San Pablo. Desde su taller en el Abasto y desde su piso en San Pablo, capturó la vista de la ciudad y la convirtió en estructura geométrica.

Tras su primer viaje a Europa, cofundó el grupo Babel, un colectivo de artistas heterogéneos unidos por la pasión por la pintura que expusieron en nuestro país apoyados por el Cayc (Centro de Arte y Comunicación) y, además, en grandes muestras en Brasil, Uruguay y Chile.

Hernán Dompé –su gran amigo, con quien expuso en el Museo Nacional de Bellas Artes, compartió taller desde los años ochenta e intervino esculturas suyas— dice en diálogo con LA NACION: “Lo caracterizaba una tenacidad y voluntad de hacer indomable. Es muy doloroso e injusto que él haya partido antes que yo, que le llevo diez años”.

Consultado por este diario, el escultor Bastón Díaz señala: “Era como un hermano. Estábamos permanente con proyectos juntos: él hizo muchas esculturas en acero”. Y suma: “Siempre estaba preocupado por lo que te podía pasar: para él la amistad era una cosa muy seria”.

Lecuona expuso junto con Bastón Díaz, Carlos Gómez Centurión, Hernán Dompé y Osvaldo Monzo en la muestra Encuentro contemporáneo, que recorrió distintos museos y espacios del país, entre 2017 y 2019. “Juan (Lecuona) fue el principal impulsor de que la muestra tuviera un carácter federal”, recuerda Gómez Centurión. Y añade: “Lecuona era un tipo exquisito: una persona que hacía un culto de la amistad. Yo entré al Central Park gracias a él. Él se ocupaba de la gente y de cultivar la amistad: le importaba el otro. Lo voy a recordar siempre así, como una persona activa en las relaciones de afecto, algo que no es muy común en este medio”.

En la pintura de Lecuona, los moldes de costura son cáscaras o packaging de cuerpos ausentes. A veces como coraza infranqueable, el cuerpo deviene trazo, mapeo, prenda que se deshumaniza. Esos moldes que son cuerpos impersonales, representados casi como esquemas, aluden paradojalmente a mujeres reales que el artista amó. “Todo mi mundo está vinculado a la mujer: en mis obras hay citas a mi madre y a todas las mujeres que me quisieron”, dijo Lecuona. Y añadió: “En el fondo de casa estaban las calas, los colores, los jazmines, la costura”. Esa cala, flor de su infancia al tiempo vinculada a las honras fúnebres, está presente en sus pinturas e instalaciones. Primero la representó como una especie de triángulo, luego la composición sumó colores y elementos geométricos hasta volverse forma radiante.

Desde este miércoles 6 de agosto en el Centro Cultural Rojas se podrá ver Costuras suspendidas. Juan Lecuona en los años 90, una muestra que reúne una selección de obras del artista, realizadas durante los años noventa, en las que los patrones de costura (esos diagramas que formaron a generaciones de mujeres) se transforman en cartografías sensibles del cuerpo.

La pintura 5-Rue Biscornet está dedicada a su gran amigo Ernesto Deira. “Deira fue extremadamente generoso conmigo. A pesar de que no nos conocíamos personalmente, cuando en 1983 expuse en la galería Tema, les recomendó a algunas alumnas suyas que vieran a mi muestra: ellas compraron obra. Cuando un tiempo después me lo crucé en Bárbaro Bar, me acerqué para agradecerle. Me dijo que sus alumnas querían comprarle pinturas, pero le regateaban los precios y él no estaba dispuesto a bajarlos: les recomendó que fueran y compraran Lecuona, un artista joven que a él le gustaba. Nos hicimos muy amigos, nos veíamos seguido, nos encontramos por última vez cuando lo fui a visitar a París, ya estaba muy enfermo”.

Para Lecuona, pintar era “una forma de escaparle a la muerte”. Artista versátil, hizo grabados, esculturas, grandes murales con venecitas, obras con acetatos, experimentó con la técnica del marouflage, intervino esculturas de otros artistas, y trabajó con recortes de telas y alfombras.

Obtuvo el Gran Premio de Honor en el Salón Nacional (2003), el Premio Trabucco de la Academia Nacional de Bellas Artes (2002), el Segundo Premio de la Fundación Constantini (1999), el Primer Premio de Pintura en el Salón Manuel Belgrano (1997), el Premio Artista del Año de la Asociación Argentina de Críticos de Arte (1995), el Primer Premio de Pintura de la Fundación Fortabat (1991) y Premio Mejor Envío Extranjero en la Bienal Internacional de Arte de Valparaíso (1989), entre otros.

Trabajó por adición de capas o por sustracción con elementos hasta llegar al blanco de la tela. Sus pinturas con incontables veladuras son tan silenciosas y calmas que frente a ellas uno tiene la extraña sensación de que el tiempo se detiene. Entre esa bruma blanquecina, se descubren texturas sutiles, sedimentos que lo fascinaban y fragmentos de figuras geométricas.

Sus obras figuran en numerosas colecciones como la del Museo de Arte Moderno de San Pablo, el Museo de Arte Moderno de Río de Janeiro, el Bronx Museum of Arts (Nueva York), el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA) y el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).

“Soy un pintor, no soy otra cosa, con la pintura descubrí el entusiasmo”, sostuvo. Sus pinturas contienen veladuras, colores hipnóticos, figuras fragmentadas, sedimentos, huellas, sombras silenciosas y luces. Con alusiones a su vida y citas al mundo del arte, su obra habita el límite difuso entre abstracción y figuración.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/murio-el-artista-juan-lecouna-figura-clave-de-la-pintura-en-el-retorno-democratico-nid03082025/

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