Atrapados (Argentina/2025). Dirección: Miguel Cohan, Hernán Goldfrid. Guion: Miguel Cohan, Ana Cohan, María Meira, Gonzalo Salaya, basada en la novela Caught, de Harlan Coben. Fotografía: Gurí Saposnik y Manuel Rebella. Música: Leo Sujatovich. Edición: Santiago Parysow, Rosario Suárez. Elenco: Soledad Villamil, Juan Minujín, Alberto Ammann, Matías Recalt, Carmela Rivero, Fernán Mirás, Mike Amigorena. Cantidad de capítulos: 6. Disponible en: Netflix. Nuestra opinión: muy buena.
Al novelista estadounidense Harlan Coben le llevó una buena cantidad de tiempo que sus historias policiales dieran el salto a la pantalla, prácticamente una década. Tuvo que llegar una promisoria sociedad con Netflix, para que las adaptaciones de sus obras adquirieran la masividad que tenían sus pares en papel.
Los motivos pueden ser varios, pero quizás el más importante es que Coben no es precisamente un escritor virtuoso; sí prolífico y popular, pero la verdad es que sus historias dejan bastante que desear. Salvo excepciones, se trata de policiales lineales, efectistas; con una absurda cantidad de personajes -en general necesarios para justificar los varios cientos de páginas de cada obra-, y subtramas en directa proporción, que muchas veces no conducen a ninguna parte. Es por eso, que a la hora de encarar un proyecto que lleve su firma, es fundamental poner especial atención en la adaptación y asegurarse de que se ha sacado todo lo que sobra, y potenciado lo realmente interesante. Atrapados es un excelente ejemplo de ello.
Si se compara la serie de seis capítulos que acaba de lanzar Netflix, con el libro homónimo que la inspira, se descubrirá que este último se pierde en situaciones irrelevantes, en muchos casos de índole judicial; personajes soberbios y básicos, difíciles para la identificación, y una trama que naufraga en multiplicidad de aristas. La serie argentina, en cambio, borra de un plumazo todo eso, para construir un relato potente y consistente, aggiornado a la sociedad actual (la novela es de 2010) y al rol esencial que ocupan hoy las redes sociales, el periodismo digital y las nuevas tecnologías
La periodista Ema Garay (Soledad Villamil) se dedica a investigar casos de abuso de menores para un medio de Bariloche en el que trabaja. Su última investigación la lleva a una fundación en la que conoce a Leo Mercer (Alberto Amman), un hombre muy querido en la comunidad por su compromiso social. Sin embargo, la información que obtiene la lleva a concluir que en realidad se trata de un abusador, que se conecta con chicas a través de un juego en línea, y las seduce para luego violarlas. Ema le tiende una trampa, lo filma, pero el hombre logra escapar. La publicación del video en sus redes desata una serie de acontecimientos en los que toda la comunidad toma partido. Al mismo tiempo desaparece una nueva joven, Martina Schulz (Carmela Rivero), y Ema comienza a preguntarse: ¿se trata de otra víctima de Leo Mercer, o en realidad cometió un terrible error?
El ambiente que propone Atrapados, al menos en su columna vertebral, está más cerca de Twin Peaks que de la obra de Coben. Martina Schulz bien podría ser una Laura Palmer local, y los múltiples giros que da la historia, trabajan como capas de un entramado que no se queda solo en el hecho policial, sino que se traslada a otros ámbitos, donde nadie es totalmente inocente.
El director y guionista Miguel Cohan (Betibú, La misma sangre, El reino) presenta dos mundos igualmente perdidos: el de los adultos y el de los adolescentes. Cada uno con sus reglas, que al entrecruzarse entran en colisión. Con el grooming como motor de la historia (más presente, y trabajado de manera más adulta que en la novela), la serie toma posición sobre la problemática y la expone, sin por ello resignar su condición de thriller policial. Al mismo tiempo, aparece subrayada una crítica al papel del periodismo como juez y jurado, y al buen y mal uso de las identidades virtuales.
Si la adaptación es fundamental para darle nuevos bríos a una materia prima que los necesitaba, el elenco termina de elevar lo que se quiere contar. Aunque a esta altura, ya sea una obviedad, no hay papel menor para Soledad Villamil. Sea en una historia de género, o arriba de un escenario, la actriz se las rebusca para encontrar el tono justo. Su Ema Garay tiene la fortaleza para enfrentarse a un abusador, como también la vulnerabilidad para lidiar con heridas del pasado y con su rol de madre. El papel exige un amplio registro, que la actriz cumple a puro talento. Juan Minujín y Alberto Amman completan el virtuoso trío. Ambos actores, a pesar de la disparidad de sus roles, afrontan situaciones opuestas complementarias con idéntica solvencia, un vaivén exigido del que siempre salen indemnes. Por otro lado, el grupo de jóvenes encabezado por Carmela Rivero y Matías Recalt cumplen en la representación de una generación de códigos propios, muchas veces inentendibles para el mundo adulto. Completa el cuadro de honor, un excelente trabajo de Fernán Mirás, y la efectiva aparición, aunque breve, de Mike Amigorena.
Atrapados se presenta como un muy atractivo y contundente rompecabezas, que tanto en su propósito como en su alcance, supera a la obra en la que se basa. Dándose incluso el lujo de imprimirle una impronta local que suma, y mucho.