De la anestesia civil al letargo republicano

Las palabras conectan el modelo libertario con el menemismo y el kirchnerismo. El 14 de mayo de 2024, al descubrir el busto de Carlos Menem en la Casa Rosada, Javier Milei sostuvo: “Estamos haciendo homenaje al mejor presidente de los últimos 40 años”.

Tres décadas antes, el 27 de diciembre de 1994, durante la inauguración del aeropuerto de El Calafate, a la que asistió el entonces mandatario nacional, el gobernador Néstor Kirchner afirmó que, después de Juan Domingo Perón, ningún otro presidente había escuchado los reclamos de Santa Cruz como lo había hecho el dirigente peronista riojano. El triple vínculo tiene un correlato más profundo. En la década de 1990, luego de que la convertibilidad cambiaria hiciera efecto en la economía y lograra terminar con la inflación, distintos sectores de la población experimentaron las mieles del consumo.

El bienestar económico que siguió a la hiperinflación fue, al mismo tiempo, una venda en los ojos de aquellos que decidieron no ver la venta ilegal de armas a Croacia y Ecuador, los sobresueldos a funcionarios, las coimas del caso IBM-Banco Nación, o la complicidad gubernamental que hizo posibles los atentados terroristas en la AMIA y la embajada de Israel.

Entre 2003 y 2015, al compás de iniciales superávits gemelos y un posterior aumento del gasto público, hubo Asignación Universal por Hijo, moratorias previsionales, Fútbol para Todos, crecimiento exponencial del empleo estatal, subsidios varios, paritarias salariales por encima de una inflación poco creíble y servicios básicos con tarifas a bajo costo.

Mientras defendían esas medidas, no pocas personas toleraron la participación de Amado Boudou en el caso Ciccone, los delitos investigados en el expediente Los Sauces-Hotesur, el crecimiento patrimonial –primero durante la última dictadura y luego en democracia– de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. También consintieron el desvío de fondos en obras públicas, la intervención del Indec y el nombramiento de César Milani como jefe del Ejército.

Desde diciembre de 2023, tras un proceso que sumó devaluación monetaria, ajuste fiscal y recesión, la inflación mensual bajó de 25,5% a 1,6%, según la medición de junio pasado. Ante esto, hay quienes utilizan el dato duro para descalificar los cuestionamientos al oficialismo por su lógica facciosa, disimular objetables actitudes del presidente de la Nación o avalar comportamientos de sesgo autocrático.

En nombre de la libertad y el equilibrio macroeconómico se extiende así un relato blindado e implacable, capaz de naturalizar las prácticas sectarias del “triángulo de hierro”, solapar todo posible acto espurio del poder central, promover el desprecio por el periodismo crítico, justificar decisiones institucionales que afectan la calidad democrática, o minimizar los arranques de furia discursiva de Javier Milei contra quienes rechazan cualquier medida gubernamental o discuten la interpretación oficial sobre el pasado nacional.

La historia tiende a repetirse. Tanto en el decenio menemista como en los 12 años de kirchnerismo, la capacidad de consumo fue un anestésico civil que generó una extendida tolerancia ciudadana frente a la corrupción. Hoy, con la inflación en curva descendente, una porción significativa de la sociedad oscila entre las expectativas de futuro y el letargo republicano.

Quizá por eso, una investigada estafa piramidal con la criptomoneda promocionada por el jefe del Estado, el intento oficialista –rechazado oportunamente por el Senado nacional– de nombrar al cuestionado Ariel Lijo como juez de la Corte Suprema, o las valijas sin control aduanero que ingresó al país una organizadora de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) parecen importar, como antaño, menos que el bolsillo.

Lic. Comunicación Social (UNLP)



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/opinion/de-la-anestesia-civil-al-letargo-republicano-nid22072025/

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