La localidad bonaerense de Suipacha atraviesa momentos de zozobra. Ya pasó casi un mes desde que comenzó el conflicto en La Suipachense, la histórica planta láctea que es uno de los motores de su economía, y la situación permanece sin resolverse. La fábrica continúa cerrada, bajo toma de empleados, mientras se agrava la incertidumbre entre productores, trabajadores y vecinos. De procesar 250.000 litros de leche por día, la empresa cayó a 40.000 y finalmente quedó paralizada. El grupo venezolano Maralac es quien actualmente tiene el control de la compañía.
Según confiaron a LA NACION fuentes al tanto de la situación interna, “no se resolvió nada”. Indicaron: “No volvieron a tomar a los nueve empleados despedidos . Y está ahí, sin funcionar, en una situación de impasse que lo único que hace es agravar la situación”.
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El martes pasado se habría intentado avanzar en una audiencia de conciliación obligatoria en el Ministerio de Trabajo provincial, en la delegación regional en Chivilcoy, pero la reunión se habría frustrado, sin avances concretos. “Los sueldos siguen sin pagarse y la planta permanece paralizada”, agregaron.
En este escenario, advirtieron que habría que esperar hasta el lunes que viene para una nueva conciliación obligatoria cuando “aparentemente vendría alguna propuesta por parte de la empresa”.
En esa línea, describieron el nivel de parálisis que atraviesa la empresa. “Hoy la planta está tomada, no entra ni sale nada. Hace 20 días directamente no se recibe ningún litro de leche, que es un tema complicado. Esto agudiza más la situación porque los tiempos ya son muy cortos”, dijo la fuente.
Ante una consulta, en la firma dijeron: “Hace varios días, los trabajadores agremiados han interrumpido sus actividades laborales de manera arbitraria, afectando el normal funcionamiento de la empresa. Esta decisión se ha tomado sin acuerdo ni resolución oficial, acompañada por amenazas y actos de violencia hacia trabajadores no agremiados, generando un clima de intimidación que impide su normal asistencia al trabajo".
“El origen de este conflicto se vincula con el despido, por causa justificada, de nueve trabajadores que participaron activamente en un intento de intervención de la administración de la empresa junto al sindicato. Este hecho constituyó una grave vulneración del orden institucional y legal, y fue tratado conforme a lo establecido por la normativa laboral vigente", agregaron. Reiteraron “su disposición plena al diálogo, siempre dentro del respeto por la ley y la convivencia democrática en el ámbito laboral”.
Indicaron que recibieron numerosas muestras de respaldo por parte de productores tamberos, proveedores, entidades financieras, accionistas y otros actores relevantes del ecosistema productivo: “La Suipachense continuará actuando con responsabilidad, firmeza y transparencia, garantizando la continuidad operativa en la medida de lo posible, y defendiendo los derechos de quienes quieren y necesitan trabajar en paz”.
ConflictoEl conflicto estalló a mediados de agosto cuando la empresa quedó bajo control de sus 140 empleados, en medio de atrasos salariales, deudas millonarias y una drástica caída en la producción, según describieron fuentes gremiales.
En paralelo, la comunidad reaccionó con marchas y expresiones de apoyo a los trabajadores, en un clima de fuerte incertidumbre por el futuro de la industria láctea local. Días más tarde, el bloqueo a la planta tensó aún más el escenario.
El problema gremial se superpone, además, con una delicada situación financiera. La compañía debía afrontar el pago de una cuota de US$100.000 correspondiente a un compromiso asumido meses anteriores. “La empresa venía cumpliendo, pero en este contexto se le va a hacer muy difícil hacerlo”, detallaron fuentes consultadas.
Mientras tanto, algunos grupos empresariales habrían mostrado interés en adquirir la planta. Sin embargo, el conflicto frena cualquier negociación, explicaron.
Según contaron, existen algunas propuestas interesantes, pero todos miran con cautela el número de trabajadores que hay en la planta y, además, su situación financiera. “Hay gente interesada porque es una empresa de muchos años, que tiene un nombre, una marca, pero todos plantean el tema de la cantidad de empleados que tiene, donde habría que sacar al menos 70 de los 140, sumado a la deuda que se va acrecentando”, completaron.
El paro de actividades golpea de lleno a los tambos de la zona, que se quedaron sin uno de sus principales destinos para colocar la producción diaria de leche y tuvieron de redirigir su producción. “Cada día que pasa es más difícil. No hay certezas sobre cuándo se va a destrabar y eso genera desesperación”, reconocieron las fuentes cercanas a la fábrica fundada hace más de 70 años.
Para una fuente, la falta de acuerdos y la ausencia de un plan de salida profundizan el riesgo de que la situación termine en una “quiebra definitiva”. Hoy, a un mes del inicio del conflicto, la planta sigue parada, los trabajadores no cobran sus sueldos y los posibles compradores esperan.