De dónde viene la vaselina: la historia que que muy pocos conocen

Aunque hoy es un producto común en botiquines y neceseres de todo el mundo, la creación de la vaselina tiene un origen completamente distinto al que podría imaginarse. Su historia se remonta al siglo XIX, con Robert Augustus Chesebrough como protagonista, un joven químico británico-estadounidense que supo reinventarse tras el colapso de la industria a la que inicialmente se dedicaba: el aceite de cachalote.

A mediados de 1800, la industria del aceite de ballena comenzó a declinar y Estados Unidos vivía la fiebre del petróleo. En 1859, Chesebrough viajó a Pensilvania para observar de cerca esta nueva fuente de energía. Fue allí donde notó que los trabajadores petroleros usaban una sustancia oscura y viscosa, una especie de residuo que se acumulaba en las bombas de perforación, para tratar cortes y quemaduras menores en la piel.

Intrigado por ese uso rudimentario, el científico se llevó muestras del material a su laboratorio y pasó más de una década con experimentos hasta perfeccionar el proceso de destilación. Así nació la gelatina de petróleo purificada que en 1872 registró bajo el nombre Vaseline, inspirada en la palabra alemana “wasser” (agua) y la griega “elaion” (aceite).

Pero el camino al éxito de su invento no fue para nada sencillo, ya que durante los primeros años nadie confiaba en las propiedades y beneficios del producto. Fue entonces cuando Robert Chesebrough decidió adoptar una estrategia de marketing muy ingeniosa para la época. El hombre recorría las calles de Nueva York con un caballo y un carro con los que vendía pequeños frascos de vaselina, mientras quemaba pedazos de su propia piel en público para demostrar en vivo su capacidad curativa. El espectáculo resultó tan eficaz que llegó a vender hasta un frasco por minuto.

Con el tiempo, la vaselina se convirtió en un fenómeno global. Su fórmula se mantuvo casi intacta desde sus inicios y se popularizó como protector de labios, hidratante de zonas resecas, tratamiento para quemaduras y hasta como recurso estético para dar brillo a la piel o los párpados.

El impacto del producto fue tal que en su testamento, Chesebrough pidió ser embalsamado con vaselina, convencido de sus propiedades conservantes. Además, aseguraba que consumía una cucharada de la misma al día para mantenerse fuerte y vital. El famoso inventor murió en el año 1933, a la edad de 96 años. Actualmente, se encuentra enterrado en el cementerio Woodlawn del Bronx, Nueva York.

La historia de la creación de la vaselina ¿Cómo usar la vaselina?

Desde su invención en el siglo XIX, la fórmula original de la vaselina fue perfeccionada y adaptada por múltiples laboratorios y marcas cosméticas alrededor del mundo. Gracias a su base oleosa, su capacidad para formar una barrera protectora y su alta tolerancia dermatológica, la vaselina es uno de los productos más recomendados para el cuidado personal. Entre algunos de sus usos más prácticos se destacan:

Proteger cortes y quemaduras menores: forma una barrera que aísla la herida de agentes externos y favorece la cicatrización.Hidratar zonas resecas del cuerpo: ideal para talones, codos, labios agrietados o piel escamada por el frío.Reparar la piel después del sol o tratamientos agresivos: ayuda a regenerar la barrera cutánea tras la exposición solar o tratamientos dermatológicos.Aliviar la dermatitis del pañal en bebés: crea una capa que evita el contacto directo con la humedad, reduciendo la irritación.Actuar como bálsamo labial y exfoliante casero: combinada con azúcar o café, permite preparar exfoliantes suaves y naturales.Prevenir rozaduras o ampollas: muy utilizada por deportistas o personas con movilidad reducida.

Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/en-las-redes/de-donde-viene-la-vaselina-la-historia-que-que-muy-pocos-conocen-nid31052025/

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