Costumbres Argentinas está a punto de cambiar de dueño. La familia Navilli, uno de los principales accionistas de Molinos Cañuelas, llegó a un principio de acuerdo para adquirir la cadena de panaderías de bajo costo que en los últimos años vivió una explosión a nivel nacional y hoy suma casi un centenar de sucursales. Los vendedores son Luis Videla y su mujer Alejandra Coto, la hija del empresario supermercadista Alfredo Coto.
Detrás de la decisión de vender la cadena de panaderías hay, de hecho, una reconfiguración en el liderazgo de Coto C.I.C.S.A., la cadena que fundó Alfredo Coto y que hoy enfrenta el desafío de adaptarse a una nueva etapa, tras la salida de su CEO, Guillermo Calcagno, que pasó a liderar Changomas, del empresario Francisco de Narváez.
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La decisión de Alejandra Coto es concentrarse en el manejo operativo de la cadena de supermercados, que crearon su padre y su madre, Gloria Coto, hace casi 40 años. El proceso de traspaso de liderazgo incluye una participación más activa en el día a día de la empresa de la segunda generación que integran Alejandra y sus hermanos Germán, Sofía y Matías.
Por su parte, los Navilli suman con esta compra una nueva pata al negocio de alimentos que lidera desde Molinos Cañuelas, con una decena de molinos industriales y presencia en los rubros de harinas, panificados y aceites.
En los últimos años, Molinos Cañuelas atravesó un proceso de reestructuración financiera tras haber ingresado en default con una deuda cercana a los US$1300 millones. Con ese proceso ya encaminado -logró las mayorías necesarias para aprobar la homologación de la propuesta concursal-, la firma busca una mayor integración de su planta de alimentos congelados con base en la localidad de Spegazzini, partido de Ezeiza, y a la vez avanza en posibles sinergias con la cadena de pizzerías Alla Pala, que también pertenece a la familia Navilli.
De panadería de barrio a franquicia nacionalCostumbres Argentinas nació casi como una respuesta de emergencia. En 2014, el Grupo Almar —controlado por Videla y Coto— atravesaba dificultades financieras y fue el disparador para la creación de la nueva unidad de negocios. Así fue como Luis Videla abrió el primer local en San Fernando, armado en apenas 15 días y con una inversión mínima y una propuesta de productos panificados, pizzas y empanadas a precios bajos.
A los pocos meses, ya había otros dos locales —en Pilar y Chacarita—, y antes de fin de año se lanzó el modelo de franquicias. A partir de ese momento, la marca tuvo un crecimiento exponencial, con su modelo de franquicia llave en mano y una propuesta de productos a precio accesible.
Hoy, Costumbres Argentinas suma cerca de 100 puntos de venta, repartidos en CABA, provincia de Buenos Aires, San Juan, Mendoza, Chubut, Corrientes, Formosa, San Luis y Santa Fe, y tiene planes para extenderse a Chile y Uruguay. En los últimos años, la empresa también coqueteó con la posibilidad de ingresar al mercado de Estados Unidos.
La llegada de los Navilli podría darle a Costumbres Argentinas una nueva proyección, apalancada en la experiencia logística, industrial y comercial que el grupo cosechó al frente de Molinos Cañuelas. La sinergia entre la cadena de panaderías y el negocio harinero es clara, y podría derivar en una mayor integración vertical.