“Sueño imperialista”, expansión militar y amenazas: cuáles podrían ser los objetivos de Putin en caso de terminar la guerra en Ucrania

PARÍS.- Mientras europeos y ucranianos hablan de paz, Vladimir Putin tergiversa. “Paz, sí. Pero con mis condiciones”. Que, en lenguaje diplomático, significan “capitulación total” de Kiev. Y una vez alcanzada esa eventual paz, ¿qué hará el autócrata del Kremlin? Desde 1919 a la actualidad, la URSS y después Rusia atacaron 19 veces a sus vecinos. Hoy, nadie cree seriamente que Moscú tenga intenciones de olvidar sus sueños imperialistas.

“¿Quién puede creer que la Rusia actual se detendrá en Ucrania?”, alertó el presidente francés, Emmanuel Macron, en su última intervención televisada, el 5 de marzo.

La advertencia fue lanzada con toda gravedad en un discurso destinado a sensibilizar a los franceses sobre los profundos cambios geopolíticos actuales. “Rusia se ha convertido en este momento y por los próximos años en una amenaza para Francia y para Europa”, agregó.

Antes de su discurso, varios países europeos habían multiplicado las advertencias en forma más o menos oficial: después de la invasión a Ucrania, que acaba de entrar en su cuarto año, Putin tendría -según la mayoría de los expertos- otros proyectos bélicos hacia el oeste.

Así lo demostraba, por ejemplo, esa nota confidencial del ejército alemán, develada por el diario Bild en enero de 2024, que anticipaba una ofensiva rusa en el frente este de la OTAN, con una Tercera Guerra Mundial lanzada en el verano (boreal) de 2025.

Varios servicios de inteligencia sostienen la tesis de un próximo ataque ruso contra uno o varios países occidentales.

“El Kremlin anticipa probablemente un conflicto con la alianza atlántica durante la próxima década”, estimaba un informe de los servicios secretos estonios de febrero del año pasado.

“En términos humanos y materiales, las fuerzas armadas rusas estarán muy probablemente en condiciones de lanzar un ataque contra la OTAN a fines de esta década”, aseguró a mediados de octubre el jefe de los servicios de espionaje y contraespionaje alemanes, Bruno Kahl, ante el Bundestag (Cámara de Diputados). A su juicio, “un conflicto militar directo” con la alianza atlántica se ha convertido en una opción para Moscú.

¿Cómo desechar esa posibilidad? Rusia consagra en este momento el 40% de su presupuesto al rearme, y ha anunciado su intención de aumentar sus efectivos militares con 350.000 hombres suplementarios, para alcanzar 1,5 millones entre soldados y oficiales antes de 2030. Para entonces, también anuncia la construcción de 3000 tanques y 300 aviones de caza suplementarios.

“¿Conocen un país que solo pretenda la paz que haga ese esfuerzo militar?”, preguntó esta semana el ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu.

A mediados de febrero, los servicios de inteligencia daneses también evocaron la posibilidad de una “guerra a gran escala” lanzada por las fuerzas rusas antes de 2030.

“Rusia estará probablemente dispuesta a utilizar la fuerza militar en una guerra regional contra uno o varios países europeos de la OTAN, si percibe que la Alianza está militarmente fragilizada o políticamente dividida”, afirma el informe. Esos escenarios se han vuelto mucho más creíbles debido a la actitud de Donald Trump, cuya administración multiplica las advertencias de un eventual retiro de Estados Unidos, no solo de la OTAN, sino de todo el continente europeo.

Pero el Kremlin no esperó el retorno al poder del imprevisible presidente norteamericano para justificar el temor de los países occidentales. En noviembre, los diputados rusos aprobaron el proyecto de ley del presupuesto 2025-2027, que prevé un aumento de 30% de los gastos militares para este año. Según el texto, los gastos de defensa alcanzarán cerca de 140.000 millones de euros. Es decir, más del 6% del PBI ruso. Comparativamente, la OTAN pide a sus socios que inviertan el 3% de su PBI en la defensa.

Esto representa una confirmación más que una novedad: en 2024, el presupuesto militar nacional ruso ya había aumentado 70% en relación a 2023. Más globalmente, desde 2022 y su invasión de Ucrania, el Kremlin orientó su economía hacia el esfuerzo de guerra. El Estado desarrolla a toda velocidad su complejo militar-industrial, incorporando a centenares de miles de nuevos empleados. Una estrategia que provocó, en todo caso, un aumento de la inflación.

¿A qué destina Rusia ese esfuerzo colosal? ¿Dónde podría Putin intervenir militarmente?

“El verdadero objetivo expansionista de Putin, a nivel de conquista, es la idea del ‘mundo ruso’, el Ruski Mir”, señala Galia Ackerman, historiadora, especialista del mundo ruso.

En su imaginación, Rusia tendría derecho de intervención en todos los territorios donde aún existe una importante minoría rusoparlante o étnica: en Estonia, en Transnistria o en Georgia.

Rusia ya atacó Georgia en 2008 para obtener el control de las regiones separatistas de Osetia del Sur y de Abjasia, mientras la Unión Europea (UE) la acusó de injerencia en las últimas elecciones legislativas en el pasado otoño boreal.

En Transnistria, región separatista prorrusa de Moldavia, Moscú utiliza el envío de gas para conservar el territorio en su girón y oponerse al gobierno proeuropeo. Este último, que intenta adherir a la UE para protegerse nuevos intentos de desestabilización, también denunció injerencias en la elección presidencial de noviembre pasado.

En cuanto a los países Bálticos —miembros de la OTAN y la UE—, Estonia, mucho más que Lituania y Letonia, teme ser el principal blanco de Moscú.

“Estonia tiene una gran minoría rusa, que el Kremlin podría tratar de instrumentalizar”, precisa Ackerman. Con sus vecinos, Tallin prepara y planifica la construcción de varias decenas de bunkers a lo largo de los 338 kilómetros de frontera que comparte con Rusia.

En la otra costa del mar Báltico, Noruega, Suecia y Finlandia también se sienten blancos potenciales.

“Suecia no está en guerra, pero tampoco en paz”, declaró a mediados de enero el primer ministro Ulf Kristersson, pocos meses después del ingreso de su país a la OTAN.

“Hay muchas malas intenciones que llegan de Rusia. Esa es la nueva normalidad que debemos aceptar”, estimó por su parte el presidente finlandés, Alexander Stubb, precisando que su país está “bastante habituado” a ese comportamiento. La frontera entre ambos países, de 1300 kilómetros de largo, ha ido cerrándose progresivamente.

Pero los proyectos militares rusos podrían dirigirse al corazón del continente europeo, hacia Polonia. País fronterizo de Ucrania, Bielorrusia —aliado fiel de Putin— y del enclave ruso de Kaliningrado.

“Cada vez se habla más de ese punto de confluencia, con un escenario en el que los rusos podrían invadir esa zona para separar a Europa de los países bálticos”, advierte Galia Ackerman.

Inquieta por los proyectos de Putin, Varsovia anunció el 10 de febrero un plan de inversiones de 155.000 millones de euros para este año, en defensa y seguridad nacional.

Para los especialistas, la obsesión del “Ruski Mir” sobrevivirá a Putin. Según Ackerman, “hasta que los rusos no pierdan Ucrania, nunca abandonarán su sueño de imperio colonial”.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/sueno-imperialista-expansion-militar-y-amenazas-cuales-podrian-ser-los-objetivos-de-putin-en-caso-de-nid15032025/

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