Gerry Garbulsky: “Tenemos que seguir aprendiendo toda la vida. El día que dejás de aprender, empezás a morir”

“En la vida, todo el tiempo estamos haciendo covers. Nuestra vida es un continuo cover de obras que vimos por ahí, que nos pusieron y nosotros las pasamos por nuestro cuerpo, nuestra alma, y se la devolvemos al mundo con nuestra impronta. A veces se reconoce, a veces no, y está todo bien. La otra metáfora que uso mucho es la del mashup, que se trata de componer una canción mezclando otras canciones, melodías. Gran parte de la creatividad humana es unir cosas que antes estaban separadas, ése es el mashup de la vida”, dice Gerry Garbulsky a LA NACION, y ensaya una explicación alegórica acerca de su labor como emprendedor de ideas. Está cerca de los 60 años, tiene la mirada diáfana, habla pausado y piensa cada palabra como si repasara un cuaderno repleto de frases. Su gran obsesión son las conversaciones.

Es licenciado en Física por la UBA y está doctorado en Ciencia de Materiales del MIT. Durante 13 años fue consultor de estrategia de negocios en una empresa global (Boston Consulting Group) y viajó por el mundo. Vivió con su familia en los Estados Unidos y lo tuvo todo, pero algo no era suficiente. Faltaban piezas en su rompecabezas de la vida y, en el trayecto por encontrar algunas respuestas, provocó giros drásticos en su estructura diaria.

Desarmó para generar algo nuevo y seguir el desarrollo del aprendizaje. Dejó la física, la consultoría, y fundó una comunidad para expandir el mundo de las ideas. Aprender a partir de otras experiencias e intercambiar información a través de lo más simple, pero olvidado: la charla entre personas.

En su adolescencia creyó que iba a ser ajedrecista. Dedicó mucho tiempo, tuvo profesores, participó de torneos juveniles y nacionales. A los 17 dejó de jugarlo en persona y durante tres años participó del Torneo Mundial de Ajedrez por correspondencia. “Fue mi primera red social”, dice un poco en broma y otro poco serio.

“Estaba la Liga de Ajedrez Mundial por correspondencia. Te daban unas postales en las que venía preimpreso el tablerito de ajedrez. Jugabas 21 partidos a la vez, jugabas en paralelo, cada partida podía durar máximo tres años. En tu tarjetita anotabas la movida, le ponías una estampilla, la tirabas al buzón y, 15 días después, le llegaba a un tipo en Rusia, en los EE.UU. o Australia”, recuerda.

Garbulsky saltó su propia muralla cuando arribó al mundo TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño) –el mayor evento de oradores– y se convirtió en el fundador y director de TEDxRíodelaPlata, con el objetivo de difundir ideas que siembren temas para conversar.

Creó Aprender de grandes, algo que empezó como un podcast de charlas con figuras de la cultura, el deporte y áreas muy diversas –lleva más de 200 episodios grabados que van desde Manu Ginóbili hasta Hernán Casciari– y mutó hacia una colectividad global de gente con ganas de aprender durante toda la vida. La construcción de nuevos hábitos para continuar por ese camino de aprendizaje pasó a ser una de sus mayores preocupaciones y la estrategia para cultivar los vínculos, su camino a seguir.

“Lo que nos hace más humanos y lo que probablemente nos siga haciendo humanos es el hecho de sentarnos a tomar un café, tener amigos, tener parientes, compañeros de la vida. En los estudios de felicidad, lo que estudia la psicología positiva, que también estudia el bienestar y lo que nos hace sentir bien, el número uno de las variables es la calidad de los vínculos. Podés tener temas económicos, de salud, de reconocimiento, fama, distintas cosas, pero la calidad de los vínculos le gana por afano a todas las demás cosas en contribuir a una sensación de estar feliz con la vida y de sentirte bien”, explica Garbulsky.

–¿A qué edad te interesaste por la física?

–Cuando tenía 15/16 años leía mucha ciencia ficción, disfrutaba de las materias relacionadas en el colegio: física y matemática, pero eso no era tan importante, era más lo que mi viejo me influyó porque era profe de Física I en Ingeniería, y lo acompañaba a las clases de la facultad. Me acuerdo que me explicaba trigonometría cuando yo tenía 8 años.

–¿La primera entrada es la literatura o tu papá?

–Es difícil separarlas. Esos libros estaban también en casa, aunque algunos me los terminé comprando yo, pero ellos (sus padres) lo fomentaban también. Con mis amigos nos pasábamos las vacaciones de verano leyendo Julio Verne, El secreto de Maston y El testamento de un excéntrico, dos libros de Verne que no son para nada conocidos, pero me impactaron. Hay mucho de encontrar inspiración en gente que logró cosas increíbles y no solo que lo logró, sino que aprendió a contagiar la pasión que sentía por esas cosas.

“Ahí viene mi meta de la importancia de la oratoria, de la comunicación, de la conversación. Una gran idea está bien, pero no alcanza para impactar en el mundo hasta que no está bien contada, y eso va desde un paper científico o una prueba de matemáticas hasta la historia de alguien que le pasó algo en la casa. Lo que importa es cómo está contado, obviamente la idea tiene que estar buena también, 50 y 50. Lo bueno es cuando hay un balance entre calidad de contenido y calidad de comunicación, por eso el mundo TED me fascinó, me dio excusas para conocer un montón de gente fantástica.

El 28 de septiembre en el CEC (Centro de Convenciones Buenos Aires) se desarrollará la celebración por los 15 años de TEDxRíodelaPlata con una edición especial. Con el eje Tiempo se vivirá una jornada transformadora donde habrá charlas, música y experiencias que cruzan ciencia, arte, creatividad y conversación. “Un festival de ideas que va a estar buenísimo. Estoy a cargo de curar uno de los segmentos de contenido. Junto con otra persona que trabaja conmigo, estamos ayudando a cuatro oradores a preparar sus charlas. Va a ser con un Lollapalooza de ideas”, adelanta.

–¿De ahí la importancia de la conversación para seguir aprendiendo?

–Uno de los principales desafíos que tenemos los seres humanos es mantener y potenciar nuestra humanidad, es el título de lo que más me preocupa y lo que vengo pensando, lidiando, de repente sufriéndola un poco por la preocupación. Oscilo entre el optimismo y la cautela, siento que tenemos un mundo que no solo es impredecible, siempre lo fue un poco, pero ahora se amplificó esa incertidumbre que tenemos sobre el futuro, por razones obvias, la más obvia es la tecnología, pero también los cambios sociales que ahora son cada vez más rápidos, las tensiones geopolíticas que están montándose por todos lados y cómo la tecnología nos atraviesa haciéndonos preguntas difíciles como, por ejemplo, qué somos.

“Hasta ahora podíamos decir que éramos lo más avanzado de la evolución, éramos los seres más inteligentes sobre la Tierra, teníamos ciertas etiquetas: somos seres conscientes, podemos resolver problemas difíciles, podemos planear el futuro, sentimos empatía, nos emocionamos, o sea, todas esas cosas que decíamos es nuestra humanidad, y lo decíamos sacando pecho, pero ya no estamos solos, hay alguien que no solo está y empieza a tener todas esas características y cada vez las va a tener más, sino que muchos ya las hacen mejor que nosotros, entonces qué nos queda. Cuál es nuestro rol dentro de todo de esto”.

–¿Y cuál es nuestro rol entonces?

–Creo que la primera cosa que tenemos que hacer es seguir aprendiendo toda la vida, ese ha sido un titular grande; tiene dos vertientes, una más obvia y otra más sutil. La más obvia es, por cómo está cambiando el mundo, si no seguís aprendiendo quedás obsoleto, esa es la más típica, tenés que formarte, tenés que aprender cosas nuevas, sino vas a quedar obsoleto no solo en el mercado laboral, también interpersonalmente, vas a quedar out. La menos obvia es que, emocionalmente, el día que dejás de aprender empezás a morir, y eso es algo que no está tan dicho. Hay gente que, por nuestra cultura histórica, le dedica la primera etapa de la vida a formarse y después a ejercer alguna profesión o a vivir con ese conocimiento que supuestamente debería haber aprendido. Hoy el mundo no es así, cada vez menos se parece a eso, entonces hay un tema de reconocer que si dejás de aprender estás empezando a salirte de la vida, de alguna manera a morir. Esa es la primera gran área y en esa área estoy haciendo mucho, mi gran iniciativa es aprender de grandes. Tiene eso dos significados, que es aprender cuando ya no somos niños, es decir, aprender durante toda la vida; y el segundo, que es el significado menos obvio, aprender de los grandes, de la gente que uno admira.

–Ahí hay un disparador interesante: escuchar para aprender…

–Totalmente, voy a llegar a eso porque es parte de un paquete más grande. Retomando lo anterior, hay un mito respecto a cuánto podemos aprender una vez que ya no somos chicos, que empezamos a crecer: juventud, adultez temprana, adultez. Hay algunas cosas que son realidad y otras que son mitos. Está la frase típica de que a esta edad ya no voy a… y completá con lo que quieras: desde aprender un idioma, un instrumento, hacer ciertas cosas, a que el cuerpo me deje hacer ciertas cosas también o la mente. La verdad es que la inmensa mayoría de esas frases son mitos, pero no todas.

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“Hay algunas cosas que sí son más difíciles de hacer, algunas imposibles, pero la mayoría de esas frasecitas que decimos están erradas, la gran diferencia es que cuando somos chicos, los primeros años de la vida, aprender a comunicarnos, a movernos, a manejar nuestro cuerpo y a agarrar cosas, a transportarnos de un lugar a otro, a caminar, son cuestiones de vida o de muerte, literalmente. Subsistencias. Los chicos chiquitos están 16 horas o el número de horas que están despiertos, dependiendo la edad, dedicados a eso, y esa es su motivación principal, ese tipo de motivación no la tenemos el resto de la vida. En general, la vamos perdiendo.

–En este caso, ¿qué pasa con los adultos?

–Para los adultos, el hecho de no tener la motivación es la principal barrera para seguir aprendiendo, lo que muestran muchos estudios de neurociencias es que lo que tiene que suceder en el cerebro para que podamos aprender cosas nuevas depende de que haya una combinación de cuestiones químicas y fisiológicas que suceden entre ellas, que aparezca una sustancia química que se llama dopamina. Tiene distintas funciones, pero una de las funciones críticas de la dopamina, sobre todo en el aprendizaje, es que cuando hay dopamina en el lugar correcto, en el momento correcto de nuestro cerebro, nuestro sistema nervioso central aumenta la plasticidad neuronal para establecer nuevas conexiones. Por lo tanto, poder incorporar nuevo conocimiento o saber hacer. Si no está la dopamina, por más que le pongas horas y esfuerzo, no vas a aprender nada, porque estás duro”.

–¿De qué manera se genera eso?

–El esquema que estoy pensando es: cuáles son los superpoderes que podemos desarrollar cada uno de nosotros para estar bien parados en el futuro. Creo que es como el paraguas de todo lo que estoy diciendo. Dada la incertidumbre de dónde va el mundo, no creo en la gente que dice: así va a ser el mundo dentro de 10 años. No tiene la más pálida idea. Están guitarreando mal, le van a pifiar seguramente, es muy difícil prepararse para lo que va a ser el mundo en 10 años. Por eso hay una crisis vocacional porque los chicos no saben qué estudiar. No tienen idea de qué les va a servir de acá a 10 años. Lo que sí podemos hacer es empoderarnos con lo que está a nuestro alcance para darnos la sensación de que somos protagonistas de nuestra vida. A eso lo llamo “superpoderes” para vivir, para liberar y crecer en un mundo incierto. Sobre esto doy muchas charlas en empresas, es lo que más me están pidiendo ahora: cómo hacer para no predecir el futuro. Dado que el futuro es incierto, qué tengo que hacer para estar bien parado sin importar lo que pase.

–¿Y qué hay que hacer?

–Lo primero, aprender. Segundo, desarrollar los hábitos correctos, hay un tema que gran parte de lo que logramos en la vida está asociado a la calidad de los hábitos que tenemos, nuestro comportamiento es automático, eso que hacemos sin pensar mucho, esos son los hábitos. Son esos comportamientos humanos adquiridos que no son innatos, son cosas que se desarrollan durante la vida.

“Está estudiado que, más o menos, la mitad de las cosas que hacemos todos los días, las hacemos en piloto automático, en el sentido que no me siento a pensar ventajas, desventajas, a ver cómo tomo la decisión de hacer esto. La pregunta que surge es: ¿cuáles son los buenos hábitos? Uno, por ejemplo, tiene que ver con la conversación, ese me obsesiona. La escucha, el diálogo, la palabra en todos sus aspectos, oral y escrita, y el audiovisual. Todo eso presencial, virtual, sincrónico, asincrónico, en todas las variables que quieras, es lo que nos cataliza como sociedad, es lo que nos permite crear vínculos, colaborar, hacer amistades.

“Y los hábitos de cómo conversamos y no estamos interrumpiéndonos (me encanta que me estás escuchando sin interrumpir). Pero eso no es nuestra cultura, acá haces zapping en cualquier lugar donde haya más de tres personas y no hay ningún momento en el que esté hablando uno solo, en conversaciones cotidianas tampoco. Se pisan todo el tiempo, a punto tal que estamos más atentos a cuál va a ser nuestra intervención que a escuchar lo que dice el otro. Gana el que grita más fuerte, ese tipo de cosas no están buenas".

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–Entonces, un buen hábito se basa en la calidad de la conversación...

–Es uno de los hábitos que vale la pena desarrollar: la capacidad de dialogar, de conversar mejor, hasta pelearte bien, en el sentido de poder tener conflictos y resolverlos a través de la palabra. Dentro de los hábitos hay un montón más que tienen que ver con salud física, mental… Uno de los grandes problemas que nos está trayendo esta incertidumbre y la tecnología son los problemas gravísimos de salud mental, principalmente en los chicos más chicos. Desde Facebook en adelante se está dando una situación muy jodida, sobre todo con las nuevas generaciones que construyen su identidad, su autoestima y su capacidad de hacer cosas en la vida por esas redes sociales que hoy están pobladas por un algoritmo que no está alineado con optimizar el crecimiento de la persona.

“Tenemos un montón de hábitos malos, uno es conversar mal, pero otro puede ser algo que nos hace mal a la salud mental o física, desde no ejercitar o comer mal. Hay malos hábitos de aprendizaje, no es fácil aprender. Los seres humanos somos muy buenos teniendo ideas, pero muy malos recordando las ideas que tuvimos después. Esto lo demuestro acá. No salgo de casa sin este cuadernito (muestra un cuaderno de tapa dura con hojas llenas de frases). Se llama Hlppv y significa ‘Hoy lo pensé por primera vez’. Acá tengo las cosas que voy pensando. Cada vez que salgo de una reunión escribo algo.

“Este es otro hábito que me parece bueno, por lo menos en mi caso, no lo quiero universalizar, pero creo que hay mucha gente que tiene un perfil parecido. Me construí un hábito y el costo de hacerlo es muy bajito. Son minutos escribiendo algo, y el valor que me genera sostener eso durante décadas, para mi es inmenso. Aprender de grandes no existiría si no fuera por este cuadernito, o un antecesor de este cuadernito”.

–Dejaste varias cosas en el camino para llegar hasta acá: primero, ajedrez; después, la física y, por último, la consultoría de negocios. ¿Cómo fue ese proceso?

–Al principio me costó mucho, me angustió, y ahora me encanta. Me hice medio adicto a esto porque lo disfruto un montón, me doy cuenta que pegar saltos al costado es una muy linda manera de que la curva de aprendizaje siga empinada para seguir aprendiendo un montón. Si desde hace 20 años hacés lo mismo, obvio, podés seguir aprendiendo, pero el ritmo no es el mismo. Te empezás a achanchar y la cosa se ameseta. Eso no va conmigo, no me gusta, y lo que me está pasando con todo lo que hice y sigo haciendo en TED, por ejemplo, y lo que hago en Aprender de Grandes, es que me fui creando un entorno en el cual esto pasa todo el tiempo, o sea, es estructural lo que construí y creo que no es casualidad, lo construí porque era lo que necesitaba para poder seguir aprendiendo.

–Construiste tu lugar…

–Lo que fue pasando con lo que armé en los últimos años de Aprender de Grandes es que, y esta es la tercera cosa que creo es importante, o dentro de la tercera que es la de los vínculos, es cómo nos construimos nuestros lugares, hay un concepto de un sociólogo yanqui de los 80 que habla “del tercer lugar”. En general, los seres humanos vivimos, decía este tipo, en tres lugares: uno es el hogar, que es donde compartís tiempo con la gente que convivís, tu familia, la gente más cercana, el día a día; después está el trabajo, eso toma distintas versiones de acuerdo en qué labures, cómo labures y, el tercer lugar, es el lugar donde socializamos más allá del trabajo y de la casa, algo que a lo largo del tiempo fue mutando. Antes eran las tabernas en Europa Medieval, en el siglo XIX pasó a ser el café y después aparecieron los clubes de barrio, los deportivos, social-deportivo. Las iglesias también jugaron un rol importante. A esto lo llama el tercer lugar.

“Lo que se estuvo viendo mucho en los últimos años es que, durante la pandemia, estos tres lugares colapsaron en uno solo físicamente, porque estábamos encerrados. Entonces tu casa pasó a ser el hogar, el trabajo y este tercer lugar, todo junto. Aprender de grandes y un poco también TEDxRíodelaPlata es un tercer lugar donde me siento bien, donde conozco gente, donde aprendo. Es verdad que es mi laburo, pero no lo vivo así, y la gente viene y no lo ve como su laburo, viene porque quiere estar ahí. Para cerrar todo esto, a pesar de que hice todas esas cosas a lo largo de la vida que parecen redistintas, hace pocos años descubrí que me dedico a buscar buenas excusas para estar con la gente con la que quiero estar.

–¿Cuáles son los desafíos?

–El desafío, dado la incertidumbre que hay en el mundo y lo que nos está pasando con todos los desafíos que tenemos, está en cuáles son los superpoderes que podemos desarrollar ahora para estar bien parados. El primero, aprender durante toda la vida, reconocer que podemos hacerlo y aprender a hacerlo. El segundo, desarrollar buenos hábitos en el sentido más amplio de la palabra, pensar cómo podemos ir mejorando nuestra vida, aunque a veces no es fácil cambiar, somos seres vivos. Y el tercero, cómo cultivar los vínculos. Se trata de encontrar cuáles son esos terceros lugares. Es una de las partes más importantes. Pero ahí también entra el tema de conversación y cómo cultivar la amistad, las relaciones, los vínculos, la colaboración, de manera que vayas generando una bola de nieve positiva y que te haga potenciar tu humanidad.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/conversaciones-de-domingo/gerry-garbulsky-tenemos-que-seguir-aprendiendo-toda-la-vida-el-dia-que-dejas-de-aprender-empezas-a-nid03082025/

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