Farah Diba conoció las mieles del poder y los deleites que ofrece una vida de lujos durante las décadas del 60 y 70. En ese tiempo llegó a ser la emperatriz de Irán, en su rol como tercera esposa del último Sha de ese país, Mohammed Reza Pahlaví. Pero en 1979, la revolución islámica liderada por el Ayatola Jomeini terminó con el reinado de Pahalaví y su esposa, que debieron huir del país.
Comenzó entonces para ella y su familia un largo exilio que ya lleva 46 años y que incluye desazones y tragedias, como la muerte de su esposo el Sha y el suicidio de dos de sus cuatro hijos. Hoy, a los 86 años y sin perder la elegancia que siempre la distinguió, Farah divide su tiempo entre sus dos hogares, ubicados en Francia y los Estados Unidos y trabaja en su propia fundación. Pero siempre está atenta a lo que ocurre en su patria.
En recientes entrevistas, la viuda del último Sha de Irán aseveró que continua en contacto con la gente de su país y expresó, aún antes de los últimos conflictos, un deseo y una esperanza para Irán: “Todavía espero que los Ayatolas caigan y el pueblo sea libre”.
La boda de su nieta, su última apariciónLa última aparición pública de Farah Diba se dio el pasado 6 de junio, cuando la que fuera emperatriz de su tierra estuvo en París para la celebración de la boda de su nieta Iman Pahlaví. La joven es una de las tres hijas del príncipe heredero Reza Ciro Pahlaví -primogénito del Sha de Irán y Farah- y de su mujer Yasmine y contrajo matrimonio con el empresario estadounidense Bradley Sherman.
La pareja se había casado por civil un mes antes en Nueva York, que es su lugar de residencia, pero ambos eligieron la capital francesa para realizar la fiesta, que se desarrolló respetando la cultura de Irán. Si bien la novia nació en Washington en 1993, hizo honor a la patria de sus antepasados. Además, uno de los cantantes iraníes más famosos del mundo, Arash Labaf, realizó una presentación en vivo en medio de la lujosa ceremonia.
La viuda de Reza Pahlaví no se perdió la ceremonia de la primera de sus tres nietas en casarse, y se mostró feliz entre los invitados. “Les deseo muchos años de salud, felicidad, éxitos, cielos azules y sol”, les dijo la emperatriz a los contrayentes.
La misma elegancia de siempreLa mujer se presentó en la ceremonia de su nieta ataviada con un traje color marfil, conformado por un pantalón y un saco con un solo botón y flores bordadas en seda en las mangas, hombros y la parte delantera. Llevaba el pelo recogido, y unos aros en forma de flor con diamantes.
Más allá de las amarguras de su vida, Farah demostró, de acuerdo con las imágenes de la boda, que no perdió la elegancia de otros años. Ella conserva ese mismo garbo y lujo en el vestir con los que opacó a la mismísima primera dama de los Estados Unidos, Jackie Kennedy. Fue en 1962, cuando realizó junto a su marido una visita a Norteamérica y lució un despampanante vestido incrustado de joyas con hilados de oro.
Farah Diba vive actualmente con su tiempo repartido entre París, donde posee un piso palaciego con vistas al Sena y al Grand Palais, y Washington DC.. En esta última ciudad pasa buena parte del año en la mansión de su hijo mayor, Reza Ciro.
La familia sigue siendo un sostén importante para la señora que, luego de ser parte del núcleo del poder iraní, nunca ha podido regresar a su patria.
La visita del Sha de Irán a Nueva York en 1962La fundación de FarahDesde el año 1976, la exemperatriz iraní está al frente de su propia organización, la Shahabanou Farah Pahalaví Foundation que se dedica, entre otras cosas, a preservar el patrimonio cultural, artístico e histórico de Irán.
Con la salida apresurada del país de 1979, la familia del Sha no pudo sacar consigo muchos de sus objetos más valiosos. Pero tiempo después, varios compatriotas que también salieron de Irán le vendieron o regalaron a la mujer obras de arte y otras piezas del país, que ella albergó en la Fundación.
“Pensé que la Fundación podría contar la historia y la cultura de Irán y que un día con suerte, cuando las cosas cambien en el país, todo eso podrá volver a ser como antes”, dijo la exemperatriz hace días, en referencia a la entidad que lleva su nombre.
La fundación también realiza trabajos filantrópicos de diferente tipo, en especial dedicadas al empoderamiento femenino y la educación, a través de becas y premios que se otorgan a quienes, de acuerdo a la entidad, realizan “contribuciones destacadas en el Servicio Público, las Artes y la Cultura, y el Liderazgo Juvenil”.
“Estoy ocupada todo el día”Los días del exilio de la viuda del último Sha de Irán pasan así entre papeleos de la fundación, el intercambio de llamados telefónicos y correos electrónicos con sus coterráneos. Por un lado, la mujer se define como “cansada” de llevar esa vida a su edad, pero por otro, exhibe el costado favorable de su actividad. Como expresó en la citada entrevista: “Estoy ocupada todo el día, lo cual me alegra porque si puedo hacer algo positivo, eso me da energía”.
En todas sus actividades, Farah Diba se encuentra acompañada por su fiel mascota, un King Charles Spaniel llamado Mowgli. El nombre, en homenaje al protagonista de El libro de la Selva, se lo puso al animal Noor, una de las nietas de Farah. Ella fue, además, la que le regaló ese perrito a su abuela.
Un casamiento a todo lujoLa vida de Farah Diba tomó rumbo hacia su destino definitivo en 1959. Fue el 21 de diciembre de ese año, cuando, con apenas 21 abriles, se convirtió en la tercera esposa del Sha de Irán, Reza Pahlavi. La joven conoció al mandatario iraní en París, donde estaba estudiando arquitectura, y pronto sus vidas se unieron.
La boda fue el epítome de lo fastuoso. Ella deslumbró a su pueblo y al mundo entero con su vestido de Ives Saint Laurent y su tiara de diamantes. Se anticipaba con ese look como una de las mujeres con mayor estilo y charme de medio oriente. Pero eso no era todo, ya que también se convirtió, en su rol como esposa del Sha, en la mujer que ayudó a darle a la monarquía de Irán una estampa más moderna y cercana a occidente.
En 1967, Reza se proclamó como Sha an Sha (Rey entre reyes) y ella se convirtió entonces en Emperatriz. La pareja tuvo cuatro hijos: Reza Ciro, nacido en 1962; Yasmin Farahnaz, en 1963, Alí Reza, en 1966 y Leila, en 1970. Al nacer, recibieron el título de Príncipe o Princesa Imperial.
Auge y ocaso de la Revolución BlancaCon la ayuda de los ingresos petroleros, el matrimonio monárquico puso en marcha lo que se conoció como la Revolución Blanca. Fue un conjunto de políticas para convertir a Irán en un país desarrollado en infraestructura, industria y armamento y con leyes de avanzada para Medio Oriente. Por ejemplo, en 1963 se aprobó allí el voto femenino.
Pero la bonanza también sacó a la luz desigualdades. Mientras sectores de la clase media se beneficiaban en las ciudades con las nuevas medidas, en las zonas no urbanas continuaba la pobreza y la postergación.
A la vez, el régimen también mostraba situaciones de corrupción: la Familia Real, en particular, hacía demostraciones de una exagerada riqueza que ya alcanzaba puntos obscenos. Se sumaba también una pesada burocracia estatal y el recrudecimiento de la represión a cualquier protesta. Todo ello fue generando malestar social.
Revolución Islámica, exilio y tragediasEn 1979, con la Revolución Islámica liderada por el Ayatola Jomeini, el Sha debió abandonar Irán junto con su familia, ya que estaban amenazados de muerte. Mientras el nuevo líder proclamaba en febrero de ese año la República Islámica de Irán, la familia imperial emprendía su largo éxodo.
En Egipto, en 1980, el Sha Reza Pahlaví murió de leucemia. Sería el primer golpe fuerte para un grupo familiar al que la salida del poder afectó de manera contundente. Más adelante, el derrotero de la familia exiliada continuó por Marruecos, México, Bahamas, Panamá y, finalmente, los Estados Unidos.
Pero todavía faltaban tragedias para la familia imperial. Los dos hijos menores de Reza y Farah, Leila y Alí Reza, se suicidaron con 10 años de diferencia. Su madre adujo que el motivo de estos desenlaces tenía que ver con la depresión provocada por la partida obligada de su tierra. Leila se quitó la vida en Londres, en 2001, a los 31 años, con una sobredosis de pastillas. Alí Reza, en tanto, murió a los 44, en Boston, en 2011. “Por un disparo autoinfligido”, dijo la policía.
De acuerdo con la revista Hola, la reflexión de Farah Diba ante estas dolorosas tragedias que atravesaron su vida se resume en una esclarecedora frase: “A veces me siento como si tuviera 200 años”.
La relación con sus compatriotasEn estos tiempos, la mujer que ha conocido como pocas personas los picos de la gloria y los abismos del dolor, asegura que no abandonó el amor por su patria, a la que nunca renunció y disfruta cruzarse con sus paisanos en sus diferentes viajes.
Con respecto de los iraníes que están en su país, la mujer expresaba en el periódico inglés The Times, en mayo de este año: “Me envían correos electrónicos con sus números de teléfono. Los llamo, y es muy extraño porque reconocen mi voz y me dicen: ‘Hola, shahbanou (esposa del Sha)’. Y yo les digo: ‘No digas eso’, porque temo que el gobierno los esté escuchando".
“Me alegra mucho seguir viva y escuchar todo esto -reflexiona la exemperatriz-. Como siempre digo, las semillas que se plantan con amor y cariño nunca perecen”.
La señora añade después, en el mismo medio, que mantiene las esperanzas de que el régimen de los ayatolás caiga algún día para dar paso a un Irán “libre y democrático”. En ese sentido, Farah se lamenta: “Es realmente increíble que un país como Irán, con una civilización y una historia tan grandiosas, esté gobernado por esta gente”.
Una película sobre su vidaComo corolario de lo que es una vida plagada de episodios destacados, se conoció en los últimos meses que existe un proyecto de llevar la biografía de la exemperatriz de Irán al cine. La directora franco-iraní Emily Atef planea realizar un largometraje basado en Farah Diba.
“Pocos pueden negar que Farah Diba Pahlaví vivió una vida extraordinaria. Desde las alturas de la adoración como emperatriz de Irán hasta las profundidades del desprecio y el exilio por parte de quienes la enaltecieron, la historia de Farah sigue siendo, en esencia, una historia humana”, dijo sobre su personaje principal la realizadora franco-iraní en Deadline.
Por su parte, al opinar del futuro largometraje sobre su vida, la misma Farah expresó en ese medio: “Me interesa que se cuente mi historia a través de un documental y un proyecto con guión, pero quiero que vayan más allá. Quiero mostrar qué es Irán y quiénes son los iraníes. Quiero que hablen de mi país, especialmente de su historia y cultura, que son muy importantes para mí”.
En la mencionada entrevista, la última reflexión de quien fuera la mujer más importante de Irán fue para su familia y su propia patria: “Lo primero que les deseo (a mis familiares) es que tengan una vida feliz. Y también que un día puedan ver su país libre y regresar”.