El delincuente que fue abatido por un adulto mayor de 77 años en la ciudad de Mar del Plata el jueves pasado contaba con un frondoso prontuario, que incluía haber asesinado a otro preso en el penal de Batán.
Según informaron medios locales, en 2018, Ulises Segovia, de 26 años, mató a un recluso, identificado como Pablo Emanuel Cordero, en la Unidad Penal 15 de Batán que había sido trasladado de la cárcel de Azul, casualmente por asesinar a otro reo en un enfrentamiento a fines de 2017.
Cordero y Segovia protagonizaron una pelea, en la que el delincuente abatido por el vecino de Playa Grande, atacó a Pablo con un cuchillo de cocina y lo atravesó en el pecho, el brazo y la espalda.
El herido sufrió profundos cortes con hemorragia y fue derivado al Hospital Interzonal General de Agudos (HIGA), donde se sometió a una operación, pero murió horas más tarde.
Por su parte, Segovia fue aislado por las autoridades del Servicio Penitenciario y cuando revisaron su celda secuestraron el arma blanca y una plancha de hierro con punta (faca). Luego denunció a los guardias por presuntos maltratos y apremios ilegales.
Tras el crimen, fue sentenciado a la pena de tres años mediante un juicio abreviado y que se unificó con el tiempo que le restaba de la otra sentencia por la que se encontraba alojado en Batán, a una única pena de 4 años y seis meses.
Segovia fue abatido el jueves por el hombre de 77 años cuando ingresó a su casa para robarle. El hecho fue caratulado como homicidio en ocasión de robo en ejercicio de legítima defensa.
Se defendió con un arma que tenía registradaUn jubilado se trabó en lucha con un delincuente que había ingresado a su chalet de Playa Grande y en medio de ese forcejeo logró disparar el arma de fuego que tenía para su seguridad personal y herir a uno de los atacantes, que minutos después murió dentro de la vivienda. El cómplice, que esperaba en la puerta, se fugó en el auto en el que habían llegado.
Con algunas contusiones terminó la víctima de este frustrado robo ocurrido durante la madrugada de este jueves en la esquina de Pellegrini y Alvarado, donde los ladrones habían forzado y vencido dos barrotes de las rejas de una ventana, por la que finalmente accedió uno de ellos al inmueble.
Una pareja que vive enfrente cruzó para auxiliar a la víctima del asalto, que estaba en estado de shock. Llegó al lugar personal de la comisaría 9ª de General Pueyrredón y oficiales de la Prefectura Naval que recorrían la zona. El vecino fue llamado como testigo, mientras que la mujer se quedó junto a la víctima.
No se dieron a conocer los datos filiatorios del hombre que, según se pudo confirmar luego, tenía su arma declarada y contaba con un permiso de uso en regla. Al delincuente se lo identificó horas antes del mediodía: tenía 26 años, aunque su nombre no fue difundido públicamente.
La fiscal que interviene en el caso, Romina Díaz, se acercó horas más tarde al lugar, evaluó la situación y no dispuso ninguna medida de restricción de la libertad para el autor de los disparos, ante los indicios de que se trató de un caso típico de legítima defensa.
En su primer testimonio, la víctima del robo detalló que se topó con el delincuente tras levantarse, cerca de las 3.30, porque había escuchado ruidos. Se trenzaron en lucha y, finalmente, el jubilado abrió fuego. Al menos dos proyectiles impactaron en el cuerpo del joven. La víctima del robo contó que, desde afuera, el otro ladrón le gritaba a su cómplice: “¡Matálo, matálo!”.
Dentro de la vivienda del jubilado quedó un arma de fuego que portaba ese delincuente. Quedó secuestrada para su correspondiente peritaje.
Se sospecha que estos delincuentes, que serían por lo menos dos y se movilizaban en un Toyota Corolla, podrían ser los autores de un hecho de similares características ocurrido a pocas cuadras del lugar poco antes.
Esa vinculación entre ambos casos estaría sustentada en las características del arma que portaba el único de los delincuentes que llegó a ingresar al chalet de Pellegrini y Alvarado.
Este caso generó preocupación entre los vecinos de la zona que se acercaron a consultar por el estado de salud del dueño de casa y comentaron a la prensa que son recurrentes los episodios de inseguridad en esa zona, tanto en la vía pública como en las viviendas, tanto en el formato de escruche –ingreso a las viviendas cuando están vacías– como cuando están los dueños de casa, como sucedió en este último hecho.