Desde el mismo título, la que acaso sea la novela más conocida de Philip K. Dick –origen de la también célebre Blade Runner– se pregunta si los androides sueñan con ovejas eléctricas. En tiempos en que la IA asoma en cuanto consumo cultural o tecnológico hagamos, podría reformularse aquel interrogante: ¿llegarán a regodearse con ciertas fragancias o nutrirán sus experiencias con tal o cual olor los seres digitales que, en las peores distopías, parecen destinados a reemplazarnos? Radicalmente corporales, los humanos no podemos ver una foto como la que aparece aquí desde un único registro. Una granja en Taif, Arabia Saudita, e infinidad de rosas damascenas destinadas a producir agua y aceites aromáticos: es una imagen, pero también la resonancia de un perfume, una convocatoria al recuerdo, un tono en la compleja textura sensorial que nos constituye y define.