Los husos horarios son una división geográfica del planeta en 24 franjas, que utiliza como herramienta los meridianos, para indicar la hora oficial en cada una de ellas. El sistema utiliza como valor de referencia el mediodía en el meridiano cero llamado Greenwich en Inglaterra. Cada huso nos indica la hora en la que debería coincidir el mediodía con el sol en su punto más alto, el cenit.
La hora oficial se basa en el huso horario que cada país dictamina para todo su territorio o bien para sus diferentes regiones si adopta más de uno. En nuestro caso, la hora oficial es UTC -3. Esto significa que la diferencia horaria entre el meridiano UTC 0 es de 3 horas. El sol debería alcanzar su posición más alta en nuestro cielo tres horas posteriores a lo ocurrido en Greenwich.
Un modo sencillo de interpretar la relación entre horario solar y huso horario se visualiza al ver salir el sol desde un avión en vuelo. Mientras el avión se desplaza, por ejemplo, en dirección contraria a la rotación de la Tierra, los relojes deben ajustarse contraintuitivamente hacia el pasado. Sin embargo, la hora solar es independiente de la hora en el avión. Las pantallas en los respaldos de los asientos indican siempre la hora local y en destino. Pero… ¿cuál es la hora real? ¡Ninguna de las dos! Porque mientras el avión se mueve, la hora se ajusta según la zona horaria que está atravesando, definida por el país que sobrevuela.
No solo en un vuelo ocurre este hecho. Lo mismo nos pasa en tierra, cuando miramos la hora y no reparamos en que es una indicación arbitraria y local para coordinar acciones. Cuando decimos que son las 18, no reparamos en que es una medida arbitraria entre las 17 y las 19. Lo que da sentido a la hora es su valor de referencia para ordenar actividades en el marco del orden social, que se organiza en 24 porciones del día. Otro ejemplo terrestre lo notamos al pasar una frontera entre países con diferentes zonas horarias. Resulta hasta cómico que el solo hecho de atravesar un control aduanero implique retrasar o adelantar el reloj.
Hora oficial en ArgentinaEn la Argentina padecemos el dilema de regirnos por un huso erróneo desde hace 95 años. El mediodía horario no coincide con el sol en lo más alto del cielo, lo cual implica un desfase entre la organización social y la disponibilidad de luz solar. Como bien lo explica un estudio realizado por Esteban Rodofili y Diego Golombek, el huso horario que corresponde al país por la convención geográfica internacional es UTC -4 en general y UTC -5 para las provincias cordilleranas (desde San Juan hasta Santa Cruz). Si bien el primer huso horario adoptado en 1920 fue el correcto (-4), desde 1930 se efectuaron más de 60 cambios por decisiones políticas basadas en cálculos de consumo energético, y desde 1969 se dejó de utilizar -4 y se alternó entre -3 y -2 hasta 2007, cuando que se estableció el actual huso -3 para todo el territorio nacional.
Este desfase ha generado diversos problemas sociales y costos en materia de salud, educación, energía, transporte y comercio, ampliamente documentados. Retrasar la hora oficial a UTC -4 contribuiría a revertir muchas de estas falencias y permitirá sincronizar mejor la vida diaria con la hora solar, al comenzar la jornada laboral con mayor disponibilidad de luz solar, condición vital para regular la periodicidad de los ritmos biológicos. Amanecer con luz natural mejora la calidad del sueño, el humor y la salud en general. Una aplicación concreta sería cambiar el horario de ingreso a las escuelas para que niños y adolescentes puedan comenzar las jornadas escolares de día y despiertos. Múltiples estudios demuestran que esto aumenta la asistencia y el rendimiento intelectual.
El cambio del huso horario puede ser el comienzo de una discusión más amplia sobre la necesidad que tenemos los argentinos de cambiar los ritmos de vida que hoy se limitan a cumplir horarios anticuados. Cuando estamos de vacaciones buscamos la experiencia de amanecer disfrutando el alba y descansar luego de un atardecer distendido. ¿Por qué no buscamos lo mismo en nuestra vida cotidiana? Nos resulta extraordinaria esa sensación de bienestar y no registramos que puede replicarse, a escala urbana, si buscamos momentos de luz en los pequeños detalles de nuestra vida laboral, aunque se trate de haces, de reflejos, de breves instantes de contacto directo con la luz solar.
Cambiar la hora oficial es una oportunidad de impactar en nuestro bienestar. Necesitamos ajustar los horarios de nuestra vida social (comerciales, laborales, educativos) a una experiencia del tiempo que considere la vitalidad de exponernos al sol matinal, que promueva tomar breves descansos durante la jornada, que permita acostarnos más temprano y entonces descansar mejor. Necesitamos una nueva organización horaria que permita reorganizar la rutina diaria a escala local. Esto puede lograrse sin perder productividad, ajustando las condiciones locales de una ciudad o región, que no quede atada a criterios generales de orden nacional, como lo es la hora oficial.