“Somos ocho, hay chicos”: el drama de una familia que estará varada en Buenos Aires 48 horas por el paro de controladores

Claudia Villegas era una de los miles de pasajeros varados hoy en el Aeroparque durante el paro convocado por la Asociación de Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (Atepsa), el gremio que agrupa a los controladores aéreos. Ella y su familia, oriundos de Neuquén, habían regresado a primera hora de unas vacaciones en Bolivia y tenían previsto embarcar rumbo a su casa durante la mañana. Pero el viaje se frustró a último momento: Aerolíneas Argentinas les informó por correo que el vuelo estaba cancelado y que recién podrían embarcar el jueves a la madrugada.

Son ocho los miembros de la familia Villegas que viajan juntos: Claudia, su esposo, tres hijos –un bebé, una niña y un adolescente– y otros parientes. La escena en el aeropuerto Jorge Newbery era elocuente: parte del grupo estaba tirada en el piso, los chicos caminaban de un lado a otro y las valijas se apilaban en tres carros imposibles de maniobrar. El cansancio se notaba en los gestos de todos.

En diálogo con LA NACION, Villegas relató con enojo y cansancio acumulado: “Íbamos a Neuquén, venimos de vacaciones por Bolivia, de visitar a la familia, y nos encontramos con que nos reprograman el vuelo unas horas antes. Quedamos acá varados por dos días, hasta el jueves. Desde Aerolíneas Argentinas nos reconocen una sola noche de hotel y las demás las tenemos que pagar nosotros. ¿Qué es esa oferta? Nosotros queremos volar. No se trata de plata, se trata de que necesitamos volver. Dicen que después nos van a reintegrar el dinero, pero ¿de qué sirve más adelante? Nosotros lo necesitamos ahora. Necesitamos viajar, necesitamos estar en nuestra casa”.

Con el enojo a flor de piel, la mujer relató a este medio: “Estos paros tendrían que estar prohibidos y, si existen, las aerolíneas tendrían que organizarse mejor. Mañana no hay vuelo y nos tenemos que quedar dos días. Venimos de un viaje agotador: subimos a un avión a las 2 de la mañana, tenemos chicos, venimos cansados también, y acá estamos parados hace más de tres horas, desde que llegamos a las 5 o 6 de la mañana. Encima, como le decía a mi marido, no hay un asiento donde sentarse. O estás parado o te tirás al piso como los perros, como si no hubiéramos pagado el pasaje. Y viajando con chicos no es fácil, mirá todo lo que tenemos: valijas por todos lados. No es fácil moverse de un lado al otro”.

El aviso de la reprogramación había llegado a través de un correo electrónico. “Le mandaron un email a mi hija, que fue la que sacó los pasajes. Ahí decían que había paro y que iban a reprogramar el vuelo. Ella les pidió que, por favor, prioricen o nos den una solución, porque Aerolíneas tiene que darnos una solución. Si ellos ya sabían que iba a haber un paro, tenían que tener en cuenta estas cosas. Neuquén no es un lugar alejado del mundo, es un lugar de turismo, hay como 12 vuelos diarios más o menos. Podrían habernos ubicado en uno, aunque sea separados, pero al menos llegar al otro día y no esperar dos días hasta el jueves a las 5 de la mañana”, reclamó.

La pasajera subrayó que no se trataba solo de un problema logístico, sino de un impacto en su vida diaria. “Encima el jueves es otro día de paro. ¿Qué hacemos si no llegamos a subir al avión? ¿Si no llegamos al avión? Ahora nos reembolsan solo una noche y lo demás es reintegro. Obviamente, nosotros no somos gente pudiente, nos vamos a manejar, pero la cuestión es que nos complican a todos: los trabajos, los colegios, todo. La medicación también. Yo soy hipertensa, tengo que tomar mi medicación, no traje una caja entera de pastillas. No tengo para quedarme una semana más ni tres días”, afirmó.

Agotamiento y tensión

Mientras hablaba, los chicos se movían sin rumbo, con signos de agotamiento. Para Villegas, lo más difícil era enfrentar la situación con menores. “Tenés que estar parada, no hay lugar para descansar. Te terminás tirando en el piso para poder descansar un poco. No es gracioso, encima que hay chicos de distintas edades”, dijo.

El contexto alrededor reforzaba la tensión. A pocos metros, otros pasajeros también discutían con personal de la aerolínea, levantaban la voz o directamente abandonaban la fila con insultos. Las pantallas seguían encendidas, inmutables, con la misma palabra en rojo. Las sillas de la sala de espera estaban todas ocupadas y muchos, como la familia Villegas, terminaban en el suelo, buscando cualquier superficie donde apoyar el cuerpo. La confusión crecía: nadie sabía qué vuelos saldrían, cuáles serían reprogramados y qué compensaciones reales recibirían.

En medio de la entrevista, los ocho integrantes comenzaron a trasladarse hacia el sector de remises. La aerolínea les cubría el transporte hacia un hotel, pero solo por esta noche. Desde el miércoles ya no tenían alojamiento garantizado y apenas una promesa de reembolso que no sabían cuándo cobrarían. “Si ya sabían que esto iba a pasar, ¿por qué nos avisan horas antes? ¿Por qué no nos ubican, aunque sea en vuelos separados? Necesitamos viajar, no estamos para quedarnos en Buenos Aires. Estamos cansados, llenos de valijas. Por ejemplo, ahora vamos al hotel que nos pagan hoy, pero… ¿y el transporte? Somos ocho, hay chicos”, concluyó la mujer, mientras empujaba uno de los tres carros cargados de equipaje.

A medida que avanzaban hacia la salida, se confundían entre otros grupos que atravesaban la misma situación: familias enteras cargadas de bolsos, turistas extranjeros intentando comunicarse con gestos y pasajeros solitarios que miraban sus celulares sin comprender del todo qué iba a pasar. El paro, repetido ya por tercera vez en menos de una semana, había dejado otra vez la misma postal: un aeropuerto desbordado de incertidumbre. A las 14, cuando comience el segundo tramo de la huelga de hoy, el panorama se repetirá.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/sociedad/somos-ocho-hay-chicos-el-drama-de-una-familia-que-estara-varada-en-buenos-aires-48-horas-por-el-paro-nid26082025/

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