ROSARIO.– Juan Imhoff es de esa clase de personas que logran todo lo que se proponen. Su más reciente anhelo fue volver a experimentar lo que se siente jugar rugby amateur en Duendes, el club en el que se forjó como jugador y como persona. Eso fue exactamente lo que vivió este sábado en el barrio Las Delicias. Rugby amateur en su máxima expresión. Esto, dicho a modo de elogio; que no se malentienda. En una tarde fría y lluviosa, con poco público pero mucho fervor en las tribunas, sin vistosidad en el juego pero sí con una gran entrega por parte de ambos equipos, el tryman histórico de los Pumas en los mundiales volvió a vestir la camiseta verdinegra tras 14 años en el profesionalismo.
Nunca pudo lanzarse en velocidad como tantas veces sí se lo vio con la camiseta de los Pumas y la del Racing de París. Las circunstancias climáticas se convirtieron en un verdadero condicionamiento para los tres cuartos. Entró poco en juego, aunque no le faltó enjundia cada vez que participó en la acción. A la hora del balance, eso fue lo de menos. A los 37 años, su anhelo era volver a sentir lo que era ponerse la camiseta de Duendes, y lo cumplió.
“Uno sueña con una vuelta con lujos, con tries”, dijo Imhoff para LA NACION tras el partido entre el barrio, la lluvia y los pedidos de fotos. “Fue una muestra de rugby amateur del bueno. Con condiciones difíciles, con frío, con lluvia. Con la gente de afuera gritándoMe cosas, y los chicos que dejaron todo, de los dos lados. Ganamos, fue lindo. Pero lo fue mucho más lo que ganamos en toda la semana que en estos 80 minutos”.
Incluso el éxito por 26-18 sobre Tala, en la sexta fecha del Torneo del Interior, resultó secundario. Una victoria que le permitió al equipo rosarino finalizar primero en su zona y tener ventaja de localía en la etapa de cuartos de final, en la que recibirá a Gimnasia y Esgrima, de Rosario (GER).
Un año después de retirarse del rugby profesional siendo jugador de Racing, club en el que militó desde que partió a Europa, en 2011, Imhoff se propuso volver a jugar en Duendes. Por cuestiones laborales, el regreso se limita a dos partidos: éste y el del sábado próximo, frente a GER por el Torneo del Litoral. Luego regresará a París para cumplir compromisos laborales en Racing, entidad en la que ejercerá como una suerte de embajador. Se entrenó especialmente para este regreso, con la mentalidad de dar siempre 110%. Pero hay cosas para las que uno no puede prepararse.
“El vestuario fue muy difícil”, admitió. “Desde hacía mucho no me costaba tanto. Tuve que esforzarme mucho para contener mis emociones. Estaba muy nervioso; pocas estuve tan ansioso en toda mi carrera. En un momento empecé a temblar y hasta se me cayeron algunas lágrimas. Que estuvieran mi viejo, mi familia, mis amigos que siguen estando –algunos ya no están–... Que mi hijo me viera jugar con la camiseta de Duendes... Ya está, ya pasó. Estoy contento con lo que viví hoy. Me dio ganas de jugar un año más”.
Juan Imhoff se crió en Duendes. De chico pasaba más tiempo en el club que en su casa. Jugó hasta los 23 años, pasó por Pampas XV, saltó a los Pumas y, tras el Mundial de 2011, emigró a Racing 92. Se propuso hacer del club parisiense su nueva casa, y lo logró: se quedó 13 años y se convirtió en el tryman histórico y el extranjero que más presencias sumó. En 2016 fue una de las figuras del equipo que fue campeón del Top 14 por única vez en los últimos 35 años.
Tardó 18 minutos en tocar la primera pelota, un simple pasamanos. Entendió que si quería participar, debía salir de su zona en la punta izquierda. Enseguida se paró eventualmente de medio-scrum y ganó varios metros por el ciego. Al rato le llegó la primera pelota a la punta: pisó hacia adentro y superó a un marcador, pero se encontró con dos que terminaron sacándolo de la cancha. La mejor acción personal fue un ingreso junto al medio-scrum en negativo en que se cortó, corrió varios metros y casi forzó un try-penal, pero la jugada quedó invalidada por un pass-forward de su asistidor.
“Me bastó el doble tackle que me hiciieron para querer meterme por todos lados”, afirmó. “Algunas cosas se dieron; otras, no. Hay que ir de a poco. El rugby amateur es casi tan duro como el rugby profesional o más, porque todos te están esperando”.
En un partido cerrado, Duendes ganó porque fue más potente con su pack (tres de los cuatro tries fueron por la vía del pick-and-go) y porque Tala fue muy impreciso con el line-out e indisciplinado (dos tarjetas amarillas y una roja).
Compacto de Duendes 26 vs. Tala 18“Enfrente teníamos un gran equipo. Nos propusimos ganar sometiendo; creo que lo logramos. Los forwards hicieron un esfuerzo tremendo. Atrás fue más difícil jugar porque las condiciones no estaban dadas. Estoy muy orgulloso del equipo, y de Tala también; ellos se comportaron como unos verdaderos campeones. Era un partido sin presión, porque los dos estaban clasificados, pero fue durísimo. Los dos equipos tienen jugadores de selección y todos jugaron con mucha humildad”.
Jugó callado y su arenga se limitó a un agradecimiento a sus compañeros, con especial énfasis en los forwards, en la ronda post partido. “Gracias del 1 al 8; del 9 al 15 prometemos ser más picantes la semana que viene”. Luego, las notas para la televisión, los saludos y los pedidos de fotos. El abrazo con José Luis, su padre, su mentor y su principal crítico. “Tiene que mejorar el control de la pelota. Estuvo inactivo mucho tiempo”, dijo el ex entrenador de los Pumas, mitad en broma, mitad en serio. “Fue una emoción muy grande volver a verlo con la camiseta de Duendes. De las cosas lindas que tiene el rugby”.
Mientras Juan hablaba con la prensa, su hijo Bastián, de 5 años, se acercó para abrazarlo. No hubo invitados especiales, no hubo pirotecnia... no hubo artificios. Rugby amateur en su máxima expresión. Juan Imhoff lo disfrutó tanto como aquella final del Top 14 que ganó por Racing en el Camp Nou.