MENDOZA.- Las nevadas siguen de vacaciones. Aunque, se están produciendo, de manera intermitente, algunas precipitaciones en sitios turísticos del país, que permiten “salvar” la temporada, la realidad es que en los últimos años el fenómeno meteorológico es de menor alcance, y para lo que resta de este invierno, las perspectivas no son alentadoras.
De acuerdo con datos oficiales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), el principal organismo científico del la Argentina, a los que accedió LA NACIÓN, a través del Instituto Argentino de Nivología y Glaciología (Ianiglia), la falta de acumulación de nieve se siente con fuerza, con un registro actual de 40% por debajo del promedio histórico, lo que evidencia un alerta hacia la temporada estival en materia hídrica en la región.
De hecho en Mendoza, la situación del agua es crítica desde hace más de una década, con excepción de algunos periodos, y se considera que vive en estado de sequía constante, de acuerdo con las evaluaciones que hace el Departamento General de Irrigación (DGI). Bajo este escenario de carencia y de concientización de cuidado del recurso, restará conocer, llegada la primavera, el pronóstico de caudales de los principales ríos de la provincia para el año hídrico siguiente, que realiza el organismo oficial anualmente.
De esta manera, en función del análisis que hacen los especialistas del Ianiglia, las condiciones actuales son, nuevamente, de escasez de precipitaciones níveas en las montañas. “En este momento hay una falta de nieve generalizada en la Cordillera de los Andes. En el caso de la cuenca del río Mendoza la cobertura de nieve está casi 40% debajo del promedio”, contó a LA NACIÓN, Pierre Pitte, reconocido científico e investigador de la entidad nacional, quien explicó que cuentan dos fuentes de información: las superficies cubiertas de nieve por cuenca; esto es, datos satelitales disponibles en la página del Observatorio Andino; y las estaciones meteorológicas, dependientes del DGI.
“A nivel de toda la Cordillera es más difícil hacer un diagnóstico uniforme. Por ejemplo, el Observatorio Andino tiene información desde Patagonia norte (cuenca del río Colorado) hasta San Juan (cuenca del río Jáchal) esto se debe a que la nubosidad característica de Patagonia hace difícil hacer un seguimiento con imágenes de satélite”, aclara el especialista, quien de igual forma, confirma el escenario de estrechez en las nevadas en todo el cordón montañoso del país.
Impacto turísticoEsta situación genera impacto también en materia turística, en pleno receso invernal, lo que evidencia también una temporada difícil para el sector, que por estas horas “celebra” cuando caen algunos copos y se muestra expectante con las bajas temperaturas, mientras se dedican a fabricar nieve artificial, en caso que haya podido realizar la inversión previa en costosas maquinarias.
Por caso, históricamente, Mendoza es uno de los destinos de invierno más elegidos por los visitantes locales y foráneos, sobre todo para practicar deportes blancos y hacer actividades en los complejos. Pero, la realidad de esta temporada complicó los planes de la industria, que siente el efecto de las pocas nevadas en otras zonas clave. “Los centros de esquí desde el cerro Castor, en Ushuaia, pasando por Catedral, en Bariloche, Chapelco, en San Martín de los Andes y las Leñas en Mendoza han reportado una primera mitad del invierno con poca nieve”, comentó Pitte.
Por caso, en las imágenes suministradas a este diario por el Ianiglia se pueden observar las complejas situaciones que vive la región en materia nívea e hidrológica. Por ejemplo, la cobertura de nieve de la cuenca del río Mendoza para el último año: en rojo, el promedio desde 2000, y en azul, los datos del último año con el valor actual debajo de lo esperado. Se ven las nevadas pequeñas de mayo, las grandes de junio y la situación presente. Asimismo, compartieron sorprendentes fotografías satelitales que muestran la diferencia entre las precipitaciones níveas de la temporada 2024 y la actual, dejando en evidencia que en este 2025, que ya registra 40% menos que el promedio histórico. Por estos días, el área cubierta llega a los 2.000 kilómetros cuadrados, mientras que el promedio para esta fecha es de 3.500 kilómetros cuadrados.
De acuerdo con los estudios oficiales, la acumulación de nieve en 2024 estuvo dentro de los parámetros normales: solo 5% menos del promedio entre 2000 y 2024. Por caso, en 2017 hubo 80% menos; en 2018, 60% menos; en 2019, 84% menos; en 2021, 79% menos; y 2023, 20% menos. Así, desde 2010 se observó 40% menos en relación con el promedio 2000-2024, con una alternancia de cuatro temporadas normales o superiores y 11 con déficit.
Frente a este panorama, los especialistas ensayan las explicaciones de los motivos por los que se ven las laderas marrones. Así, señalan que la acumulación de nieve depende mucho de algunos eventos grandes que se conocen como ríos atmosféricos.
Estos eventos transportan humedad desde el Océano Pacífico a la Cordillera de los Andes. “En años donde estos eventos son más frecuentes e intensos tenemos más nieve. Este año, el fenómeno El Niño está en fase neutra por lo que no esperamos que sea particularmente nevador. El próximo río atmosférico está pronosticado en una semana y va a nevar en Patagonia y sur de Cuyo”, completó el investigador del Ianiglia, abriendo una nueva “luz” de esperanza para los complejos invernales que buscan salvar la temporada. Incluso no se descartan que se produzcan nevadas tardías, ya en septiembre. Pero, el escenario no deja de ser preocupante en materia hídrica para lo que viene.