Hay tristezas y alegrías que no se pueden disimular. Eso puede ser una ventaja o una desventaja según lo que cada uno pretenda hacer con sus emociones: exponerlas u ocultarlas. La mujer de la foto ha cubierto con un pañuelo su cabeza y rostro, así como los de su hijo, para protegerse ambos del sol en un caluroso día. Pero su expresiva sonrisa no se disimula ni con el velo. Hay naturalidad en el gesto hacia aquello que está viendo y le provoca esa felicidad espontánea que hasta sus ojos irradian. Ella vive en Ahmedabad, India, ciudad que el 12 de junio fue asolada por la caída de un avión en medio del albergue de una facultad de medicina, que dejó como saldo alrededor de 270 muertos. El horror de la tragedia, el espanto de la muerte, el alivio de la supervivencia, todo se conjuga para que en medio del duelo algo o alguien logre detonar una expresión de dicha, por más efímera que sea.