Rottweiler. Así llamaba Diana Spencer a Camilla Parker Bowles. Y, ya se sabe, ese no fue el único apodo que lady Di le había puesto a la mujer que consideraba le había robado el amor de su marido. El listado de nombres –tal como contó Simone Simmons en su libro Diana: la última palabra– se volvió largo e ingenioso. Aunque históricamente tuvo un perfil más bajo, también se sabe que Camilla había inventado sus propios motes para calificar a su eterno rival en la oscuridad. “Vaca Loca” fue uno de los más conocidos. Sin embargo, las mujeres tuvieron entre ellas una buena relación… Claro, muy muy al principio.
Según cuenta Penny Junor en The Duchess: Camilla Parker Bowles and the Love Affair that Rocked the Crown, en 1980, Diana solía ir con frecuencia a Bolehyde Manor, la casa de campo que Camilla y su marido Andrew Parker Bowles tenían en Wiltshire. Y aunque muchos dicen que las fotos de ellas caminando juntas en las carreras de Ludlow reflejan aquellos buenos tiempos, la cabeza gacha y esa mirada insondable de Diana podrían ser leídas como presagio de una grieta aún no resuelta. Porque detrás del 43 por ciento de imagen negativa que los ingleses tienen de su reina consorte está Diana, con su sombra persistente.
¿Quién es el villano en el triángulo amoroso más polémico de la historia de la monarquía británica? Escribió la periodista española Sira Acosta, de ¡HOLA!: “Si, en los años 70 se hubiera permitido que el futuro rey eligiera libremente a su esposa, la historia habría sido otra”.
LA SOMBRA DE CAMILLAElla sabía. Era una adolescente algo naïf, pero Diana Spencer sabía de Camilla Shand. Al comienzo del noviazgo con Carlos, sin embargo, no debe haberlo tenido tan claro: en 1977, cuando conoció al príncipe heredero en Althorp, la mansión de los Spencer en Northamptonshire, él tenía 23 años y ella, 19 y la “amenaza” podría haber estado más cerca: su hermana mayor, Sarah, había estado saliendo con Carlos. Por aquellos años, el primogénito de Isabel II se esmeraba por conseguir candidata: la Corona presionaba. El 24 febrero de 1981,cuando se anunció su compromiso, Diana ya tenía la certeza de quién le haría sombra: Camilla, esa mujer catorce años mayor que ella, que estaba casada con Parker Bowles, que era madre de dos chicos y que “la jugaba de amiga”, siempre atenta a darle los mejores consejos de amor. El brazalete que semanas antes de su boda, en julio de 1981, Diana había encontrado en la oficina de Carlos fue una de las tantas señales.
En una entrevista que brindó a ¡HOLA! Argentina, el argentino Roberto Devorik, amigo personal de lady Di, contó: “Todos sabíamos lo de Camilla. Visité a Diana antes de la boda, y ella no paraba de llorar: tenía pesadillas y ya tenía problemas con su peso. No quería casarse. Recuerdo haber intentado tranquilizarla: ‘Carlos puede haberla tenido a ella como amante, pero se enamoró de vos’. Todos fuimos ciegos: pensamos que él la dejaría. Antes de la boda, Diana le rogó a Carlos que no invitara a Camilla a la catedral. Pero si hasta yo la vi, ¿cómo no iba a verla Diana? En el documental de su casamiento, se ve perfecto cuando Diana entra y mira para todos lados, buscándola”. Si bien la prensa las dio a conocer en 1993, las grabaciones subidas de tono que Carlos tuvo con Camilla sucedieron en 1989. En 1995, un año antes de divorciarse, Diana brindó aquella entrevista a la BBC en la cual contó: “Éramos tres en este matrimonio”. Al igual que todos los investigadores que han abordado esta historia, la biógrafa real Sally Bedell Smith asegura que Carlos intentó convencerse a sí mismo de que podría enamorarse de Diana: “No pudo. Diana compitió con Camilla toda su vida: Carlos no dejó nunca de amar a Camilla”.
LA SOMBRA DE DIANAElla sabía. Era aristocrática, pero demasiado libre; era simpática, pero demasiado espontánea; era religiosa, pero católica y no anglicana. Cuando conoció al príncipe Carlos, en 1970 , durante un partido de polo en Windsor Great Park, Camilla Shand supo que no tendría aprobación de la monarquía. Quizás porque sabía que no encajaba en el perfil de la princesa de Gales, se casó en 1973 con Andrew Parker Bowles, a quien la historia define como el “novio intermitente”. Aunque por un tiempo Camilla apostó al idílico plan familiar en el campo, rodeada de caballos y alejada lo más que pudo de los eventos sociales, el amor fue más fuerte.
El encontronazo que tuvo con Diana en 1989, en plena fiesta de cumpleaños de Annabel Elliot –la hermana de Camilla–, en Gloucestershire, es revelador. Según Andrew Morton, autor de la biografía de la princesa de Gales publicada en 1992, el diálogo fue más o menos así:
Diana: Sé lo que está pasando entre ustedes dos. Camilla: Tenés todo lo que quisiste (…). ¿Qué más querés?
Diana: Quiero a mi esposo. Lo siento, estoy estorbándolos (…) Debe ser un infierno para los dos.
Para Camilla sí fue un infierno. Porque incluso después de divorciarse de Parker Bowles (Camilla se divorció en 1995; Carlos y Diana, en 1996), la sombra de Diana seguía ahí: la prensa, al igual que el pueblo inglés, había tomado partido por la princesa de Gales… aun a pesar de haber mantenido un romance por tres años, de 1989 a 1991, con James Hewitt. Pero durante años, Camilla fue “la otra”, la tercera en discordia, la señora desaliñada que nunca tendría el glamour de la princesa del pueblo. La muerte de Diana, en 1997, a los 36 años, en un accidente de tránsito, en París, no hizo más que hundir más a Camilla, pero el amor también sabe de esperas. En una conversación grabada en secreto y publicada en 1993, Camilla ya le había dicho a Carlos: “Sufriría cualquier cosa por vos. Esa es la fuerza del amor”.
LA REINA DE CARLOS“Qué dulce es ser amado por ti. / Necesitaba el refugio de los brazos de alguien. / Y ahí estabas tú. / Necesitaba a alguien que comprendiera mis altibajos. / Y ahí estabas tú. / Con dulce amor y devoción, / tocando profundamente mi emoción. / Quiero detenerme y agradecerte, cariño. / Qué dulce es ser amado por ti”.
Mientras de fondo suena la legendaria canción de James Taylor, se suceden las imágenes más conmovedoras que resumen las dos décadas que Carlos y Camilla llevan juntos de manera oficial, casados, como marido y mujer. El video fue publicado el 9 de abril de este 2025 en la cuenta oficial de Instagram de la familia real británica, algo que –décadas atrás– hubiera sido impensado. Que Camilla, la enemiga pública número uno y divorciada, se casara con su príncipe azul –Carlos– y que, además, haya terminado llevando la corona de Estado de Jorge IV en su cabeza es mucho más que el final feliz del cuento de hadas. Es el resultado de haber superado “enormes obstáculos constitucionales, políticos, religiosos, sin mencionar los familiares”, tal como analizó el experto real Richard Fitzwilliams. Revertir la imagen negativa que la gente tenía de ella fue la obra maestra de Carlos: para el futuro rey, su enamorada era innegociable; y el experto en comunicación Mark Bolland se encargó de diseñar una estrategia que, demás está decir, resultó un éxito.
Lo demás lo hizo el tiempo… y también la reina Isabel II, quien antes de morir anunció que su nuera sería reina. En el marco del festejo de sus bodas de porcelana, del rottweiler sólo los muy memoriosos se acuerdan. Camilla hoy es vista como una persona cálida, de personalidad fuerte y segura de sí misma, que se conmueve con causas como la prevención de la violencia doméstica, la promoción de la literatura y la protección animal. “Tiene un efecto calmante en él, pero también una influencia energizante”, asegura Robert Jobson, el periodista de Newsweek que dio la primicia de que se iban a casar. “Ella lo hace reír”, aporta Fitzwilliams. Camilla está considerada como el gran pilar de Carlos, que desde hace meses enfrenta un diagnóstico de cáncer. Muchos analistas consideran que –por su templanza y por su fidelidad al único hombre que amó– es la mujer que más ha cambiado a la realeza británica en el último siglo.