Nació para albergar la Exposición Universal de 1900, ese canto a la expansión de la modernidad. Hace poco menos de 20 años se reformuló en espacio de exposiciones, y eso es hoy el Grand Palais: un lugar con cierto eco decimonónico, en cuyas enormes instalaciones juegan con gusto el arte inmersivo, el site specific, las muestras más lúdicas –también las más desgarradoras: allí expuso Boltanski– de la creación contemporánea. Lo que vemos aquí es una niña disfrutando de Euphoria, muestra a cargo de la compañía Baloon Museum. Y qué mejor que dejarse llevar entre globos, colores, juego. Ahora que tantos andan olvidando que la civilización no se construye desde la guerra, sino desde su evitación. Justo ahora: tiempo de hundir las manos en la masa de todo el arte, el juego, el amor que se pueda. Y recordar, cada día: los seres humanos somos mucho más que mera pulsión tanática.