Milagro en el cielo: el misterio de la azafata que fue la única sobreviviente de un vuelo que explotó a 10 kilómetros de altura

Vesna Vulovic, azafata de la compañía aérea yugoslava JAT, se encontraba en el pasillo del avión DC-9 de la empresa, a punto de repartir la cena a los pasajeros. Según la versión oficial, ese 26 de enero de 1972, el vuelo 367 hacía el recorrido entre Estocolmo, en Suecia, y Belgrado, en Yugoslavia. Pero la travesía nunca llegaría a destino. Luego de hacer escala en Copenhague, y poco después de ingresar al espacio aéreo checoslovaco, algo explotó en la bodega de la aeronave, que se precipitó a tierra desde una altura de 10.160 metros.

El fatal incidente provocó la muerte de los 23 pasajeros del vuelo y de cuatro de sus cinco tripulantes. Pero llamativamente la joven Vesna, de 22 años, fue encontrada con vida poco después entre los restos del fuselaje del avión, esparcidos a lo largo y ancho de una zona boscosa. El misterio sobre el modo en que sobrevivió la muchacha continuó durante muchos años, y aún no hay una respuesta clara a un hecho semejante.

Lo cierto es que, en el año 1985, ella recibió un diploma del libro Guinness de los Récords por ser la persona que sobrevivió, sin paracaídas, a la caída desde el punto más alto en la historia de la humanidad. Pero hay versiones contradictorias sobre lo que pasó...

Explosión y caída

La fatalidad a veces juega bromas pesadas. Vesna Vulovic, nacida en Belgrado en 1950, e integrante del plantel de la compañía JAT desde 1971, no debería haber estado en el vuelo de la catástrofe. El empleado de la aerolínea que debía asignar las tripulaciones para el vuelo que partía de Estocolmo confundió a Vulovic con otra Vesna, que era la que en realidad debería haber volado. Así es como ella llegó a estar en el lugar equivocado, a 10 kilómetros del suelo, en el momento justo.

Hasta el día de su muerte, en diciembre de 2016, la única sobreviviente del vuelo 367 de aquel invierno boreal europeo no pudo recuperar la memoria de lo que había ocurrido. Y misteriosamente, las cajas negras del avión desaparecieron tras la tragedia. Sin embargo, los peritos hicieron lo posible por reconstruir lo más fielmente posible lo sucedido. E intentaron también deducir cómo era que Vesna había sobrevivido a la violenta explosión y posterior caída de la máquina.

Los primeros análisis hablaron entonces de una valija con una bomba que alguien había depositado en la bodega del avión en Estocolmo, o quizás en la escala de Copenhague. En algún lugar de los 15 kilómetros en los que se habían desparramado los restos del avión, los peritos hallaron el cierre de la que habría sido la maleta con el explosivo. La detonación no habría destruido por completo el avión, pero lo habría “herido de muerte”.

La descompresión, las temperaturas heladas, la rotura de elementos de la cabina y, finalmente, la abrupta precipitación a tierra fueron los elementos que acabaron con todos los pasajeros de la nave y sus tripulantes. Excepto con Vesna.

¿Cómo se salvó Vesna?

Desde tierra, el último contacto que se tuvo con la nave fue a las 16.01, cuando sobrevolaba la ciudad alemana de Hermsdorf, a poco de llegar a la frontera checoslovaca. A partir de allí, los registros del avión desaparecieron de los radares. Y lo siguiente que se supo del DC-9 de JAT es que había caído a pocos kilómetros de un pequeño poblado llamado Ceska Kamenica, ubicado en la actual República Checa.

En una ladera nevada y boscosa de una montaña de la zona, no muy lejos de las últimas casas del poblado, fue donde cayó la parte trasera del avión. Allí se encontraron los cadáveres de 11 pasajeros junto con Vesna Vulovic. La azafata presentaba una fractura de cráneo con hemorragia cerebral, tres vértebras rotas y múltiples fracturas en ambas piernas. Pero estaba viva.

Los que intentaron resolver el misterio de la sobrevida de la auxiliar aérea reconstruyeron la escena de la siguiente manera: cuando la bomba explotó en la bodega de la nave, la joven fue arrojada hacia el fondo de la parte trasera de la nave. El carrito con el que estaba sirviendo la cena cayó sobre ella, de modo que impidió que el vacío la succionara hacia el exterior. Luego, la cola del avión hizo un impacto sobre la ladera montañosa en un ángulo que no fue tan violento. Más bien dicha parte del fuselaje de la aeronave se deslizó por la nieve, disminuyendo el efecto de la brutal desaceleración.

Otra versión de la caída

Bruno Henke fue un guardabosques que deambulaba por la zona cuando ocurrió el accidente. Fue el primero en descubrir a Vesna con vida y, a su vez, el primero que contradijo la versión oficial sobre la caída de la azafata. Al contrario de lo que se había dicho, Henke aseveró que la joven se encontraba en el sector medio del avión, cerca de las alas, y no en la cola. El hombre contó que halló a la muchacha guiándose entre los hierros retorcidos y el humo por sus gritos de dolor.

Cuando encontró a Vesna, esta se encontraba boca abajo y con el cuerpo de una colega encima del de ella. Las extremidades interiores estaban dentro de lo que quedaba del fuselaje y su parte superior, fuera. Heinke había sido médico en la Wehrmacht durante la Segunda Guerra y sus conocimientos en ese sentido le permitieron saber qué hacer para mantener con vida a la chica hasta que llegara la asistencia medica.

La joven con el tiempo mantendría una amistad con el hombre que la rescató y sin memoria de lo ocurrido, creería en la versión del guardabosque de que ella se encontraba en la mitad del avión, y no en la cola. Él también quedó tan marcado por aquel encuentro con la muchacha moribunda que bautizaría Vesna a su propia hija como una manera de homenajear a la auxiliar de a bordo.

Una larga recuperación

El milagro de haber sobrevivido a una caída tan enorme aún no se había concretado. La joven todavía corría riesgo de vida. Fue internada primero en un hospital local y luego trasladada a Praga, donde pasó el siguiente mes entre diversas intervenciones y por escasos períodos de conciencia, entre otros muchos de coma inducido. Una de las primeras veces en que se despertó pudo recibir el saludo de su madre, que había llegado a verla desde Belgrado. Y en otra ocasión, al abrir los ojos, le dio por querer saciar un deseo que la consumía: le pidió un cigarrillo a uno de los médicos. Por supuesto, recibió una respuesta negativa.

Después de dos semanas de internación, se enteró de lo que había pasado cuando le leyeron en un periódico la noticia del accidente. En sus propias palabras, la joven aseveró que enterarse de eso fue algo que “casi me mata” y contó que lo último que recordaba de aquel fatídico vuelo fue cuando ella asistía en el ascenso al avión a los pasajeros que subieron en Copenhague.

Una de las etapas más costosas de su rehabilitación fue la que tuvo que ver con recuperar la movilidad. La destrucción de sus vértebras la paralizó de la cintura para abajo y estuvo en duda si podría volver a caminar. Pero tras un par de operaciones y un trabajo de rehabilitación de más de 10 meses, ella pudo andar otra vez.

Cuando ya estuvo casi por completo recuperada, Vesna regresó a trabajar a JAT. Si bien ella aseguraba que podía volver a su puesto de azafata, pues al no recordar lo que le había pasado no tenía temor alguno al regreso, en la compañía prefirieron darle trabajos de oficina.

Fama, récord y militancia

Pero ya nada sería igual para la única sobreviviente del vuelo 367. Ella alcanzaría status de heroína nacional en Yugoslavia y fue recibida con honores por el mariscal Tito, líder absoluto del país. Su fama traspasaría los balcanes, pero en su región le hicieron canciones y la convirtieron en un personaje que visitaba con asiduidad los programas de televisión. Las pocas veces que cumplía su tarea de azafata, además, los pasajeros le recordaban su buena estrella y no querían despegarse de ella porque decían que “traía suerte” y que, en caso de ocurrir un accidente, estarían a salvo junto a la muchacha.

Quizás el momento de mayor gloria para la joven llegaría en 1981, cuando El Libro Guinness de los Records la reconoció como la “sobreviviente a la caía desde mayor altura sin paracaídas”. El premio ya de por sí era interesante, pero lo que la colmó de felicidad fue el hecho de que en 1985, en una reunión en el salón de la fama de los Guinnes, ella conoció a Paul McCartney. Vesna se había hecho azafata para visitar con frecuencia Gran Bretaña, que era la tierra de sus ídolos, Los Beatles. Y de entre los cuatro de Liverpool, su preferido era el mismísimo Paul.

Pasaron los años. A finales de los ‘80, Vesna fue despedida de JAT por realizar críticas contra el presidente de Serbia, Slobodan Milošević, pero no pareció afectarla demasiado. A partir de allí, se convirtió en activista política contra el régimen de ese mandatario, hasta su caída en octubre de 2000.

Una investigación contra la historia oficial

Pero a la historia de la caída de los 10.000 metros de la azafata le faltaba una página más. Se trató de un último y bastante creíble cuestionamiento. En enero de 2009, un grupo de periodistas alemanes y checos publicaron un artículo en la revista Tagesschau en el que se contaba otra verdad acerca del accidente del avión de JAT. En esa investigación, los hombres de prensa aseguraban, con pruebas brindadas por la Autoridad de Aviación Civil Checa, que el vuelo 367 había sido derribado por error por aviones cazas MIG de la Fuerza Aérea de Checoslovaquia.

Según la publicación en Tagesschau, el avión en el que viajaba Vesna tuvo algún problema que lo obligó a bajar su altitud, posiblemente en la búsqueda de un aterrizaje de emergencia. Pero esas maniobras convirtieron al avión en un elemento sospechosos de pertenecer al enemigo y por ello fue atacado por la aviación checoeslovaca.

La historia de la explosión en el depósito, aunque ningún grupo terrorista se adjudicó el atentado, y especialmente de la azafata sobreviviente habría sido ideal para generar una distracción efectiva para que nadie averiguara lo que realmente había pasado, y por ello se cerró el caso de una manera bastante expeditiva. Por ello tampoco habrían aparecido las cajas negras de la aeronave.

Entre las cosas que habrían ocultado los servicios secretos de Checoslovaquia -y que los yugoslavos también prefirieron ignorar- se encontraba que varios testigos de la caída aseguraron que el DC-9 apareció entre las nubes en una sola pieza pero que recién explotó a unos 800 metros del suelo. A su vez, los mismos testigos aseveraron que habían visto otro avión volar por la zona, a poca altura, para desaparecer poco después.

En ese sentido, un investigador del Gobierno de Yugoslavia, Zlatko Veres, dictaminó también que, de acuerdo con el área total en la que fueron hallados los restos del avión, su explosión habría ocurrido a una altura de entre 600 y 900 metros, nunca de 10.000 metros.

Pero esta versión de los hechos, al igual que la primera, también tiene sus acólitos y sus detractores. La Autoridad de Aviación Civil, por caso, desmintió absolutamente esta teoría.

“Los serbios somos sobrevivientes”

Como sea, el hecho de caer de un avión y sobrevivir solitaria entre los 28 ocupantes de la aeronave ya convierte a Vesna Vulovic en un caso digno de sorpresa. Pero ella misma minimiza su calidad de sobreviviente. O, más bien, la comparte con todos sus compatriotas.

Así lo dejó de claro en un reportaje con The New York Times, en el año 2008: “Nosotros los serbios somos sobrevivientes. Hemos sobrevivido al comunismo, a Tito, a la guerra, la pobreza, bombardeos, sanciones y a Milošević. Simplemente queremos una vida normal. Quiero una vida normal”.

Vesna fue hallada muerta en su departamento el 23 de diciembre de 2016. Su última caída, de la que ya no se levantó, ocurrió cuando contaba con 66 años.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/milagro-en-el-cielo-el-misterio-de-la-azafata-que-fue-la-unica-sobreviviente-de-un-vuelo-que-exploto-nid04022025/

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