Medio siglo de viajes por el mundo, en un libro dedicado a los nostálgicos

Imágenes de Florencia, Roma y Venecia, La Habana, Cartagena y San Pedro de Atacama, Durban, Manchester, Jerusalén, Praga y Sídney, entre otras ciudades; retratos de desconocidos hechos en París, San Francisco, Reikiavik, Bombay, Potosí, Nápoles y Barcelona, y escenas de Bora Bora, Isla de Pascua, Erice, Reine, Puerto Deseado e Iruya se agrupan en Mundo-Fotografía (Akian Gráfica, $ 79.000), voluminoso fotolibro del escritor, físico, filósofo e historiador de la ciencia Leonardo Levinas (Buenos Aires, 1952).

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Las fotos fueron tomadas entre 1974 y 2024 en cerca de cincuenta países e incluso en el continente antártico. El libro -dedicado a los nostálgicos que reviven sus viajes por medio de imágenes- se divide en tres partes que agrupan lugares y personajes urbanos, retratos y paisajes, “espacios abiertos impactantes, ya sea por su belleza o por su carga simbólica”, dice Levinas a LA NACION. Al final, hay un autorretrato hecho en el barrio carioca de Urca.

Levinas es profesor en Filosofía y doctor en Física por la Universidad de Buenos Aires (UBA), fue investigador principal del Conicet y profesor titular de Historia Social de la Ciencia y de la Técnica en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Dirigió el Departamento de Historia de la UBA y, entre otros libros, es autor de Conflictos del conocimiento y dilemas de la educación (1998). Como escritor de ficción, es de las novelas Visitantes en la memoria (1994), El último crimen de Colón (2001; finalista del Premio Planeta) y El último final (2005).

“Es el resultado de medio siglo de viajes por el mundo -cuenta-. Algunas de las fotos surgieron en un instante irrepetible; otras, tras una larga espera o con la intuición de que algo único estaba por suceder. La elección de cada una respondió a un criterio muy personal: debía haber en ella algo más allá de lo evidente, una emoción, una especie de secreto o la sugerencia de una historia. La idea del libro surgió como un intento de compartir lo que vi y lo que imaginé al ver. Aspiro a que quien lo ‘lea’, porque un libro de fotografías también se lee, sienta el mismo impulso: detenerse, mirar y dejar que la imagen le cuente algo que no está a simple vista”.

Levinas sintió “una fascinación muy especial” por la fotografía desde pequeño. “Me atraía la posibilidad de capturar un instante para después poder evocarlo a mi manera -revela-. Me gustaba registrar lugares, paisajes, escenas, situaciones, pero también me encantaba, en la época no digital, ese suspenso que existía antes de ver el resultado, cuando había que esperar a que revelaran el rollo. Soy, en esencia, autodidacta, aunque aprendí muchísimo trabajando como fotógrafo en mi juventud. Tomaba fotos para publicaciones y también hacía el trabajo de laboratorio, donde se revelaban los resultados”. Para la edición de Mundo-Fotografía, contó con el apoyo de Eduardo Rey.

Autor de novelas, ensayos sobre historia de la ciencia, educación y la obra de Jorge Luis Borges, videasta y “videocuentista” (se pueden ver los videos en su página web y en YouTube), cree que los diversos intereses nacen del mismo impulso. “La necesidad de observar, interpretar y contar -afirma-. Como físico y filósofo me apasiona el pensamiento humano; como escritor, la capacidad de imaginar; y como fotógrafo y realizador audiovisual, las diferentes formas de ver el mundo. En todos los casos, lo que más reivindico es la creatividad necesaria para hacer algo novedoso e interesante. La fotografía, para mí, es una manera de pensar con imágenes y de narrar sin palabras”.

En la sección dedicada a los retratos, sorprende la proximidad de la cámara con las retratados que, en ocasiones, parecen haber posado para Levinas. “La mayoría surgió de manera espontánea, muchas veces sin que la persona advirtiera la cámara, otras con una suerte de complicidad silenciosa -cuenta-. Casi nunca hubo un vínculo previo: salvo contadas excepciones, eran desconocidos para mí, y la fotografía fue el único contacto entre nosotros. Pero incluso así, hay algo del otro que se revela y eso es lo que intenté capturar”.

Se define como “un viajero que ‘encuentra’ fotografías y un fotógrafo que constantemente ‘busca’ imágenes en los viajes”. “El asombro que me despierta un viaje es también el que guía mi mirada de fotógrafo”, dice.

“La figura del docente como mediador y la propia escuela como institución parecen estar quedando obsoletas ante un modelo que privilegia la interacción directa entre el individuo y la máquina. En este contexto, no se trata de reforzar los contenidos, sino de preservar la pregunta: ese gesto esencial, que será cada vez más subversivo, de querer entender, imaginar y, sobre todo, dudar”.

Jubilado como investigador del Conicet y como docente universitario, sigue activo. “Acabo de terminar un libro sobre la obra de Borges, La literatura de Borges y sus dilemas irresueltos, que está próximo a publicarse. Trabajo también en otro libro, esta vez sobre la historia del conocimiento, cuyo título tentativo es Las ironías del conocimiento humano. Además, estoy escribiendo y produciendo un largometraje en el que el espacio y el tiempo dejan de ser abstracciones y cobran vida en escena, encarnados por dos personajes humanos”.

“Quedaron innumerables fotos afuera de Mundo-Forografía: más países visitados, más imágenes sugestivas, más historias aún por ser imaginadas que quizás, algún día, puedan contarse”, concluye.



Fuente: https://www.lanacion.com.ar/cultura/medio-siglo-de-viajes-por-el-mundo-en-un-libro-dedicado-a-los-nostalgicos-nid19062025/

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