Hubo un tiempo en que Carola Kirkby (43) vivía a mil: aviones, aeropuertos, campañas, desfiles, publicidades, televisión. Llegaba a su casa de Palermo para desarmar una valija y armar otra… Es que su vida tuvo un primer giro cuando, a los 18, ganó el Elite Model Look 2001, dejó de lado sus planes de estudiar Relaciones Internacionales y se convirtió en una modelo cotizada (fue parte del staff de la agencia de Ricardo Piñeiro). Veinte años después, otro twist inesperado la llevó a cambiar la ciudad por el bosque y a encontrar la felicidad –y encontrarse– en el contacto con la naturaleza. Se mudó a una casa entre árboles y pájaros, que ella misma convirtió en un manual de instrucciones para pensar la vida, estudió para ser instructora del método Wim Hof (llamado así por el atleta holandés que lo descubrió cuando intentaba recuperarse de la depresión que le causó el suicidio de su mujer) y en dos años metió en hielo más de dos mil personas, y se olvidó del estrés. Aunque es la misma Carola, ahora tiene otra piel y se nota. De todo esto y más habló con ¡HOLA! Argentina.
–¿Cómo descubriste el método Wim Hof?
–Durante la pandemia, la estaba pasando mal, estaba completamente fuera de mi eje, y alguien me dijo: “Probá el Wim Hof”, que en ese momento se volvió masivo además porque ayudó a mucha gente. Yo estoy acá porque la pasé realmente mal: el estrés me superó y encontré en Wim Hof un aliado que me hizo bien. Cuando lo probé, me di cuenta de que en diez minutos podía volver a mi eje. Por supuesto que esto no implica que no tengas ayuda profesional de un psicólogo o un psiquiatra, pero contar con algo que te ayude a reducir los niveles de estrés simplemente abriendo la ducha fría es fantástico.
–Cuando hiciste la experiencia por primera vez, ¿notaste los cambios enseguida?
–De inmediato. De inmediato noté que algo cambió para mejor. Empecé a sentirme más liviana, más conectada, y eso es lo que me gustó.
–¿Cuáles son esos cambios?
–Estoy más concentrada, tengo mucha más energía, duermo mejor, me siento más flexible y amorosa conmigo. Antes, cuando cualquier cosa me estresaba, me desbordaba la emoción y no sabía qué hacer. Hoy, en esa situación, siento que puedo autogestionar esa emoción de otra manera. Ojo, igual trato y resuelvo otras cosas con Solvey , que es mi médica de cabecera, psicóloga y psiquiatra.
–¿Por qué la gente se decide a vivir la experiencia de meterse en hielo?
–El 70 por ciento de la gente viene por estrés. Y no hablo solamente de gente común, también vienen médicos, por ejemplo. El estrés y los problemas de ansiedad son el principal motor por el que la gente explora el método Wim Hof.
–¿Por qué decidiste convertirte en instructora?
–Quiero abrir puertas y compartir herramientas que nos hagan bien.
–¿Cuántos instructores de Wim Hof hay en el mundo y en el país?
–En el mundo, algo más de mil y en Argentina no llegamos a diez.
–¿Todas las personas pueden meterse en hielo?
–No todas. Las personas con epilepsia no, quienes sufren cardiopatías severas y embarazadas tampoco. En el caso de las embarazadas, es porque no están dentro de ningún protocolo. Si yo me quedara embarazada, por ejemplo, me vas a ver con la panzota metiéndome en el hielo, pero porque yo ya entreno hielo. Por supuesto después del primer trimestre.
–¿Cuál es la edad promedio de quienes vienen a tus talleres?
–Vienen muchas familias, sobre todo familias con hijos adolescentes (los menores sólo pueden hacer la experiencia acompañados de sus padres). También parejas de mediana edad, grupos de amigos y amigas, y gente de más de 70 años. No hay límite de edad para meterse en el hielo. A mí me encanta cuando llegan acá en familia. En general, los chicos vienen empujados por la curiosidad, porque ven a deportistas que admiran metiéndose en hielo, y otros llegan porque sufren ataques de ansiedad o de pánico. Esta es una herramienta inmejorable para eso y lo mejor de que hagan el taller en familia es que cuando el hijo lo necesita, padres e hijos pueden respirar juntos, porque ya saben hacerlo.
–¿Un interesado puede venir a mirar?
–No, no acepto observadores. Toda la gente que viene lo hace para participar.
–¿Es cierto que hay gente que viene a Bosque de Hielo a pasar su cumpleaños?
–Sí, algunos eligen pasar su año nuevo haciendo una actividad de wellness, en contacto con la naturaleza y comiendo rico. Juntan un grupo de amigos y hacen un taller privado. ¡¿Qué mejor?! Incluso traen su torta y algo para brindar al final
–¿Ser conocida te ayudó cuando empezaste como instructora Wim Hof?
–Nunca lo usé y no lo digo. Y si alguien me reconoce y me dice: “Ah, vos eras modelo”, yo suelo contestar: “Sí, pero eso fue en el 86”. Nunca lo usé como un canal para llegar a más gente, pero todo lo que aprendí en esos años me sirvió de algo. Haber trabajado en televisión me sirvió para que la parte de comunicar me resulte fácil.
–¿Cómo es la devolución de la gente cuando terminan el taller?
–Se van felices. Esto es como una medicina que te la llevás puesta: ese mismo día sentís los cambios. Cuando se habla del método, la gente cree que sólo es la exposición al frío, pero lo mejor que tiene Wim Hof es la respiración.
–¿Cuáles son los beneficios de esa respiración?
–Cuando hacés por primera vez la respiración, liberás más adrenalina que en un salto en bungee. En la respiración Wim Hof te conectás con un montón de cosas: la gente ve luces, conecta con emociones que tiene medio apagadas… En diez minutos de respiración podés regular el sistema nervioso. Por eso siempre le digo a la gente que viene: “Sean sus propios científicos. Exploren esto por ustedes mismos”.
–¿Qué significa que regula el sistema nervioso?
–Que interviene en el estrés y lo neutraliza. Porque con la respiración el organismo primero se estresa y después se calma. ¿Para qué hacemos esto? Para que cuando estés pasando por una situación real de estrés cambies la reacción por la acción, y empieces a manejar tu sistema nervioso. Pensá que la India tiene cinco mil años diciéndonos que respiremos.
–¿Y el contacto con el hielo y el agua fría, qué beneficios trae?
–El agua fría ayuda a fortalecer tu sistema inmune, el frío entrena tu sistema inmune. Esto no quiere decir que vas a dejar de enfermarte, pero te vas a enfermar menos. Si pasás por un momento en el que tu salud mental no está estable, te sentís caído, depresivo o te falta energía, meterte dos minutos en la ducha fría va a subirte la dopamina y todos los primos de la dopamina, la noradrenalina, que es una hormona que ayuda a estar atento y sigiloso, y eso va a hacer que te sientas más feliz. En dos minutos podés cambiar la química de tu organismo y yo lo que hago es enseñarte cómo hacerlo. Por eso los talleres son de única vez.
–¿Hay gente que vuelve?
–Sí, tengo una chica que ya lo hizo ocho o nueve veces.
–¿En tus años de modelo alguna vez te imaginaste que tu vida iba a dar un giro en este sentido?
–Desde los 28 empecé a conectarme con la salud mental, a ser más de tierra y no tan volada. Adentro mío sabía que algo de esto podía suceder, y nada de lo que estoy haciendo me sorprende. Cuando me mudé acá y todavía no era instructora Wim Hof, vi que acá me sanaba y podía ayudar a mucha gente a sanar.
–¿Te hace feliz dedicarte a esto?
–¡Claro! Mi intención es ayudar a las personas y, cuando tenés un objetivo que es mucho más grande que vos y tus necesidades, todo confluye para que eso suceda.
Peinado y maquillaje: Sofi Verdondoni para @delavegamakeup. Agradecimientos: Lacoste