MIAMI.- (Enviado especial). Las puertas de la Universidad de Barry se abren con puntualidad. Un puñado de periodistas atraviesa el acceso principal y se acomoda tímidamente sobre las gradas, procurando preservar el silencio. A la izquierda, sobre una hilera de bicicletas fijas, los titulares de Boca mueven las piernas en modo regenerativo. Están todos. O casi todos. La única ausencia previsible es la de Ayrton Costa, que se lesionó en el último partido y, como se anticipaba, trabaja apartado junto al cuerpo médico. En el campo principal, mientras tanto, los suplentes hacen pasadas bajo las órdenes del preparador físico. Entre ellos, vestido con la misma ropa de entrenamiento, aparece Edinson Cavani. Es la primera vez que se mueve con el grupo desde su lesión, la que lo dejó afuera de los primeros dos partidos del Mundial de Clubes. El click incesante de las cámaras apunta directo hacia él. Su sola presencia modifica la práctica, el ambiente, las conjeturas: si Miguel Merentiel no se recupera a tiempo, Cavani podría reaparecer como titular ante Auckland.
Pero entre tantas señales, hay una ausencia que deja un vacío más difícil de disimular. No es que esté apartado, ni con los doctores, ni trotando en soledad. No está. Directamente. Marcos Rojo no aparece ni entre los titulares ni entre los suplentes. No se lo ve en el campo, ni en los márgenes, ni detrás de los arcos. “Está en el gimnasio”, desliza alguien, como quien busca cerrar rápido el tema. Pero a tres días del partido decisivo, justo cuando todo indicaba que iba a meterse entre los once para reemplazar a Costa, Rojo no está. Y entonces, las miradas se cruzan. Las alarmas, de a poco, empiezan a encenderse. ¿Dónde está el capitán?
No hay parte médico oficial. Nadie del club, al menos por ahora, ofrece una explicación. La última vez que se vio a Marcos Rojo fue durante el partido frente al Bayern Múnich, en el banco de suplentes. No era un detalle menor: el zaguero había sido considerado hasta último momento como posible titular, justamente por la molestia muscular que arrastraba Costa. Miguel Russo esperó hasta la charla técnica para definir el equipo y, en esa última instancia, eligió mantener a Costa. Rojo, entonces, quedó fuera de la formación.
Aun así, su presencia no pasó inadvertida. A los 14 minutos del primer tiempo, en una jugada que despertó la bronca generalizada de Boca, Rojo fue amonestado por protestar una falta contra Merentiel. Más tarde, cuando las cámaras lo enfocaron, se lo vio relajado, incluso sonriente, sentado junto a Brian Aguirre. Pero hubo un detalle que pocos registraron en el momento: pese a que Costa estaba al límite desde el inicio, Rojo nunca formó parte del grupo de cinco suplentes autorizados a realizar la entrada en calor. Ni una vez se puso la pechera. Su ingreso, en los hechos, no parecía estar dentro de los planes.
Para colmo, el reglamento del Mundial de Clubes sanciona con una fecha de suspensión a los jugadores que acumulen dos amarillas desde la fase de grupos hasta el inicio de los cuartos de final. En ese contexto, y con una zaga diezmada por lesiones, la tarjeta que Rojo se ganó por protestar resultó innecesaria, hasta infantil. Y ese gesto, sumado a otros indicios, habría terminado de debilitar la confianza que tenían en él.
La situación no sorprende del todo puertas adentro. Rojo es uno de los históricos que hace rato están bajo la lupa. Junto a Sergio Romero y Frank Fabra, también con contrato hasta diciembre, integra el grupo de referentes cuya continuidad está en duda. Hasta el momento no hubo charlas formales con la dirigencia para renovarle. Y mientras se define su futuro, en Miami empezó a sonar una posibilidad que podría modificar el cierre de su ciclo: Inter Miami, el equipo de Lionel Messi y Javier Mascherano, lo sigue de cerca.
En Boca, hace tiempo lo miran de reojo. La gran relación que lo unía con Juan Román Riquelme, clave para su llegada en 2021, parece haber quedado en el pasado. De hecho, llamó la atención que Russo, que lo tuvo como pilar en su anterior etapa, lo haya dejado al margen del equipo apenas inició su ciclo. La historia se remonta incluso a los días previos al debut: Rojo parecía número puesto para arrancar el Mundial de Clubes como titular, ya que Ayrton aún no tenía la visa, Lautaro Di Lollo arrastraba una molestia y Marco Pellegrino había llegado desgarrado. Pero Costa consiguió la autorización a 96 horas del debut y recuperó el lugar. Rojo fue al banco. Y, desde entonces, todo cambió. Su fastidio fue evidente. Su ausencia, ahora, mucho más.
Previo al debut ante Benfica, a Miguel Russo le preguntaron por la ausencia de Rojo. “Decisión mía, nada más”, respondió, seco, sin rodeos. Cuando quisieron saber si la medida obedecía a una cuestión extrafutbolística, el técnico mantuvo la compostura y esquivó cualquier polémica: “Lo pensás vos, yo no”. La respuesta, más que despejar las dudas, las alimentó. No pareció una explicación que convenciera del todo.
"DECISIÓN MÍA, NADA MÁS." Miguelo Russo habló sobre la salida de Rojo del equipo titular.
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Cerca del plantel señalan al entretiempo del partido contra el Bayern como el punto de quiebre para que Rojo dejara de ser tenido en cuenta para el próximo encuentro. Algunos hablan de un supuesto cruce de palabras con el entrenador, que habría tomado la decisión de que Rojo no se entrenara con el grupo. Por ahora, la realidad indica que el ciclo de Rojo en Boca está cada vez más cerca de agotarse, y que difícilmente vuelva a ponerse la camiseta una vez que termine la participación del equipo en el Mundial de Clubes.
Difícil imaginar otro final para una historia que hoy parece tener fecha de vencimiento.