Una familia cambió la ruidosa y activa ciudad de San Francisco, en California, por la quietud de un pueblo rural y un estilo de vida en contacto con la naturaleza. Se mudaron a Spokane, Washington, en 2022 y no se arrepienten: pudieron comprar un terreno más grande y construyeron un invernadero donde planean empezar a cultivar sus propios alimentos: “Nos permitirá vivir vidas más plenas”.
Una casa en el bosque, en contacto con la naturaleza y autosuficienteAzadeh Weber, de 44 años, contó que hace dos años sintió la necesidad de cambiar su modo de vida, por uno más relajado y saludable. Junto a su esposo decidieron que querían crear a sus hijos en un entorno natural y dejaron San Francisco. Encontraron una oportunidad en Spokane, un pequeño pueblo de Washington, donde compraron una propiedad rural de gran extensión.
En una zona boscosa, donde el supermercado más cercano está a 20 minutos y las aplicaciones como Uber no llegan, establecieron su nuevo hogar. La casa que compraron tiene unos 840 metros cuadrados, cuatro dormitorios y cinco baños, en un terreno de 56 hectáreas.
Espacio había de sobra, por lo que se propusieron desarrollar un proyecto sustentable. “Mi esposo y yo queríamos que nuestra familia fuera más autosuficiente, cultivando verduras y frutas en nuestra propiedad”, señaló en una entrevista con Business Insider.
Por esa razón, decidieron construir una unidad de vivienda auxiliar (ADU) que usarían como invernadero con un sistema de calefacción pasiva y con una técnica de construcción milenaria que les permitiera mantener una temperatura estable en el interior.
Una construcción sustentable, inspirada en la historia familiarEl método elegido para levantar el invernadero fue la construcción con tierra apisonada, un sistema utilizado en obras históricas como la Gran Muralla China y en edificaciones en el Medio Oriente. “Es una técnica antigua con una de las menores emisiones de carbono”, explicó Weber.
Este proyecto, además, tuvo un significado especial para ella. “Mi padre, arquitecto especializado en diseño solar pasivo, inspiró este proyecto”, contó. En la década de 1970, su padre había recibido una subvención del Departamento de Energía de Estados Unidos para construir cinco estructuras de este tipo en Utah, donde cultivó frutas y verduras.
La construcción les demandó casi un año, ya que -durante el invierno- la nieve complicaba las tareas y tuvieron que frenar las obras. Weber y su esposo contaron con la ayuda de su padre y de su hermano, además de contratar a dos trabajadores para completar la mano de obra.
En total, invirtieron US$40.000 en la construcción. “Gastamos unos US$25.000 en mano de obra y US$15.000 en materiales”, detalló la mujer. La estructura del invernadero se realizó con una mezcla de tierra, arcilla y grava, un método similar al adobe.
La construcción también tuvo otro significado para Weber, quien trabaja como psicóloga. “Soy de Irán, donde la tapia es un método de construcción autóctono. Esta técnica me conectó con mis raíces y mi herencia, y me acercó a mi identidad”, reflexionó.
Un invernadero eficiente, listo para el cultivoEl diseño del invernadero busca maximizar la eficiencia térmica. “El método de tierra apisonada es mejor para cultivar alimentos que un invernadero tradicional porque sus paredes ayudan a mantener una temperatura más estable”, explicó Weber.
Las paredes, de 30 centímetros de espesor, están orientadas de norte a sur, separadas por 25 centímetros, con tuberías de PVC bajo la base que facilitan la circulación del aire. Además, las aberturas en la parte superior de las paredes permiten crear un sistema de bomba de calor natural.
El techo, compuesto por paneles dobles de policarbonato transparente, facilita la entrada de luz solar y ayuda a retener el calor. Durante el verano, las rejillas de ventilación se pueden abrir para liberar aire caliente, mientras que en invierno se mantienen cerradas para conservar la temperatura.
Ahora la familia comenzará a producir sus alimentos. “Planeamos cultivar nuestros árboles frutales y verduras esta primavera”, contó Weber. Mientras tanto, el espacio ya tiene otros usos. La psicóloga lo utiliza como estudio para sus clases de yoga en línea, lo que le permite equilibrar sus responsabilidades laborales y familiares.